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El calor del encendedor prendió,con varios intentos, el cigarrillo que tenía  sostenido entre sus labios resecos. Cuando inhaló el humo y lo largo por la nariz, emprendió camino por las nublosas y frías calles de Seúl.

Ese día más que nunca se sentía extraño, estaba por lograr todo lo que quería, por fin se podría vengar de su hermano, pero cuando todo acabe, qué seguirá después? Seguir con su patética y solitaria vida?.

Todos los días eran lo mismo, levantarse temprano, trabajar como mecánico en un lugar donde te explotan y pagan menos y llegar a tu casa donde te recibe la soledad de tu hogar. La verdad es que nunca tuvo amigos ya que siempre su prioridad fue su trabajo como Ángel y además tenía a Minho que con su compañía ya bastaba pero cuando todo eso acabó, cayó en el odio y remordimiento.

Igualmente ya no habría vuelta atrás y nadie le sacaría de su cabeza su propósito, aunque tenga que vivir como un miserable toda su vida. Además, qué podría él aportar al mundo? Nada.

Pero tal vez, en el fondo, muy en el fondo, espera un milagro, algo o alguien que se fije aunque sea una vez, no su faceta que deja ver todo lo desagradable que puede llegar a ser por fuera, sino lo  dañado y roto que está por dentro, todo el dolor y sufrimiento que lo tiene muy bien escondido, que nadie fue capaz de ver, sabiendo que nadie lo hará.

Cuando pasó al lado de un callejón no tan iluminado, escucho un grito asustado, por lo que entrecerro los ojos y giró su rostro en esa dirección.

Changbin tiró el cigarro en el piso y lo piso con su bota, entrando con cautela al callejón.

Cuando se apoyó en el paredón que estaba un poco húmedo por la neblina, pudo escuchar unas voces, algunas parecían risas y la otra parecía de súplica.

—Por favor, no dañar— se escuchó la voz asustada y rota de un chico, que no parecía ser coreano ya que no hablaba bien el idioma y tenía acento en su voz.

Las risas que parecían ser de tres chicos se escuchar como eco en el lugar, parando secamente con superioridad— además de inútil eres idiota, dios esto no puede ser tan patético— dijo el que parecía ser el mayor.

Changbin trató de acercarse más y analizó la situación donde vio a tres chicos adolescentes, aprovechándose de un chico rubio con pecas, quien estaba tirado en el piso llorando.

—Cállate idiota, que te escucharan!— un chico pelirrojo y grandote, le dio tres patadas en el estómago al chico rubio  para que se callara, el cual lo hizo mientras se retorcía.

— Esto es tan fácil— río sarcástico y se acercó al chico tirado y revisó todos sus bolsillos, sacándole todo lo que que tenía, tanto dinero como su documentación.

— no, por favor— tosio escupiendo un poco de sangre y mirando débil a los tres chicos parados frente a él— necesito para estar aquí— no sabia si lo habían entendido pero es que no podía ni pensar.

— Crees que me arrodillare y pediré perdón para devolverte todo?— sonrio cínico viendo como el chico hacía el esfuerzo de levantarse siendo totalmente en vano.

— No estaría mal que lo hagas imbécil— dijo Changbin saliendo del paredón,  cruzarce de brazos y viendo al par de idiotas parados frente a él.

— Y tu quien mierda eres? Nadie te invito, así que puedes irte sin decir nada o terminar muerto con este tipo en este lugar, tu eliges— dijo el pelirrojo que parecía ser el líder y sus otro amigos asintieron mientras tronaban sus dedos.

El chico rubio que estaba desparramado vio la situación con algo de temor ya que tampoco quería que le hagan daño al extraño que supuestamente lo estaba por ayudar.

Are you my...? [ost; hyunho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora