*Capítulo 3*

23 4 0
                                    

Aquella noche el oficial había aterrizado ya en el aeropuerto, y se dirigía con su escolta hacia el hotel.

-¿Está seguro de que funcionará? - le pregunta el conductor al oficial en alemán.

-Sí. Son unos estúpidos, tarde o temprano morderán el anzuelo, solo habrá que esperar - le contesta en el mismo idioma - El Führer está muy ilusionado con esta operación, quiero que le informes de cualquier novedad. Todo tiene que ser perfecto, lo último que nos podemos permitir es un fallo. Los Aliados ya están teniendo demasiada delantera - se lamentaba el oficial al tiempo que acariciaba lo que parecía ser un amuleto de la suerte.

-¿Cree que va a verla señor? - pregunta con atrevimiento.

-No lo sé. Hace mucho tiempo que perdimos el contacto, quien sabe, a lo mejor está en otra ciudad, o en otro país, o con otro hombre. Sus padres siempre fueron muy sobreprotectores, seguro que cuando estalló la guerra la llevaron a un sitio seguro, con alguien que la protegiera.

-Es muy guapa. Si me permite decirlo.

El oficial sonrió y volvió a mirar la cara que lo había acompañado en los momentos tantos duros y difíciles como felices y alegres.

-Es el amor de mi vida. - confesó el oficial mientras acaricia la foto.

-¿Cómo se llama? - pregunta curioso.

-Estás haciendo demasiadas preguntas para mi gusto cadete - dice el oficial muy seriamente.

El cadete se puso nervioso y palideció por momentos. No quería que su superior pensara que era un asqueroso espía. Al ver la cara del cadete, el oficial empezó a reír y le respondió a la pregunta.

-Blume, se llama Blume.

Porque ella es su flor.

-Bonito nombre.

-Sí, muy bonito.

El coche empezó a aminorar la velocidad conforme se acercaba al hotel donde el oficial se hospedaría.

-No se mueva oficial. Voy yo a por las maletas y llamaré a un botones. Usted quédese aquí, yo me encargo de todo.

-Con todos mis respetos cadete, pero no me voy a quedar quieto. No es mi estilo. No he llegado a donde estoy por quedarme de brazos cruzados viendo como los demás hacen el trabajo. Yo llevo las maletas, usted encárguese de que nos den la llave de la habitación. - replicó y ordenó el alemán.

-Muy bien señor.

El hotel, situado en pleno centro de la ciudad, era muy bonito. Tenía un diseño muy parisino, con las ventanas cuadradas acompañadas con un balcón lleno de flores. El hotel se situaba en una esquina, por lo tanto, una parte del tejado del edificio es una cúpula roja. La pulcra limpieza de los cristales potenciaban el reflejo de la luz de París en ellos.

-Es muy elegante el hotel. - comenta el oficial mientras observa el gran hall. El suelo estaba cubierto por una gran alfombra roja y en el techo colgaba una gran lámpara de tela de araña sobre una mesa con decorados florales. La recepción estaba a un lado, situada entre dos grandes columnas de mármol blanco.

El cadete dejó al oficial una vez que este entró en su habitación. Lo primero que hizo fue guardar todas sus cosas en los armarios y justo en el momento en que se disponía a abrir una de las puertas del armario esta se abrió por sí sola y una mujer se abalanzó sobre él y lo inmovilizó. No obstante, gracias a los duros entrenamientos que recibió durante su formación en las SS supo deshacerse de ella y apuntarle con su pistola. Con lo que no contaba es que al mismo tiempo alguien, a sus espaldas, le encañonara con otra arma en la cabeza.

-Baja la pistola si no quieres que te vuele los sesos - el oficial soltó su pistola y levantó los brazos lentamente.

-Tranquila ¿ves? Mi pistola está en el suelo. ¿Por qué no bajas la tuya?

-Vamos a hacer una cosa - interrumpe ella - ¿Por qué no nos acompañas a que te hagamos un tour de bienvenue por París?

-Ojalá pudiera señoritas, pero estoy demasiado ocupado. - el oficial sonrío cuando más soldados de la SS irrumpieron en la habitación y rápidamente inmovilizaron a las francesas. La que lo apuntaba por la espalda disparó a uno de los soldados, pero eso no hizo que la soltaran.

-Buen trabajo chicos - felicita en alemán - Sabía que iban a picar estas ratas asquero... - mientras se daba la vuelta sonriente, el oficial pudo conocer la cara de la otra chica, y lo que vio lo dejó paralizado, Margot, su amor era la persona que le había apuntado con la pistola.

¿Margot es una resistente? ¿Cómo? No es posible, es imposible. Ella jamás arriesgaría su vida de esa manera.

-¿Hans pertenece a la SS? - pensó Margot aterrorizada. No podía ser posible, un chico tan bueno como él jamás sería una persona tan cruel, jamás mataría inocentes. No es él, seguro que no. Será alguien parecido, pero no es posible que sea él. Por favor que esto sea un sueño. Margot empezó a temblar y sintió cómo su corazón se aceleraba por momentos. Miles de emociones negativas inundaron su corazón. Todo lo que habían construido juntos en el pasado durante aquellos años acababa de ser destruido por la imagen de Hans con un uniforme de la SS, y toda la maldad que la SS representaba. En ese momento llegó a la triste conclusión de que ya no podría quererlo, que ya no podría mantener su promesa. La realidad la abofeteó de tal manera que se mareó al sentir que no podía respirar como si hubieran atado a su garganta una soga. Claro, ahora lo entendía todo, el porqué de su pérdida de contacto. Él ahora es uno de la SS, Margot, las personas cambian, él ha cambiado, míralo, pero no obstante que guapo está con ese uniforme, ese sombrero, esa svastika...

Margot llena de rabia e impotencia, empezó a insultar y a forcejear. Les advirtió que los aliados ganarían y que los nazis se convertirían en polvo para descansar por siempre en los infiernos.

-¡Sobre todo tú Hans! ¡Ojalá te mueras! ¡Ojalá te conviertas en... -y sus palabras fueron interrumpidas por el golpe que recibió de uno de los soldados que la dejó inconsciente! Germaine reaccionó gritando su nombre y forcejeando hasta que la golpearon para hacerla callar. 

Mi última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora