*Capítulo 7*

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La base, a diferencia del bar clandestino, se encontraba en el centro de la ciudad, escondido tras una trampilla que había debajo de una alfombra en el sótano de un bar. Aquel bar casi nunca estaba frecuentado por nazis, lo que les daba un punto a favor. La base, para caso de emergencia, tenía una salida de emergencia que desembocaba en las cloacas de la ciudad.

Al entrar en la base, se dio cuenta de que nadie había llegado todavía. "Genial... iba a estar sola con dos nazis." Asqueada, decide despertar a los "kartoffels".

-¿Y bien? - pregunta Margot cuando ambos se despiertan. - ¿Qué habéis decidido?

Hans observó a Margot. A pesar de estar cansado, no pudo dormir en toda la noche, a diferencia de su compañero. Tuvo todo ese tiempo para pensar en el futuro que elegía. Si aceptaba el trato de ellos, traicionaría a su país, a su patria, por la que todos sus compañeros habían luchado y muerto, traicionarla sería algo rastrero e imperdonable; pero tal vez aquello le devolvía la paz y la confianza de Margot. Aunque conseguir lo último sería misión imposible.

-Tenemos un trato. - dijo Hans incluyendo también al cadete. - Nosotros haremos de espías. Toda la información que tengamos os la daremos, siempre y cuando se nos asegure nuestra libertad.

Margot sintió un gran alivio. ¡Van a colaborar! A Margot le pareció un trato muy beneficioso. Es más, la información que podrían recibir y entregar a Londres podría poner en jaque-mate a los nazis. Sonrió, y esperó a que Pierre llegase para poder informarle.

-No lo sé, Margot. ¿Y si es una trampa? ¿Cómo sabemos que no huirán nada más soltarlos? ¿O que no avisaran a los demás? Tenemos que asegurarnos que no nos traicionarán.

-Escúchame. - Margot le cogió por lo hombros. - Conozco a uno de ellos, al oficial...

-Lo sé. - interrumpe Pierre. - Sé que estuvisteis saliendo cuando erais jóvenes. Lo reconocí cuando lo vi en la celda, supe que era el mismo chico de la foto que tienes en tu casa. Pero la gente cambia, tú misma lo has podido comprobar. Él pudo haber sido un buen chico en el pasado, pero míralo en lo que se ha convertido ahora. Es un nazi. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Que os conozcáis de antes no nos asegura que vaya a mantener su promesa. Hablaré con ellos dos. Me aseguraré de que mantengan su promesa. Mientras espera aquí a Jean... - le aconseja señalando la mesa - ...que tendrá que darte información sobre Germaine.

Margot asintió y dejó que su superior fuese a hablar con Hans y el cadete. Pierre estaba tranquilo, si hacía las cosas bien podrían tener uno de los logros más importantes de su vida (y de la de los demás). Aquel nazi podría ser la clave, el camino que les llevará a la victoria. Aquel hombre que tenía delante suya era el mismo chico del que Margot hablaba sin parar. "Tampoco ha cambiado mucho". Se extrañó verle por primera vez en persona.

-¿Habéis aceptado nuestro trato? - pregunta Hans.

-¿Cómo sabemos que no nos traicionaréis? ¿Qué no huiréis y le digáis nuestro paradero a los nazis? - Hans miró ferozmente a Pierre.

-Porque queremos cambiar, nos hemos dado cuenta del dolor que estamos provocando, queremos contrarrestarlo, quiero que Margot me vuelva a mirar de la manera que lo hacía. Quiero volver a antes, quiero que la guerra acabe, y que la victoria sea vuestra. Porque sois la nueva familia de Margot, y yo quiero lo mejor para ella.

Pierre golpeó los barrotes.

-¿Cómo te atreves a decir eso? ¿Te estás escuchando? Ella ya te odia. Ya no te quiere ver. ¿Por qué no te preocupas mejor en tu vida que en la de los demás? Porque por lo que yo sé, cuando un nazi mete sus manos en la vida de los demás es para solo destrozarla. No lo permitiré, no permitiré que le vuelvas a hacer daño. ¿Sabes por qué somos su familia ahora? ¡Porque tú mataste a su verdadera familia! - Pierre perdió la paciencia. Él no volvería a ver a Margot triste. Aunque ella no lo supiera, él sabía que la aparición de Hans la había afectado demasiado. Normal, uno no está preparado cuando los fantasmas de tu pasado vuelven.

-¡Ya lo sé! - exclama cabreado Hans mientras le pega un puñetazo a la pared con su mano libre - ¡Ya sé que me odia! ¡Créeme! ¡No te gustaría estar en mi lugar! ¡Me arrepiento! ¡Me arrepiento de todo lo que he hecho! ¡Intento solucionar las cosas! ¡Intento que me perdone! ¡No os vamos a traicionar! Joderrrr. - la paciencia de Hans se iba esfumando. ¿Es que no se daba cuenta de que estaba arrepentido? ¿Qué quería arreglar las cosas?

-Hagamos una cosa... - propone Pierre intentando templar los nervios más tranquilo - ...... como yo todavía no me fío de vosotros haremos lo siguiente. Aceptáremos vuestra oferta, pero recuerda que sé cuáles son vuestras debilidades, tu debilidad... - dice refiriéndose al cadete - ...es tu familia, sabemos que viven en los campos Elíseos, en un edifico de mala muerte, si nos traicionas, tu familia lo pagará caro. Sería una pena que una bebé tenga que pagar con su vida cobrar algo tan espantoso por culpa de su padre - la cara del cadete palideció, sintió miedo y para garantizar asegurar la seguridad de su familia juró no traicionar a la Resistencia. - Y tú, me has dejado muy claro cuál es tu debilidad... - Hans enfureció e intentó vanamente acercarse a Pierre.

-Como le hagas daño...juro que te mataré lentamente. - ¿De verdad sería capaz de hacer daño a uno de los suyos?

-No, si yo no le haré daño. Pero ¿sabes cuánto me darían a cambio de información? ¿Por revelar el paradero de Adán el Terrible? - empieza a reír delante de la cara horrorizada de Hans - Me convertirían en el nuevo Führer. Serán tus compañeros quienes la matarán, no yo. Así que decide...¿Unos desconocidos con la misma mentalidad retrógrada y antisemita o la mujer de la que estás enamorado? - Pierre había matado dos pájaros de un tiro, por un lado, conseguiría que Hans no los traicionara, y por otro lado, le la mente a aquel hombre perdido.

-No os traicionaré, nunca pensé en hacerlo.

Joder que gusto. No hay sensación más satisfactoria que ver a dos nazis así de abatidos. Nada más complaciente que ver cómo el águila cae ante la presa, cómo el cazador ha sido cazado. Los tenía cogidos de las pelotas, entre la espada y la pared. Qué sensación de poder. Pierre supo que no lo traicionaría. ¿Arriesgaría Tom la vida de su familia? No. ¿Arriesgaría Hans la vida de Margot? Tampoco. Pero debía mantener la compostura y mostrar seguridad, no inseguridad ante las posibilidades que habían de que dijeran que no.

-Bien. Aceptaremos vuestro trato. Tú Tom, serás supervisado por Jean, luego lo conocerás. Y tú Hans, será Margot quien te supervisará. - "Espero haber hecho lo correcto."

Hans asintió. Se sintió aliviado que fuera Margot quien le supervisara, no quería soportar a nadie más. Después Pierre les explicó cómo iban a actuar. Tenían que entregar solo la información que no se les había dado directamente, así evitaban que fueran los principales sospechosos. Además, tendrían que entregar la información que obtuvieran a las dos de la noche en el bar clandestino. 

Mi última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora