06. Simple mortal.

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———Jack Frost———

Desde que había visto esa especie de muñeco de Mario manejado por Sombra que se coló en la sala de piedra, no había visto al resto de guardianes para poder decirles que estábamos en peligro, de nuevo por Sombra. Habían pasado un par de días y yo seguía viendo a Winter, siguiendo practicando para conseguir una estructura y una temperatura lo suficiente fría como para encerrar a Olivia. 

—Guardián— me dijo Winter una vez estuve en la sala de piedra—, yo ya te enseñé lo que sé hacer. Es tu turno— me dijo apartándose y dejándome libre toda la sala. 

—No, yo no hago eso— respondí mirando al suelo con una leve sonrisa recordando pasadas travesuras que había hecho. 

—Oh vamos... ¿a caso eres un aburrido? —me provocó con tono burlón. Entonces la miré de reojo agrandando la sonrisa. 

—¿Aburrido yo? —dije empezando a andar—. Te demostraré lo aburrido que soy...

Empecé a volar cerca de los altos techos de la sala con una sonrisa. Empecé a crear con mi bastón muros enormes de hielo y a recubrir las paredes de más hielo, dándole a la sala una tonalidad azul invernal. 

—¿Eso es todo?—me gritó Winter desde el suelo—. ¡No me sorrendes, espíritu helado! —continuó retándome.

Acto seguido empecé a crear muñecos de nieve helados y varios animales de escarcha que poco a poco fueron empezando a moverse rodeando a Winter. Esta los miró maravillada con la boca abierta y los ojos brillantes. Entonces me miró a mí. 

—¡Eso es Jack! —gritó ilusionada. Después comenzó a crear escalones con nieve para llegar a mi altura. 

Me lo tomé como un juego divertido y no dejé que me pillara volviendo hacia abajo, quedando esta vez ella arriba en una plataforma helada. Ella comenzó a hacer que energía brillante y helada la rodeara. Empezó a crear hilos y ráfagas de sus partículas heladas que daban brillo a mis creaciones y se extendían por todo el espacio aéreo de la sala. De repente alzó los brazos, haciendo que del suelo brotasen árboles hechos con hielo de ramas finas y sin hojas. A esos árboles les lancé escarcha, haciendo que brillaran como si tuvieran luz propia. 

Entonces Winter lanzó un halo de magia hacia el techo de la sala, el cual yo congelé con mi bastón. Súbitamente, la concentración de los dos poderes juntos explotó, haciendo que cayesen copos de nieve ligeros, azules y brillantes en toda la sala. 

Winter creó una rampa de nieve por la que se deslizó hasta llegar a mi lado y recubrió de nuevo el suelo con hielo fino. Vi cómo perdió el equilibrio momentáneamente y por reflejos agarré su mano para que no cayese. Ella se sujetó y se incorporó hasta quedar a mi altura. 

Miró mis ojos intensamente, sonriendo. Sin darme cuenta yo también lo estaba. Había pasado un buen rato jugando con la nieve y la magia. 

Winter juntó las palmas de nuestras manos sin dejar de mirarme, y sentí su temperatura, casi tan fría como la mía. Nuestras respiraciones estaban agitadas debido a la reciente guerra divertida de poderes. 

—¿Lo ves?—me preguntó dulce. Puse una mueca de incomprensión—. Todo lo que podemos hacer juntos. 

Entonces miré a mi alrededor: habíamos creado escaleras, rampas, animales, árboles y demás en un paraíso invernal. La nieve de la explosión mágica seguía cayendo sobre nosotros. Todo era blanco y azul suave. 

—Jack—continuó—, somos iguales. Mira nuestras manos. 

Miré nuestras manos, del mismo color claro. 

—Mira mis ojos, son igual de invernales que los tuyos—dijo relajada—. ¿Qué mejor combinación que dos personas invernales?—preguntó. 

No sé a dónde pretendía llegar. Yo sabía que no necesitaba más de lo que yo podía crear, no necesitaba más nieve. Necesitaba todo lo contrario, un contraste en mi vida, algo cálido. Algo como lo que Olivia podía dar.

—Te has divertido. ¿Hace cuánto no te divertías de este modo, Jack?—me preguntó subliminalmente—. Necesitas alguien que te recuerde todo lo que puedes hacer. Con una mortal no puedes divertirte así, tu lugar está con los espíritus. Mira todo lo que podemos crear.

—Ella no es una simple mortal—le dije con los ojos entornados y el ceño fruncido. No comprendía a qué venía todo aquello.

Antes de que nos diese tiempo a rebatir o pensar algo más las puertas de la sala se abrieron de golpe, dejando entrar a los guardianes. Giré la vista rápidamente y con el primero que crucé miradas fue Conejo, que me miraba con el ceño fruncido y las orejas gachas.

Yo conocía esa mirada: era la misma que cuando Melanie me dio el intento de beso.

—Estamos en problemas. No encontramos a Olivia en ninguna parte—empezó a contar Santa. Inmediatamente Winter se separó de mí, como si estuviera haciendo algo prohibido—. No sabemos dónde puede estar— los guardianes entraron a la sala de piedra y se quedaron mirando todo impresionados

—¿Esto lo habéis hecho juntos?—preguntó Tooth mirando a su alrededor perpleja—. Es precioso, os coordináis sorprendentemente bien...—dijo dirigiendo su mirada hacia nosotros.

Winter y yo nos miramos automáticamente y ella me guiñó un ojo en signo de complicidad.

—Muy bonito, pero para poder usarlo debemos encontrar a Olivia y no está—dijo Conejo tajante.

—Y no sólo eso, Bonnie...—Santa me miró—. Jack, Sombra ha vuelto, y sigue robando estrellas. Trama algo con la luz.

Recordé el drama de las estrellas de hacía un año y de la reciente aparición de Mario manipulado por Sombra.

—Ayer...ayer estuvo aquí—tartamudeé—. No exactamente él sino...Mario controlado por él—miré a Santa confuso—. ¿Qué está haciendo Sombra?—pregunté.

—No lo sé, Jack, lo que si sé es que se nos acaba el tiempo y tenemos que recuperar a Olivia antes de que se nos vaya completamente—Santa miró a nuestro alrededor—. Es realmente sorprendente. Veo que lo habéis logrado y ya estáis listos por si hiciera falta encerrar a Olivia—me miró con una mueca de satisfacción—. Sabía que podrías, Jack—le correspondí con media sonrisa.

Conejo se acercó discretamente a mí y me dio un codazo.

—¿Qué haces?—le dije en voz baja.

—Si te importa lo más mínimo Olivia no le rompas otra vez el corazón, nevera andante—me dijo para que sólo lo escuchase yo.

Pensé en la mirada que me había echado nada más verme al entrar por la puerta. Averigüé que Conejo había pensado que intentaba algo con Winter al verme cogido de la mano con ella. Lo último que pensaba en ese momento era tontear con alguien que no fuera Olivia.

Los guardianes se fueron junto Winter de la sala de piedra. Yo me quedé mirando un poco más la helada creación. La nieve justo dejó de caer. Aquello era ciertamente bonito, pero pensaba que le hacía falta algo cálido. Al fin y al cabo, ¿Qué combina mejor que cálido con frío?

Terminé de escuchar cómo las voces se alejaron y decidí que necesitaba desconectar. No supe a dónde ir ahora que Olivia no estaba cerca para poder ni siquiera mirarla. Me dejé ascender y salí por el ventanal (ya arreglado pero abierto). Miré la luna. Respiré hondo y cerré los ojos.

Deseé con todas mis fuerzas que Olivia volviese a ser ella, que todo esto se arreglase y volviese a verme, a sentirme y sobre todo a quererme. No sabía lo que sentía ella después de un año pero sí sabía lo que sentía yo: la quería.

—Traela de vuelta, por favor— le dije a la luna mirándola fijamente, con voz suave y ganas de creerme que si se lo pedía a la Luna así sería.

Cerré los ojos y me dejé llevar por el viento.

No podría olvidarme de ti, Jack Frost. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora