Capitulo 8. Parte 1.

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8


Para Caleb soñar, la mayor parte del tiempo, era una experiencia bastante placentera. Era un lapso en su diario vivir en el que podía olvidarse de todos sus problemas y preocupaciones y simplemente relajarse, viendo fantasías que no se cumplirían a menos que él lo quisiera. Sus sueños siempre habían sido una extensión de su subconsciente que el mismo podía controlar a su antojo.

Sin embargo, últimamente, esa experiencia era de todo menos placentera y las visiones se habían vuelto muy difíciles de controlar, tanto, que él estaba empezando a creer que alguien las estaba manipulando.

Recientemente sus sueños habían estado plagados de guerra y sangre, mucha perdida y destrucción, imágenes de un futuro que sus hermanos y él tenían que cambiar con rapidez sino querían que su mundo se perdiera para siempre.

Eran sueños muy inquietantes, sueños que Caleb sabia tenían muchas posibilidades de hacerse realidad.

Sin embargo, había un factor recientemente añadido a sus sueños que se destacaba de todos los demás. Algo inquietante pero a la vez hermoso.

Se trataba de un hombre, muy hermoso a demás, con una cabellera tan roja y cambiante que a veces parecía brillante como el fuego y a veces oscura como la sangre, vestido completamente de blanco con algo que parecía gasa y que dejaba ver el contorno de su cuerpo mientras el viento lo azotaba, sus manos estaban a sus costados, sus dedos manchados de sangre goteaban, haciendo un charco a sus pies con el liquido espeso y viscoso. Caleb no podía ver completamente su rostro ya que la mitad del mismo estaba cubierto con un paño negro que no dejaba ver su rostro más arriba de sus labios.

Sus labios eran muy rojos, pero estaban resecos y resquebrajados, cubiertos de heridas que sangraban mientras dejaba escapar lo que parecían ser murmullos a través de los mismos. Él no podía entender lo que el chico decía, su voz era muy baja y los murmullos muy incomprensibles, por lo que simplemente lo observaba sin saber cómo actuar.

El chico parecía estar en una especie de trance, como si no supiera lo que estuviera pasando, mientras permanecía parado frente a un acantilado debajo del cual se observaba un mar intenso y bravío.

Caleb había estado soñando con este chico durante mucho tiempo, quizás algunos años, pero aun no podía descifrar quien era ni como podía ayudarlo. Este sueño en particular nunca cambiaba, siempre era la misma imagen, siempre el mismo chico lleno de sangre murmurando hacia el espacio hasta que Caleb se despertaba. Al principio el sueño aparecía una vez en meses, después una vez cada mes, luego una vez cada pocas semanas, mas tarde una vez cada pocos días hasta que finalmente comenzó a soñar con él cada vez que sus ojos estaban cerrados.

Él había tratado durante mucho tiempo de comunicarse con el chico, sin embargo, este nunca le respondía. También había tratado de tocarlo y apartarlo, sin embargo, había sido incapaz de moverlo.

Nunca pudo comprender que era lo que se suponía que tenía que hacer en ese sueño, sin embargo, en esta ocasión parecía ser diferente.

Caleb estaba parado al lado del chico, con las manos en los bolsillos de su chaqueta mientras miraba hacia el frente, escuchando los vagos murmullos del chico a su lado.

—¿Quién eres? —preguntó Caleb mientras giraba su mirada hasta mirar el perfil firme y duro de la persona a su lado.

Repentinamente los murmullos del chico se detuvieron abruptamente y una de sus manos subió y con uno de sus dedos manchados de sangre dibujo un patrón triangular en su mejilla.

—Soy muchas cosas y no soy nada.

Caleb se sorprendió cuando escucho la voz del chico, era tan baja como sus murmullos pero más fácil de comprender y estaba cargada con una increíble cantidad de pena y dolor.

—¿Por qué estás aquí? ¿Qué necesitas de mí? —cuestiono Caleb, emocionado por que quizás al fin tendría las respuestas a sus preguntas.

El chico lentamente giro su rostro hasta que estuvo enfrentándose con Caleb. Este se sentido repentinamente inquieto e incomodo, ya que podía sentir la mirada del chico enganchada con la suya a pesar de no poder ver sus ojos.

—No tengo otro lugar donde estar, sino me salvas, estaré atrapado aquí para siempre.
Caleb no supo que decir a eso mientras sentía como un escalofrió bajaba por su espalda, llenando su cuerpo de frio y de una sensación apremiante.

—Sabes quién soy. No demores más.

A través de su venda negra, Caleb observo como dos rastros de rojo bajaban a través de sus mejillas, como un rastro de sangrientas y dolorosas lágrimas. Los labios del chico hicieron una mueca dolorosa mientras comenzaba a sollozar como si estuviera sufriendo de un dolor terrible. Sus gritos y gemidos angustiados helaban su sangre.

Cuando Caleb despertó, todo su cuerpo estaba cubierto de sudor frio y su corazón estaba muy acelerado, como si hubiera estado corriendo durante mucho tiempo.

Él se sentía muy angustiado e inquieto, y a pesar de que sabía que estaba solo en la habitación, podía sentir como un par de ojos fríos y atormentados lo miraban y aun podía escuchar el sonido lejano de sollozos y gemidos.

Una idea comenzó a formarse en su mente cuando se dio cuenta de que mas que sueños, eran visiones de advertencia lo que veía cuando dormía, sea quien sea ese chico, tenía que encontrarlo rápidamente, o sino, algo muy grave pasaría.

El Destino de Morgan. Serie Los Orígenes y la Guerra de los Dioses 4. LGBTQ+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora