Ocho

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   Neito miró el reloj. Era casi la una del mediodía así que el descanso para el café de Katsuki había pasado. No olvidemos que el plan era presentarse por sorpresa en la puerta de la oficina del susodicho y pedirle la enésima oportunidad para la relación que se estaba desmoronando. Aun así, ambos pensaron que pasarían por delante para darle una cura al alma. Estaba claro que Katsuki no iba a estar en el portal esperando; pero, por lo menos, Izuku no se echaría las manos a la cabeza pensando que no había intentado verlo aquella mañana.


   – Claro que iremos a ver si la casualidad nos lo pone fácil... pero después deberíamos ir a casa a cambiarnos los calzones, porque nos va a salir un hongo ahí. –Neito tenía razón, así que Izuku asintió con la cabeza mientras hacía un dibujo con el vaho de la ventanilla del coche.


   Iban los dos, Izuku y Neito, en silencio. La oficina de Katsuki estaba cerca. Caliente, caliente...

   Habían llegado. Frío, frío... Por allí había menos actividad que en el horno de Mina y el tiempo era un asco.


   – Izu, creo que hoy no va a result... –Neito estaba intentando acabar la frase cuando, y aún en medio de la lluvia, le pareció ver que se abría el portal. No, no era Katsuki– Por un momento pensé que era él... ¿a dónde ira esa despechugada con ese modelito en pleno diluvio?

   – Neito... no me jodas, que no va sola. Ése es Katsuki ¿no?... y la está agarrando del brazo... me bajo y lo mato. Para, que lo tengo que hostiar... ¡Será cabrón! Me va a dar algo... –Izuku presentaba síntomas de Celos Severos que se le estaban complicando. Ya no parecían CELOS, eran celos. Eso que él siempre decía que no tenía.

   – Tranquilicemonos, Izu. –Neito no daba crédito a lo que estaba viendo. Era evidente que iban agarrados y que no llevaban paraguas, así que ¿para qué puñetas se agarraban?– Vale, van del brazo, pero ¿qué demuestra eso? Nada de nada, así que toma aire que nos vamos por donde vinimos...

   – Ni se te ocurra moverte de aquí, como metas primera te corto la mano. –Izuku estaba fuera de sus cabales, sus ojos estaban verdes oscuros y su voz poseída. Neito sintió miedo. Justo cuando iba a tocar la marcha, dio un repingo.– Nos quedamos aquí para verlos volver... si es que vuelven, claro. ¿Tú les viste actitud de volver?  –Neito abrió la boca para contestar, pero se ve que la pregunta era retórica porque Izuku no le dio tiempo a responder. –A lo mejor es que ahora al metódico y planificador Katsuki le ponen los polvos furtivos en horas laborables en medio de un aguacero con furcias exuberantes que no conoció en una biblioteca, claro...

   – Izu, querido, no sabemos quién es ni si algo les une. Valeeee, esperamos... pero ¿a qué? Vas a salir a ponerte en evidencia, con ese aspecto, a pedirle explicaciones a tu Romeo por ir a tomar un café con una pechugona cualquiera. No estás en tus cabales. Mientras yo esté aquí las humillaciones serán las mínimas. Esperaremos, pero como pongas una bota fuera del coche... te paso por encima. No dejaré que nadie se ría de ti.

   – Neo, me estoy mareando. Abre la ventanilla... ¿Cómo puede hacerme esto? ¿Nuestra relación se va a la ruina y él de cafés? ¿Y yo? ¿Qué pasa conmigo?... Si me deja, ¿qué voy a hacer yo...?

   – Izuuuuu – Neito lo abrazó contra sí con toda la fuerza que fue capaz– Sé que estás dolido, pero ningun tipo puede ser merecedor de este trance. ¡Tú vales muchísimo! ¿No te das cuenta? Y no saques conclusiones, no hemos visto nada...

   – Sí que vimos algo. No nos engañemos. Iba con un pedazo de mujer, de la que nunca me había hablado. Y eso es lo que más me fastidia ¿por qué no me dijo que en la oficina tenían trabajando a supermodelos? No lo dijo porque seguro que pensó que me moriria de celos y empezaría a ver cosas donde seguro que las hay...

BreakfastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora