Cuatro

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   Las noches locas no tienen mucho futuro sentimental, cuando uno se deja llevar por los efluvios del alcohol y se levanta acompañado por un Romeo sin identidad, lo más normal es que entre los dos se llegue a un acuerdo de que los errores son subsanables y que, habiendo usado condón, si te he visto no me acuerdo... Pero aquel revolcón había sido distinto, o por lo menos eso quería creer Izuku. No se acordaba si Katsuki y él habían entrado en el apartamento a cuatro patas o eso fue después.

   El desayuno con el que hicieron las presentaciones tras la llegada de Mina fue delicioso. Cuando Izuku salió de la ducha, un pretexto para que Katsuki tuviese tiempo de vestirse y salir huyendo sin tener que inventar una excusa barata, él había abierto la ventana para ventilar la habitación, había retirado el edredón y, lo mejor, había colgado la ropa de Izuku. Y mira que se puso la mascarilla en el pelo y se secó los rizos a conciencia para dar margen a la huida; pero cuando salió del baño, él seguía allí, en la cocina, preparando el desayuno con sus tazas, su microondas y su tostadora, tan suelto como si lo hubiese hecho toda la vida.

  Cuando Izuku fue capaz de recuperar el habla, entró en la cocina, en su cocina.

   - ¡Buenos días, que bien huele...!- Trató de disimular la sorpresa de ver cómo se desenvolvía Katsuki con todas sus pertenencias.

- Vaya cara, Izu... La de ayer fue memorable ¿eh?- Mina, que aún seguía allí con el subidón de lo de su trabajo, no paraba de picotear las tostadas recién hechas que Katsuki iba colocando en un plato.

   - Hola, Izuku ¿Qué tal? ¿Resaca? No hay nada mejor que un buen desayuno para resarcir al cuerpo de los excesos.

   Katsuki hizo un gesto pícaro de complicidad mirando a Izuku. ¿Qué habrá querido decir? ¿Era un reproche? ¿Una alusión sutil a la noche de pasión o quizás aquel comentario era una burla hacia su ejercicio de amante alcoholizado?

   Una vez controlados los nervios de una situación embarazosa, la conversación fluía natural... claro que con Mina era imposible tener un silencio incómodo porque en su presencia eso era imposible. Allí estaban los tres, compartiendo las pericias de la entrevista de Mina, riendo y tomando un café tan rico que Izuku y Mina exclamación que era imposible que ese líquido hubiese salido de su cafetera. Tres años con el bendito electrodoméstico y era la primera vez que el café era eso, café.

   Mina no paraba de hablar y hablar, daba igual el tema, ella opinaba y comía, porque de comer tampoco paraba.

   - ¡Mina, para ya! Mañana reventarás el vestido si no paras de comer.

   - ¡Ya tuviste que amargarme!- Puso cara de enfado y se giró hacia Katsuki. Buscba molestar a Izuku por la ofensa delante de extraños y lo consiguió, claro que lo consiguió.- Guapo, y tú ¿a qué te dedicas? Porque no creo que seas cocinero ¿o sí?- se hizo el primer silencio del día, inesperado y denso.

   Izuku casi la fulmina con la mirada, pero Mina tenía un aire de satisfacción tal que hasta sonrió. Katsuki parecía ser el único en no tener nada que objetar a la pregunta, así que contestó cuando se acabaron las miradas maliciosas y las risitas.

   - Soy analista de sistemas en Applx- Y sin darse importancia siguió removiendo su café al mismo ritmo con el que había empezado.

   - ¡La madre del cordero! Y yo flipado con lo de mi nuevo trabajo.

   Mina se levantó de la banqueta y se sentó en la encimera, justo alnlado de la nevera y la tostadora. Continuó interrogando a Katsuki al tiempo que metía otra rebanada de pan en la tostadora.

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