Doce (Final)

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   Aquella tarde fue una locura de llamadas para terminar con los preparativos de la fiesta. Neito aún no había podido contactar con Katsuki para contarle lo del festejo y tampoco había sido del todo sincero con Izuku cuando él le preguntó si ya había hablado con su venerado ex amor.


   – Me dijo que no podía hablar en ese momento, que me devolvería la llamada por la noche. No te preocupes, ya sabía que era tu cumpleaños, aún lo tenía en su agenda.


   Neito se dio cuenta de que no sería capaz de decirle que aun no había hablado con Katsuki cuando él le dijo que había ido a hacerse la depilación láser en todo el cuerpo y que había permitido a la esteticista hacerle las cejas. ¡Con la de veces que se lo había sugerido y nunca le había hecho caso! ¿Cómo iba a decirle que cabía la remota posibilidad de que su amado nunca apareciese? ¿Cómo? Se temió lo peor, por eso mintió.


   –... De acuerdo, cuando quede con él en algo, te devuelvo la llamada... que sí, que se acordaba de tu cumple... No, no le pregunté si sabía cuantos cumplías. ¿Era importante que lo supiera?... Que sí, pesado, que cuando sepa algo más te llamo... ¿Cómo quieres que sepa si aún se casaría contigo? ¡Solo hablamos dos minutos! Cuelgo, que me esta entrando un mensaje.


   Neito se sintió fatal. Lo suyo no era contar historias y menos mentir. Acababa de darle alas y esperanzas a una historia de la que no sabía la segunda parte. Recordó que le acababa de entrar un mensaje. Cruzó los dedos, miró al cielo e imploró que las estrellas, los astros y quienquiera que tuviese influencias en el destino, le concediera una tregua aquel día y que algo le saliese bien. Que sea Katsuki, que sea Katsuki, que sea Katsuki...


   – Otro mensaje de llamada perdida. ¿Quién habrá llamado? ¿Por qué no me ha sonado el móvil? Tengo cobertura... ¡Jodeeeeeer! Era Katsuki. ¿Qué hago ahora? ¡Llamarlo, claro, llamarlo!


   Estaba tan atacado que casi perfora la pantalla del teléfono buscando el contacto. Ahora era fácil, pulsaba la tecla "llamar" y ya está, línea directa con... "este es el buzón de voz del xxxxxxxxx, si quiere dejar un mensaje, espere a oír la señal". Cuando sonó el pitido, Neito estaba desolado y no sabía si colgar o estampar el teléfono contra la pared. No se sabe bien cómo, pero empezó a hablar:


   –... Ho... Hola, Katsuki, soy Neito. Llevo todo el día tratando de hablar contigo, pero me está resultando dificilísimo... Mira te llamaba para... Bueno, que mañana, mañana es día quince e Izuku está de cumpleaños... Bueno estamos organizando una fiesta y nos gustaría que te pasases... y eso, que nos gustaría a todos. A todos-todos ¿sabes?. Créeme si te digo que la fiesta no sería lo mismo sin ti. Llámame en cuanto escuches esto, un beso. ¡Ah, la fiesta es a las diez, no faltes!


    Te lo ruego, eso es lo que le faltó al mensaje. Neito respiró profundamente y tuvo la certeza de que su mentira, lo que le dijo a Izuku, ya era una bola descomunal. Le consoló pensar que, cuando Katsuki encendiese el móvil, escucharía la misiva y, quién sabe, a lo mejor lo llamaba y le decía que estaría encantado de ir  la fiesta, le preguntaría qué le podía regalar a Izuku, si necesitaba algo o si necesitaba que fuera antes para echar una mano. Volvió a respirar melancólicamente  y pensó que se conformaría con que llamase.

   Sonó el teléfono; su corazón se aceleró: número oculto. ¿Sería él?


   – Hola, Katsuki...

   – ¡Qué Katsuki ni que niño muerto...! Soy Mina ¿Como va todo? ¿Conseguiste ya los stripers?

   – ¿Por qué me ocultas el número? Pensé que eras otra persona...

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