Capítulo 15

8 5 2
                                    

A la mañana siguiente me despierta la vibración de mi teléfono móvil al entrar una notificación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la mañana siguiente me despierta la vibración de mi teléfono móvil al entrar una notificación. Lo alcanzo a coger aún con los ojos cerrados y con una mano protegiéndome la iluminación de la pantalla que casi me fríe los ojos. Aunque lo que veo escrito en ella me lleva a aguantar el mayor tiempo posible con ellos abiertos. Es un mensaje de Luca, quien al parecer ha agregado mi número, que en algún momento de ayer le di.

"Buenos días, Cinderella. ¿Te apetece que desayunemos juntos?"

"Tengo curro. No creo que me dé tiempo"

"¿Aceptarías tomar un café de camino al trabajo? Tengo ganas de verte"

"Un café contigo se me va a pasar volando. Te veo ahora"

Tengo un plan que se sale de la rutina y eso es motivo para espabilarme y disponerlo todo para ir hecha un pincel al trabajo— y esta vez asegurándome de que no cojo el bolso de Molly—. Me lavo los dientes frente al espejo tan contenta que no quepo en mí e incluso decido pintarme hoy los labios de un tono rosado. Salgo de la habitación saltando a la pata coja, mientras intento encajar una zapatilla deportiva en uno de mis pies.

—Te has levantado contenta— dice la chica morena a mis espaldas, quien sale de la habitación con una camiseta ancha y larga gris junto con un panty rojo. A su lado aparece un hombre de aspecto robusto y con el cabello dorado trenzado. Se despiden con un beso apasionado y el invitado sorpresa se marcha después de dedicarme una mirada.

—Y veo que no he sido la única. Al parecer aquí hubo anoche fiesta y no estuve invitada.

—Era una noche para hacer lo que me apeteciera y decidí darle una alegría al cuerpo. Y qué noche. ¿Y a ti qué tal te fue ayer? Muy calladito te lo tienes.

—Fue genial. Hoy hemos vuelto a quedar para desayunar.

Sonrío mordiéndome el labio inferior.

—Yo esa sonrisa la conozco. Te estás pillando. Quién iba a decir que la señorita que huye de Cupido iba a recibir una flecha de él.

—Aún es pronto para saber adónde va esto y para decir a la ligera que me estoy enamorando. Pero sí, es una persona que, por lo que he visto y conocido hasta ahora, me gusta mucho. Y eso me asusta y contenta al mismo tiempo— ella se cruza de brazos y espera a que me explique—. Me aterra porque quiere decir que estoy entregando nuevamente mi corazón a expensas de que podrían devolvérmelo dañado, y alimentándolo de ilusiones. Y me contenta, por otra parte, porque es la prueba de que mi pasado está quedando atrás, que no estaba tan muerta por dentro como creía, que puedo volver a ilusionarme.

—Yo no le conozco, pero nada más oír todo lo que despierta en ti, puedo decir que parece ser el chico indicado. No puedes perder la oportunidad de descubrir adónde lleva esto. Así que, si vas a intentarlo, tienes que ir con todo, tanto con las fortalezas como con los miedos— viene hacia mí y me pasa el brazo por encima de los hombros—. Que conste que quiero conocerle. ¿Por qué no le invitas a pasarse esta tarde por casa?

Blind DatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora