Molly está tirada en el sofá, ya arreglada para salir esta noche con su cita, haciendo zapping con el mando de le televisión, sin dejar ninguna cadena concreta. Hacer la cena es una tarea que ha recaído directamente sobre mí, sin opción a consultarlo antes. No tengo ni idea de cómo hacer pollo asado, así que me limito a seguir una receta que encuentro en un canal en Youtube, y para mi sorpresa, va adoptando una pinta deliciosa— obviando, claro está, el vibrador perdido de Molly—. La chica morena se asoma por encima del respaldo del sofá y sigue la trayectoria del plato estrella desde que sale del horno hasta que acaba en la encimera, humeante.
—¿Ha habido suerte?
—He revisado el trasero de cinco pollos y no ha habido suerte. Empiezo a pensar que no viene en esta partida— en realidad me di por vencida después de revisar tres de ellos. No tenía más ganas de hurgar en las partes íntimas de esos pobres cuerpos. Así que simplemente dejé este pequeño asunto en manos el universo—. Te has puesto muy guapa. ¿Ya te ha dicho adónde te va a llevar?
—Quiere que sea sorpresa. No sé dónde empieza esta noche, pero sí sé dónde acaba. En su cama o en la mía. De ser la segunda opción, yo que tú abría humo.
—No está entre mis planes pasar la noche sosteniendo velitas.
Unos nudillos aporrean la puerta. Limpio mis manos con un trapo, aliso mi falda negra y me aseguro de que mi top de palabra de honor y de color crema esté ajustado adecuadamente a mi pecho, de manera que mi sujetador quede completamente oculto bajo la prenda. Le lanzo una mirada envenenada a mi mejor amiga por no hacer el esfuerzo de levantarse a abrir.
—Dame un respiro.
—Es verdad. Esta noche tienes que cabalgar en el hipódromo— tomo el picaporte de la puerta y tiro suavemente de ella. Detrás aparecen dos chicos. Uno de ellos lleva una camisa de manga corta azul, con estampado de flores amarilla, naranja y verde, una camiseta blanca debajo, unos pantalones negros y mocasines azabaches. Un atuendo alegre. Mientras su compañero ha optado por una camiseta blanca, una chaqueta de cuero marrón, vaquero azul marino y botas café—. Qué elegantes. Me pica la curiosidad. ¿Hacéis algo esta noche?
—Pulir mi sexualidad— dice un Miles muy seguro de sí mismo y entra en el interior de la vivienda con una amplia sonrisa.
—Querrás decir iniciarla— le corrige la chica morena una vez Miles toma asiento en el sillón y se acomoda gustosamente en él.
—Le habéis metido algunos pajaritos de más en la cabeza— bromea Cyne. Vuelvo mi cabeza en su dirección y reparo en lo atractivo que está. Tiene uno de sus brazos apoyados en el marco de la puerta y su cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante. Intercambiamos una profunda y brillante mirada—. ¿Tienes plan para esta noche?
—Depende. ¿Tienes algo para mí?
—Algo hay.
Sonrío.
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Blind Dates
RomanceEl destino les había preparado una cita a ciegas a la que acudirían sin tener ni idea de que sus caminos jamás volverían a ir en direcciones opuestas. Maize Price jamás imaginó que huiría, subida en el coche de un completo desconocido, de una terrib...