—¿Alguna idea de qué hacemos ahora?
—Apuntarnos a la fiesta.
Siguiendo mi consejo, volvemos al lugar donde está la marcha y nos unimos a ella para no levantar sospechas. Subo a la mesa alrededor de la que se sienta Ray y todos sus colegas, con una botella en la mano de la que bebo largo y tendido antes de dejarme llevar por la música. Molly ha decidido ir junto al DJ para interesarse por el desempeño de su trabajo. Este se muestra abierto a enseñarle cómo pinchar discos, cediéndole un lugar a su lado.
—¡Subid esa música! — le pido al chico de cabello moreno y mechas azules que está pinchando. Muestra su dedo pulgar hacia arriba para dejarme claro que eso está hecho. La canción que empieza a brotar de los altavoces es rítmica y se cuela en mi cuerpo, poniendo a todos mis músculos en movimiento. Bailo en la mesa, usando el farol intercalado en ella como una barra, pegando mi espalda a ella y elevando una de mis piernas. Ray recorre con la mirada mi cuerpo, desde la punta de mi pie hasta la coronilla—. ¡Yo quiero bailar, toda la noche!
Muevo la cabeza, agitando mi pelo de un lado a otro, balanceándome hacia adelante, atrás y los lados gracias a la barra. Le cedo todo el peso de mi cuerpo a la gravedad, que me atrae con fuerza, pero no dejo que me engulla. Tengo un as bajo la manga y resulta que es mi mano agarrada al farol. Vuelvo a dejarme llevar por la música. Esta vez mi seguro es una pierna abrazada al soporte metálico. Inclino todo mi cuerpo hacia atrás y bebo de la botella.
—¡Uniros a mí! — sugiero a quienes me rodean.
Bajo de la mesa de un salto y, aunque caigo de pie, me tambaleo un poco. Todo mi alrededor está pasando a ser un lienzo abstracto y borroso. Una combinación de colores y formas poco delineadas. Pronto tengo a un grupo de hombres rodeándome y pegándose cada vez más. Especialmente Ray. Este parece querer dejar claro que tiene algún derecho sobre mí. Estoy felizmente bailando por mi cuenta, para mí, cuando noto el miembro duro de ese hombre en mi trasero.
—Hola, rubia. No hemos tenido oportunidad de conocernos. Aunque tengo que admitir que no te he quitado el ojo desde que te he visto llegar— susurra en mi oreja. Apesta a alcohol y tabaco. Con sus dedos acaricia mi cintura. Bajo la mirada y pillo sus manos yendo en dirección a mi espalda, con la intención de bajar reflejándose en sus oscuros ojos—. Quizás podríamos subir arriba, a mi dormitorio, para conocernos en más profundidad.
—No tengo el más mínimo interés en conocerte. Aunque hay algo que sí me gustaría hacer y que tiene que ver contigo.
—Ah, ¿sí? ¿Qué cosa?
—¡Huevos estrellados! — cojo su cara entre mis manos y golpeo mi cabeza con la suya. Eso le obliga a retroceder hasta acabar cayendo de espaldas a la parte honda de la piscina. Voy hasta una tumbona, me hago con un palote de natación de color rojo y regreso a tiempo para ver cómo asoma la cabeza Ray. Un hilillo de sangre escapa de su nariz hinchada—. ¿Así es como coqueteas con las mujeres? Ahora entiendo por qué en tu mesa solo había hombres. Déjame darte un consejo. La próxima vez prueba a preguntarle el nombre a la chica en cuestión antes de manosear su cuerpo sin permiso. Y quítate esa gorra. Se ve patética.
ESTÁS LEYENDO
Blind Dates
RomanceEl destino les había preparado una cita a ciegas a la que acudirían sin tener ni idea de que sus caminos jamás volverían a ir en direcciones opuestas. Maize Price jamás imaginó que huiría, subida en el coche de un completo desconocido, de una terrib...