Capítulo 7

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Llegué a casa, pero no me fui directamente a dormir, sino que me di una ducha y me entretuve creando un currículum— añadiendo alguna que otra experiencia inventada— y enviándolo a algunos lugares de trabajo que llamaban mi atención

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Llegué a casa, pero no me fui directamente a dormir, sino que me di una ducha y me entretuve creando un currículum— añadiendo alguna que otra experiencia inventada— y enviándolo a algunos lugares de trabajo que llamaban mi atención. También imprimí algunas hojas con mi información laboral para dar en mano. Después, me quedé dormida sobre la cama, con el ordenador abierto a un lado.

No duermo demasiado. Cuando despierto apenas han pasado unas cuatro horas. Tengo todo el cuerpo dolorido y dolor de cabeza. Ayer me pasé bebiendo. Mi mente está algo nublada. Tengo lagunas con respecto a algunos lapsos horarios de la noche. No recuerdo demasiado desde la jarra de sangría que tomé. Sin embargo, recuerdo perfectamente el baño en aquella presa y toda la movida con la policía. Y, cómo no, el inolvidable y húmedo paseo en coche de vuelta a casa.

El estómago me ruge. Es hora de darle gasolina. Y dicho esto, abandono el dormitorio después de haberme aseado rápidamente en el cuarto de baño, y guío mis pasos hacia la nevera. La abro de par en par y me encuentro con que no hay demasiado que llevarse a la boca: un tetrabrik de leche prácticamente vacío, un huevo abandonado en una balda y un tarro de mantequilla de cacahuete abierto.

Molly se planta en el salón y se deja caer en el sofá.

—No puedo con mi alma.

—¿No tienes que trabajar hoy?

—Sí. Dentro de una hora. Pero estoy plof. No creo que pueda ponerme delante de una cámara. ¿Tú me has visto? Incluso me he dado cuenta de que tengo un chicle pegado en el pelo.

—No creo que eso sea un chicle. Más bien los tropezones que había en mi vómito— ella se retira un mechón de pelo y lo acerca a su nariz para olerlo. El hastío se refleja en su cara. Se vale de sus manos apoyadas en sus rodillas para ponerse en pie—. Molly, ¿no tienes nada para desayunar? ¿o tu secreto para tener ese cuerpazo es comer hielo?

—Tengo que ir a hacer la compra. Pero todavía hay algo de comida en la nevera.

—¿Mantequilla de cacahuete oxidada, un culito de leche y un huevo caducado? — le lanzo una última mirada al interior del frigorífico y descubro que hay algo verde pegado en la pared del fondo. Cojo una espátula para poder separarlo sin problemas—. Ah y una rodaja de pepino.

—Es jamón en mal estado. Con moho.

Tiro el hallazgo a la papelera y aprovecho para hacer lo mismo con la espátula. Cuando doy media vuelta me encuentro con que Molly está bebiéndose lo que queda de leche directamente del tetrabrik, sin utilizar un vaso para ello.

—¿Qué vas a hacer hoy en el día?

—Echaré mi currículum en algún que otro sitio y me llegaré a una entrevista que tengo.

—Ve tranquila. Sé tú misma. Ya verás cómo te va de maravilla.

—Ya. Eso me dije en mis últimos siete trabajos— añado mientras me lavo las manos minuciosamente en el fregadero.

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