Affluenza

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-¿Quieres venir a la fiesta de Chris?- pregunta D desde la ventana de mi habitación. Ya es costumbre que se aparezca a horas poco comunes, así que ni siquiera me digno a preguntarle qué hace ahí, y menos a la una de la mañana.

-¿Es en serio? ¿Ese no es el que te cae como una patada en el culo?

-El mismo, pero hay que reconocer que da buenas fiestas- dice. Abro bien la ventana, para que entre con libertad a mi habitación.

-Sabes que no me gustan esas cosas- digo, tomando asiento en mi cama.

-Tienes que salir de la burbuja-me dice, moviendo los brazos con exageración mientras señala el cuarto en el que estamos.

-Pero tú siempre te marchas con Heather y termino aburrido rodeado de tus "amigos"-abro comillas cuando digo lo último.

-No hay Heather esta noche- levanta las cejas y sonríe.

-De todas maneras...

-De todas maneras, nada. Arréglate, que nos vamos.

-Pero, mamá...

-Tu mamá está dormida- dice, colocando su mano en el oído, en señal de que hay un silencio imperturbable.

-Está bien-entorno los ojos, pero debo admitir que en mi interior, me alegra que Heather no venga con nosotros por lo menos por hoy.- ¿Cuál es el motivo de la fiesta?-pregunto, cuando estoy colocándome mi pantalón más decente.

  -El padre de Chris está en Dubai con su nueva familia, y dejó la casa a su disposición- responde D, y se encoge de hombros.

-¿Y su madre?- pregunto.

-Está en algún retiro de meditación o una mierda parecida, así que si tiene el dinero ¿Por qué no tirar una fiesta desenfrenada?

-Es triste- esta vez me estoy colocando una nueva camisa.

-Lo es, pero es lo que dicen: el dinero no puede comprarte amor, pero un diamante te anima un poco ¿No? De todas maneras, Chris es un cabrón, y no deberías sentir lástima por él- finaliza D, cortante.

-Bien- dejo el tema hasta allí, ya que sé que si le sigo presionando, terminaré por enojarle, y no quiero hacerlo.- Estoy listo.

-Entonces, vamos-sonríe, y me impulsa a salir por la ventana.

Le hago caso.

De todas maneras, mamá no se daría cuenta.

Desde que murió papá, tiene que tomar pastillas que la noquean hasta el día siguiente, así que nunca sabría que me fui.

Subo al auto de D, y colocamos algo de música para contagiarnos un poco de la alegría, antes de llegar al verdadero caos.

Tal como lo imaginé, nos encontramos a un conjunto de personas bebiendo en copas de cristal, y entonándose con drogas sintéticas.

Al parecer es así como los ricos lidian con su depresión.


Kid KrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora