Cap. 4 - La Vampira de la Pereza

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- Sé que Lucoa puede parecer mala, pero es un amor de persona. Solo se deja llevar muy fácilmente, eso es todo, al igual que Yumeko. Las dos son buenas vampiras – exclamó Toshino Kyoko mientras entraba al salón donde estaba Yuzu.

Yuzu: Kyoko, ¿¡esa era la vampira más tranquila de todas!?

Kyoko: Em, sí, lo es, aunque no lo parezca.

Yuzu: ¡Casi me asfixia besándome mientras me metía la lengua! ¿¡Eso es ser tranquila!?

Kyoko: Lo sé, lo sé. Como te dije, solo se deja llevar muy fácilmente.

Yuzu: ¿¡Entonces qué me va a hacer la próxima vampira!?

Kyoko: Agh, la próxima vampira que vamos a visitar... - se quedó en silencio mientras frotaba nerviosa sus manos.

Yuzu: No me asustes, Kyoko. ¿Qué pasa con la próxima vampira? ¿Qué va a hacerme?

Kyoko: No, no va a hacerte nada, si no lo contrario... Bueno, es mejor ir yendo así podés entenderlo y verlo por vos misma.

Toshino volvió a chasquear sus dedos y, tal como antes, apareció la niebla que las transportó a ambas chicas a las puertas del salón de la próxima vampira. Una de estas puertas era tan negra que parecía que podía absorber cualquier luz cercana; la otra era blanca mate, contrastando enormemente con la anterior. En las columnas del costado había muchos decorados con distintas formas que Yuzu reconoció: una dona, una guitarra, una espada, un guante, una... ¿consola de videojuegos? Los adornos parecían muy fuera de lugar y desentonaban con el ambiente. ¿Qué tenía que ver una dona con un videojuego? Por eso, desorientada, Yuzu preguntó:

Yuzu: Kyoko, ¿qué es este lugar? ¿A qué vampira le pertenece?

Kyoko: Vas a conocer a la Vampira de la Pereza. Antes de entrar, por favor... - volvió a quedar en silencio, asustando aún más a Yuzu:

Yuzu: Vamos, Kyoko, ¿antes de entrar qué?

Kyoko: Recordá no perder la cordura. La Vampira de la Pereza es muy intensa y es difícil de controlar cuando se excita. Así que te recomendaría hacer lo que ella te pide.

Yuzu: ¿¡Que-que va a hacerme!? – preguntó muy asustada.

Kyoko se acercó para empujar la puerta. Pero, antes de que pueda abrirla... ¡AAAAAHHHH! Se escuchó un grito desde adentro que hizo que las dos chicas salten del susto. Acto seguido, se escuchó un... ¡JPSH! Un ruido que parecía ser un latigazo. Ante esto, Yuzu comprendió un poco mejor a Kyoko y los nervios volvieron a invadirla.

Yuzu: ¡NO! ¡NO VOY A HACER ESO, NO! ¡NO VA CONMIGO!

Kyoko: No, Yuzu, tranquila... Ella no va a hacerte nada... Si no que va a pedirte que se lo hagas.

Acto seguido, Kyoko empujó las puertas para dejar ver el interior del salón. Al igual que en la entrada, el salón estaba dividido en dos colores: un lado negro y el otro blanco. Yuzu comenzó a caminar por el camino principal. A los costados del mismo, había muchos peluches de osos desparramados por todos lados. En las paredes, el mismo osito estaba estampado. ¿Qué era ese lugar?

La luz era muy tenue y Yuzu no podía distinguir lo que había al final del pasillo, por lo que continuó avanzando. Lentamente fue notando una silueta que estaba parada en un costado... No, eran dos siluetas... No, eran tres. Eran muchas mujeres que se encontraban de pie a los bordes del camino por donde estaba caminando Yuzu. Todas tenían la cabeza alta y rostro triste y preocupado.

Una de esas mujeres tenía una campera roja que estaba muy apretada a su cuerpo, remarcándole su hermosa figura. Tenía el cabello marrón y lo tenía atado con una cola por encima de su cabeza. Su piel era tostada y su escote era casi perfectamente redondo. Otra mujer, mucho más bajita que Yuzu y que el resto, tenía el cabello rubio que le llegaba a los hombros y su piel era pálida. Tenía puesto un vestido que, en vez de emanar lujuria como los vestidos de las anteriores vampiras que conoció, era muy tierno y dulce que daban ganas de abrazarla.

Las siete vampiras del pecado (Yuri +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora