Capítulo 1

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DEJA VÚ


Aquí vamos.

Bajar del coche y caminar por la acera del aparcamiento ya suponía mucha determinación. Suspiré y seguí hacia la entrada principal. Walton era un instituto normal, como cualquier otro. Había estudiado hace muchos años en su escuela de niños, y no fue hace mucho cuando supe que expandieron su complejo, y abrieron su propio instituto dentro del campus. Al mudarme nuevamente aquí, decidí inscribirme y regresar.

Cuando llegué, mi vista se dejó deslumbrar por la nueva infraestructura. Los pasillos, instalaciones y espacios habían cambiado completamente. Mantenían esa esencia hogareña, sin embargo ahora lucían mucho más modernas y prácticas.

El fresco olor de áreas verdes y vegetación extendida, invadía el ambiente. El tejado de cristal que se ubicaba en la superficie del amplio comedor, permitía reflejar la iluminación del sol adecuadamente.

Mientras daba más pasos, más bonito me parecía el lugar.

Sin duda la renovación le sentaba de maravilla.

Los colores que primaban seguían siendo el blanco y el azul. Había tachos para residuos en cada esquina, con el claro objetivo de que no se ensucie el césped que predominaba y recorría todo el complejo. Además de sus blancos planteles, contrastando los colores vívidos de la muchedumbre.

-Dios, ni siquiera recuerdo cómo se socializa.- susurré para mis adentros.

Caminé en zancadas recorriendo los espacios amplios, y decisiva, le hablé a una estudiante para preguntarle cuál era la ubicación que me correspondía.

-Tres pasillos a la derecha. No te preocupes, si necesitas ayuda, seguro que encontrarás a alguien dispuesto a hacerlo. Por cierto soy Alana.

-Gracias, me has salvado. Soy Harmony.-agregué.

Alana, cabello claro, ojos verdes y de poco menos estatura que yo. Era de primer año. Bastante risueña y amable. No me quedé a conversar mucho con ella ya que tenía algo de prisa, sin embargo, sabía que de volverla a encontrar sin duda hablaríamos más.

Me encaminé hacia la dirección dada, y me detuve frente al nuevo pabellón arquitectónico.

Avance a pasos dudosos, admirando la nueva área, que sin duda era igual de excepcional que todas.

Entonces llegó él.

Interceptando y dejándome en seco.

-Perdida.

-¿Perdida?

-Estás perdida.

Sus mejillas se marcaban por unos adorables hoyuelos, mientras se expandía una sonrisa en su rostro. Su voz varonil y agradable me hizo suspirar.

Un querubín, vaya.

Su cabello lacio y poco ordenado, le daban un aire jovial. Sus ojos perfectamente intensos se achinaban debido a su expresión. Su apariencia exponía ternura y sensualidad.

-De hecho tanteaba el terreno.- afirmé observándolo fijamente.

-Yo creo que estás perdida.- reiteró divertido.

-Y no quiero admitirlo.

-Usualmente las personas pasan por aquí sin detenerse mucho en escrutar el ambiente.

-No había regresado a Walton en mucho tiempo, no pude evitar sorpresa al ver lo mucho que ha cambiado.

-¿Estudiaste antes aquí?

-Sí, bueno era la escuela donde estudiaron mis padres, y fui traída aquí también. Pero me mudé y no volví hasta ahora.

-Entonces ya conoces un poco, pensaba hacerte un recorrido.

-No soy novata, desde luego.- sonreí con convicción.

-Jasper Newman.- extendió su mano hacía mí y la estrechó.

-Harmony Dawson.- contribuí a la presentación. Por alguna extraña razón mencionamos nuestros apellidos, pero supongo que eso hacía del momento algo ameno.

-Te llamaré Har.

-Y yo Jas.

-Quizá nos veamos seguido. O quizá no.- aclaró pícaro.

-Creo que siempre recordaré tu rostro Jasper.-agregué mirándolo con diversión.

-Suelo ser inolvidable.

Ambos reímos, y continuamos platicando acerca de más irrelevancias para aprovechar el momento.

Posteriormente Jasper se despidió de mí, esperando que nos volviéramos a encontrar. Entonces caí en cuenta de que aún me quedaban unos minutos, y aproveché para caminar un poco más por allí.

De pronto a mi mente vino el recuerdo de un área al que solía recurrir de pequeña en Walton. En él no había más que semi edificaciones vacías y depósitos, por lo que no habría nadie, y necesitaba estar un momento a solas. Si es que aún ese lugar se conservaba.

Cuando llegué al susodicho espacio, no podía creerme que aún estaba, lucía mucho más desolado y apagado que antes, pero seguía allí. Subí por las escaleras y me ubiqué frente al balcón que daba al exterior. Normalmente me sentaba sobre él y suspendía mis piernas en el aire. Muchos deja vu 's rondaron mi mente y por impulso me acerqué hacia la barandilla. El aire galopó mi rostro y me sentí en calma.

Mientras estaba sumergida en mis pensamientos, el timbre repercutió en todas partes y supe que ya era hora de regresar. Sin embargo, sentí la presencia de alguien detrás mío.

Podía notar lo imponente o sombría que fuera su silueta, sobre mí.

Después de todo, este lugar ya no era solamente mío.

Con sutileza me giré para observarle, y estar más cerca de aquel tipo que generaba intriga. Al verlo frente a mí, sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Su rostro estaba a escasos centímetros del mío, con una mirada electrizante y fija.

Inexpresivo, vaya.

Posó sus brazos a los costados de mi cuerpo, sobre la barandilla, acorralándome junto a él. Por inercia retrocedí un poco, y mi espalda chocó con la estructura del balcón.

Desprendía un aroma varonil y fresco, aunque su semblante fuera extrañamente misteriosa e indescifrable. Su cabello castaño se movía ligeramente por el aire.

-¿Qué haces en mi balcón?- lo escuché pronunciar después de un largo lapso, con un tono determinante.

Al no obtener respuesta rápida, se incorporó audaz y alejó sus brazos de mí. Logrando que mi cuerpo pudiera liberarse de la presión del suyo.

-¿Tienes lengua?...-¡Responde!- aseveró cruzado de brazos, sin dejar de mirarme fulminante.

El arte de consumirnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora