capítulo8 nunca lo olvide ..""...

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—No aquí. —Tomó mi mano y me trajo dentro de mi apartamento, pateando la puerta para cerrarla detrás de nosotros y presionando mi espalda contra la pared. Me beso sin sentido mientras yo me retorcía contra él. Él agarró mi culo y presionó su erección contra mí. No estoy segura de cuánto tiempo pasó, pero mis bragas estaban empapadas, y nunca había estado tan excitada en toda mi vida.

Alcancé entre nosotros por el botón de sus vaqueros, pero su mano encontró la mía y me detuvo.

 

—__(tn), no. —Dejó escapar un gruñido frustrado y trabajó por mantener su respiración bajo control. Luego me dio un beso en la nariz.

 

— Has estado bebiendo. Por favor. Déjame llevarte a la cama.

—Dios, sí, —gemí.

Él se rió entre dientes. —Quiero decir que te arroparé para dormir.

Oh diablos. Había intentado sin éxito seducir al hombre que realmente quería. Mi pecho de pronto se sintió apretado, y tragué duro, forzando mis emociones a tomar un segundo plano. Asentí con mi consentimiento y me desenredé de él. No iba a llorar, pero maldita sea si no me sentía rechazada, traicionada.

Me dirigí hacia mi habitación, sin molestarme en encender la luz, ya que la luz de la luna que se filtraba daba suficiente luz para poder ver. Me desplomé sobre mi cama, esperando que él sólo me dejara sola antes de que rompiera en lágrimas que de seguro estaban por salir. Así que, por supuesto, él no lo hizo. Drew me siguió adentro, se arrodilló al lado de mi cama y me ayudó a meterme bajo las sábanas.

Cerré mis ojos y respiré profundo, lo cual sonó más como un suspiro de decepción.

—Oye. —Él apartó unos mechones sueltos de mi cabello fuera de mi rostro— ¿Qué pasa?

Me tragué el nudo gigante que se había alojado en mi garganta.

 

—Me siento como una idiota. Me lancé sobre ti, y… y… —Ni siquiera podía pronunciar las palabras. Fracaso. Épico.

Él continuó rozando mi cabello fuera de mi frente, alisándolo.

—Lo siento.

—Sólo déjame. —Presioné mis muslos juntos y apreté los puños.

Él me observó con una expresión de curiosidad. —Oh diablos, no puedo dejarte así. Déjame cuidar de ti esta noche.

Mis ojos se abrieron de golpe y mis latidos tomaron un ritmo incómodo. Quería decir que…

Él quitó las sábanas que estaban sobre mí y pasó sus manos sobre mis piernas desnudas. —Dime cómo hacerte venir.

Miré sus ojos, pero mi voz se negaba a cooperar. Él no me estaba rechazando, pero no pasó desapercibido para mí que él se negaba a compartirse a sí mismo conmigo. Por el momento, yo era impotente para detener esto. Necesitaba desesperadamente la liberación.

—¿Qué es lo que te gusta, hermosa?

Mi clítoris palpitaba con sus palabras. Oh, yo quería esto. No podía parar ahora ni por todo el dinero del mundo. Él se inclinó y besó mi boca con suaves mordiscos y tiernos besos castos.

—Tócame, por favor, —le supliqué.

Él se apartó de mi boca y con facilidad bajó mis pantalones cortos de algodón y mi ropa interior, removiéndolos por completo. Debí haberme sentido avergonzada, expuesta, pero no lo hice. Yo sufría por su toque. Él colocó su palma sobre mi vientre, sus dedos rozando mi tatuaje en su camino hacia el sur. Mi respiración se dificultó y no pude evitar levantar mis caderas de la cama, deseosa de sentir sus manos contra mí. Era como la fantasía que tuve sobre él, sólo que mejor de lo que esperé.

Sus ojos me devoraban y me encontré de repente agradecida de que Liz había reprendido mis hábitos de cuidado personal hace unos meses y yo estaba ahora con el hábito de afeitarme completamente desnuda. Él se inclinó más cerca y me dio un beso sobre mi cadera tatuada y no pude evitar dejar escapar un gemido. Sus besos continuaron a lo largo de mi vientre y en la parte superior de mi monte de Venus. El calor y el deseo inundaban sus ojos cuando él se apartó para mirarme.

Él levantó mis caderas para dar cabida a sí mismo en la cama y posicionarse cerca de mí. Me dio un beso en el vientre y soltó un suave gemido.

Se sentó de nuevo para admirarme, y pasó sus dedos sobre mi vagina bien afeitada. Usó sus pulgares para abrir mis labios internos, frotando suavemente con sus dedos sobre la humedad.

 

—Tan bella. —susurró.

No podía dejar de gemir. Mi clítoris estaba hinchado y demasiado sensible.

—Por favor, —le supliqué.

—Voy a hacerlo mejor.

Usó su pulgar para trazar un patrón lento y circular sobre mi clítoris y se inclinó para besarme. Arrasé su boca con mi lengua, agradeciendo sus hábiles dedos. Mi respiración se aceleró y mis gemidos eran más pronunciados contra su ataque de besos. Él trajo su otra mano hacia mi mandíbula, e inclinó mi cabeza hacia un lado, chupando y mordiendo a lo largo de mi cuello mientras sus dedos continuaban su fascinante danza.

Presioné mi cabeza contra la almohada y levanté mis caderas para retorcerme contra su talentosa mano. Yo estaba tan cerca. Abrí mis ojos para mirarlo y sus ojos estaba fijos en los míos.

Él se llevó su dedo medio a la boca, y lo humedeció con un movimiento de succión. Luego gentilmente extendió su largo dedo dentro de mí sin dejar de trabajar en mí con su otra mano. Las sensaciones eran demasiado. Levanté mis caderas de la cama, igualando su ritmo para moverme contra él. Mis gemidos se hicieron más fuertes y menos controlados.

 

—Drew, —grité.

—Shh. Te tengo, nena. —Continuó deslizando su dedo dentro y fuera, su ritmo acelerándose ligeramente mientras yo me acercaba. Besó mis labios y respiró contra mi boca mientras me venía. Grité su nombre una y otra vez hasta que lo último de mi orgasmo se sacudió a través de mí.

Unos momentos más tarde, abrí mis ojos para verlo aún mirándome. Mis mejillas estaban sonrojadas y mi respiración aún entrecortada, pero no me importó cómo lucía entonces, yo sólo quería tocarlo, hacerle sentir de la misma manera, verlo venirse.

Me senté y alcancé por la cintura de sus vaqueros, trabajando para desabrocharlos.

—No. Sólo duerme ahora, cariño. —Empujó suavemente mis hombros contra la cama, y luego ajustó su erección.

Gemí en señal de protesta, pero él me besó de nuevo, silenciando mi súplica.

Mis ojos se cerraron y saboreé su beso.

—Sólo descansa.

Yo quería discutir, pero de pronto la cama se sentía demasiado bien y el sueño estaba demasiado cerca. Los efectos combinados del alcohol y mi orgasmo me habían dejado agotada.

amnesia ''''....amor,drama..'''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora