Tormenta

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19:00 p.m.

 -¿Segura que no prefieres llamar un medico para que te revisen?- hablo en hombre, abriendo la puerta de su lujoso casa, la cual no era muy grande, pero valla que era hermosa.

- No, no es grave, solo son algunos golpes y raspones. Estaré bien.- La chica entro detrás de él.- Gracias por preocuparse, señor.- menciono sonrojada.

- Deja que me haga cargo de eso.- tomando el equipaje que la muchacha cargaba.- Es mejor que no te esfuerces, necesitas descansar. Y por favor Rin, llámame Sesshomaru. O amor, como tu prefieras.- sonrió.

- Si, disculpa es que todavía no me acostumbro.- hablo apenada.- Pero te prometo que lo are.

- Bueno, después de unos días aquí seguramente no tendrás problemas. Antes de acomodar tus pertenencias ¿Te gustaría comer algo? A mi tal vez...- Dejo el equipaje en el living. 

- Me encantaría ¿Y que hay para cenar?

- Eh, bueno... creo que nada.- muy pocas veces el peliplata comía en casa. Pues su trabajo, reuniones (y no saber cocinar) lo empujaban a desayunar, almorzar e incluso cenar fuera la mayoría de las veces. Ademas, él no tenia nadie con quien compartir una comida casera. ¿Había algo mas triste que esforzarse en preparar algo rico y al final comerlo solo?- Pero podemos pedir a domicilio.- saco su teléfono para marcar.

- Si quiere yo puedo cocinar algo.- menciono emocionada.- Se hacer carne, pastas, pollo...

- No Rin, tu eres mi invitada ¿Como voy a pedirte algo así?

- Señ... Sesshomaru, tu me recibiste aquí, me estas ayudando sin pedir nada a cambio. Quiero retribuirte de alguna forma.- se apresuro a contestar.- Y a mi me encanta cocinar, por favor si.- junto sus manos en un gesto suplicante y tierno al que él hombre no se puso negar.

- Bien, tu ganas... Que poca resistencia tengo con ella.

- Yeeeei!!- aplaudió feliz.- ¿Que se te antoja?

- Pastas esta bien.

- ¡De inmediato!- ... la chica no se movió ni un milímetro.

- ¿Que sucede?

- ¿Hacia donde esta la cocina?.- rió vergonzosa.

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 Sesshomaru levanto su tenedor, llevando la comida a su boca para probarla. Rin esperaba expectante. Él mastico lentamente, concentrándose en el sabor y luego trago.

- Esto... ¡esto es lo mas delicioso que e probado!- no dudo en dar otro bocado.

 Los ojos de la muchacha brillaron de felicidad.- Que bueno que te guste.- sonrió feliz, procediendo a comer también.

- Sabes. -termino de tragar.- Si me cocinas otra vez se me ara costumbre, y ya no querré que te marches.- Menciono en tono de broma, aunque realmente era lo que deseaba, que Rin nunca se marche.

- Quizá pueda contratarme como cocinera en lugar de secretaria.- bromeo.

- Lo voy a pensar.

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La lluvia golpeaba ferozmente contra el techo de la casa.

 Sesshomaru se removió inquieto en la cama. No podía conciliar el sueño sabiendo que Rin estaba en la habitación de al lado, a tan solo unos pasos de él. Los incontrolables deseos de ir por ella se desbordaban en su cabeza y por mas que se esforzaba no lograba suprimirlos. Se levanto de la cama, dirigiéndose al baño cuando un extraño sonido llamo su atención. Eran como una especie de quejido.

 El ruido lo llevo hasta la habitación de la muchacha. Preocupado por su condición abrió la puerta con cuidado, encontrándose a Rin sumida en lo que parecía ser una pesadilla, la joven se notaba  intranquila y agitada. Se acerco, moviendola levemente para despertarla, ella abrió sus ojos de golpe, asustada al ver a alguien ahí.

- Rin.

Esa voz la tranquilizo.

- Señor...- froto sus ojos despabilándose un poco.- ¿Que hace aqui?

- Escuche unos quejidos y pensé que tenias problemas ¿Estas bien?

- ¿eh? si, solo...- suspiro pesadamente.- Tuve uno pesadilla, eso el todo.- un poderoso trueno resonó en las afueras exaltandola todavía mas. 

- ¿Volviste a soñar con él?- se animo a preguntar. 

- Si.- no era la primera vez que pasaba, en estos últimos días, tres para ser exactos, Rin ya había tenido pesadillas con ese tipo volviendo a terminar lo que empezó.- Creo que no podre dormir tranquila hasta que lo encuentren.- agacho la cabeza.- Odio sentirme así, tan débil.

- No digas eso Rin.- él hombre se sentó a su lado.- Tú no eres débil, otra mujer en tu posición se hubiera sometido a ese imbécil, pero tú te defendiste. Eso no lo hace cualquiera.- la rodeo con sus brazos. Tú eres especial

- Gracias.- ella sonrió y correspondió el abrazo, apoyando su cabeza en el pecho de él.- Eres lindo al decir eso.

 Acaricio su cabeza y beso su frente.- Rin, hay algo que necesito decirte.- se separo unos centímetros para mirarla a la cara.- Eres muy importante para mi. ¡Cobarde! ¡Debías decirle que la amas!

 Ella alzo su hermosa mirada de chocolate hacia él.-Tu también eres importante para mi.- le sonrió.- ¿Puedo pedirte algo?

- Adelante.

-¿Podrías...- se sonrojo un poco y desvió la mirada.- dormir conmigo hoy?

 Él no respondió, en lugar de eso se recostó en la cama, pegándose a ella y cubrió a ambos con la manta. Rin se recostó sobre el cálido pecho del hombre y cerro los ojos escuchando las relajantes palpitaciones de su corazón.- Gracias. Contigo siempre me siento tranquila.- Se acurruco aun más contra él. Huele muy bien.

 
Sesshomaru metió su mano por debajo del pijama de la chica, acariciándole la espalda. Podía escuchar como su ''novia'' casi ronroneaba respondiendo al agradable tacto. Él dejo escapar un largo suspiro, disfrutando la confortable sensación de ese cuerpo sobre el suyo. Era la primera vez (sin contar los sucesos de New York) que ellos se encontraban en una situación tan intima y sin embargo no tuvo ningún pensamiento desubicado en ese momento, lo único que deseaba era estar a su lado. Finalmente dejo que el sueño lo venciera.

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 Estaciono el auto en la entrada de la casa y bajo. Solo buscaría algo de ropa y regresaría al la casa de su jefe, como se lo prometió. Y aunque al principio el peliplata se mostró reacio a dejarla ir sola, al final acepto. Que extraño, se supone que debería haber una patrulla aquí. Recordó que esa fueron las palabras de uno de los oficiales, que una patrulla vigilaría su casa como prevención, por si Kouji volvía pero no había nadie. Tal vez se marcharon porque saben que no me estoy quedando aquí. 

 Ni bien puso un pie en la casa una desagradable sensación le recorrió la espina dorsal, encendiendo todas las alarmar en su cuerpo. Buscare ropa y me largare los mas rápido posible.

Y así lo hizo, se dirigió al cuarto, tomo un bolso y coloco sus pertenencias en el. 

 Puso su mano en la manija de la puerta principal de su ''hogar'' pero no llego ni siquiera a abrirla cuando un fuerte dolor en su nuca la hizo desplomarse en el suelo. Su vista se torno borrosa, su cuerpo no le respondió y lo único que pudo ver fue la figura de un hombre agacharse hacia ella. 

- No debiste traicionarme.


Esa voz... Todo esta volviéndose negro.



ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora