Bésame, Eren

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La tensión entre ellos podía cortarse con un cuchillo. Con demasiado alcohol corriendo por las venas de Mikasa, Eren aún estaba esperando lo peor.

Ambos se encontraban tumbados en el jardín de la casa de Sasha. La fiesta se encontraba en su apogeo y la música se escuchaba hasta la siguiente calle. Sin embargo, Eren se vio en la necesidad de sacar a su compañera de la fiesta, debido a lo imprudente que estaba siendo. Luego del quinto vaso de tequila con refresco de toronja y cerveza mezclada con vodka de dudosa procedencia, Mikasa se había echado a llorar en sus brazos debido a la incertidumbre que su relación le causaba, sumado al dolor provocado al saber que el castaño no era del todo feliz.

Eren se negaba a tener esa conversación con ella en estado de ebriedad, aunque debió suponer que aquella batalla estaba perdida, pues Mikasa ebria era un peligro para su integridad. Tuvo que sacarla del recinto para que tomara aire y se calmara un poco. Debía admitir que no sabía cómo lidiar con sus arranques. La amaba, sí, demasiado, mas no quería quedarse estancado solo con su relación y tampoco quería privarla de que conociera a más personas. Sin embargo, su egoísmo a veces le pesaba más y tampoco quería alejarse de ella. Lo atraía como si de un imán se tratase.

Mikasa siempre fue su debilidad.

Llevaban cerca de una hora tumbados en el pasto. La casa de Sasha era bastante grande, y el jardín no era la excepción; más pronto que tarde, Eren logró encontrar un lugar privado para que Mikasa pudiera desatar su furia contra él sin público presente. Grande fue su sorpresa cuando su amiga y ex novia se mantuvo en silencio, algo inusual en su estado.

Pasaron algunos minutos más en silencio, hasta que Mikasa rompió el silencio.

–Sabes, Eren––habló con tranquilidad––, yo daría muchas cosas por que fueras feliz, incluso mi felicidad... por ti.––finalizó, mientras observaba la oscuridad del cielo.

Eren meditó sus palabras, Mikasa siempre había sido así, ella sería capaz de abandonarse a sí misma por él. La contempló durante unos minutos. Los cambios eran notorios desde que la conoció: su cabello ahora lo llevaba más corto, su piel seguía tan blanca que podía distinguir algunas de sus venas. Aunque otras simplemente no cambiaban, sus ojos grises lo seguían mirando con amor, a pesar de que este se hubiera transformado con el paso de los años, sus sentimientos eran la única constante.

Se atrevió a entrelazar sus dedos. Su mano estaba fría y no era para menos, a penas llevaba una falda negra, botas, una camiseta negra y una chamarra de mezclilla; un conjunto bastante temerario para una fría noche de otoño. Mikasa lo miró extrañada, mas no retiró su mano al contacto, en cambio lo afianzó. Sus ojos brillaban debido a las lágrimas que comenzaban a acumularse y Eren se apresuró a limpiar una que se había escapado.

–Estoy cansada, Eren. Ya no puedo.––sollozó mientras se acercaba más a él.––Amarte me lastima, pero tampoco quiero dejarte. No quiero perderte.

–Mikasa, no me vas a perder, pero si eso es lo mejor para ti...––hizo una pausa. Para nada quería a Mikasa fuera de su vida, pero la dejaría ir si eso le ayudaba.––Quizá separarnos sea lo mejor. Aunque...siempre estaré aquí para ti.––sentenció al tiempo que se reincorporaba, sin soltar la mano de la joven a su lado.

Mikasa suspiró, ya era una guerra perdida. Él no la detendría, ¿por qué ella debería detenerse? Ya había dicho todo lo que tenía que decir y ofreció todo lo que tenía que ofrecer. Por primera vez, ambos estaban de acuerdo: no se perderían, pero ya no podían estar juntos.

Ella imitó su acción, y se sentó, soltando una pequeña risa que llamó la atención del ojiverde. La observó mientras ella acariciaba su mano, se sentía cálida. Ella siempre le transmitía calidez. Y por fin, pudo ver decisión en su mirada aun empañada por las lágrimas, las cuales desaparecían dándole paso a una sonrisa que hacía mucho tiempo no veía. Él le devolvió la sonrisa.

En cualquier universo [One-Shots Eremika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora