A ti, en un café de un mundo libre

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Advertencia: Este capítulo contiene demasiados spoilers del manga y su final. Lean bajo su propio riesgo

Se encontraban en un pequeño poblado, pintoresco, que le recordaba al estilo francés de algún otro país que habían visitado. Estuvo vagando durante un buen rato por las calles del pueblecillo durante un buen rato. Su novia declinó la oferta del recorrido y volvió con los demás al hotel donde se hospedaban después de una larga jornada de charlas sobre las negociaciones de paz: al día siguiente partirían a Paradis.

Era en esos días cuando extrañaba su vida militar en la isla. Había días en los que también añoraba que su única preocupación fuera exterminar a los titanes fuera de los muros. Una pequeña sonrisa melancólica adorno su rostro ante el recuerdo.

Sin embargo, la sonrisa se transformó en una sombra, pues recordó que Mikasa había desaparecido tres años atrás, justo después del fin de la "Batalla del cielo y la tierra". No encontraron señales de ella por ningún lado.

Tampoco encontraron el cuerpo de Eren para confirmar su muerte. A pesar de ello, decidieron darlo por muerto por el bien de las futuras negociaciones y la paz. Al pensar en ellos, no podía evitar revivir su última conversación con Eren y sus deseos por tener una vida a lado de Mikasa. Lo mucho que deseaba vivir, pero que su destino le impedía.

Su corazón dolía con el amor imposible de sus amigos. Deseaba que las cosas hubiesen terminado de manera diferente.

Sus pensamientos continuaron en esa dirección hasta que sus pasos se detuvieron frente a un restaurante. Armin seguía impresionado con la rapidez en que el mundo le hacía frente a la tragedia del retumbar. Los poblados que no fueron arrasados por los titanes renacieron por completo; mientras que aquellos que estuvieron por desaparecer, poco a poco recuperaban su forma en el horrible lienzo blanco que Eren dejó. Su amigo sí que podía ser un bastardo bastante suicida.

Se adentró en el pintoresco establecimiento, tomando asiento en una mesa vacía en la terraza del local. Llevaba el saco sobre sus hombros, su camisa arremangada hasta los codos con la corbata desatada. Se encontraban en pleno verano, el clima era ideal para disfrutar con una bebida refrescante y deleitarse con los sonidos de una civilización resiliente.

Dejó el saco en el respaldo de la silla junto a su corbata. Ordenó agua mineral combinada con un saborizante sabor a limón. Soda italiana le decían.

Con el atardecer a la vuelta de la esquina, los colores naranja y rosado se abrían paso en el cielo. "Ojalá Eren y Mikasa estuvieran aquí" pensó con melancolía. Tan perdido en sus pensamientos estaba que dejó pasar la llegada de una pareja que se sentó a un par de mesas cerca de él.

Un rato después, sus ojos encontraron los del jovena unas mesas de distancia. Los ojos de Armin casi se salen de sus órbitas anteel descubrimiento. Sus ojos no podían apartarse de los verde azulado del quealguna vez fue su mejor amigo, quien le regalaba una sonrisa de oreja a oreja.Parecía un niño con los mechones saliendo de su moño desordenado y la hilera dedientes blancos asomándose. ¿Desde cuándo Eren sonreía de esa forma? 

La respuesta llegó cuando miró a su acompañante. Vislumbró a su amiga, con la cortina de cabello azabache cayendo con gracia hasta su cintura, iba atado en una pequeña coleta en medio de su cabeza. Su piel pálida contrastaba con la piel canela de su amigo y el precioso vestido azul en el que estaba ataviada. Curiosamente, la bufanda roja no era parte de sus accesorios. Por otro lado, Eren portaba una camisa gris arremangada hasta los codos. Eren le dedicó una mirada a Mikasa y al voltear, ambos le dedicaron una sonrisa cargada de nostalgia. Armin juraba que se echaría a llorar en cualquier momento.

En cualquier universo [One-Shots Eremika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora