¿Eres tú? [Especial Halloween]

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Iba caminando de vuelta a su hogar luego de 36 horas continuas de guardia en el hospital. Adoraba su trabajo, pero algunas veces, necesitaba urgentemente un descanso.

Eran exactamente las 8 de la noche del 30 de octubre, cuando sintió una intensa mirada que provenía del otro extremo de la calle. Decidió voltear para identificar a la persona que lo observaba y ponía incómodo. Sus sentidos entraron en alerta.

Seguramente se trataba de algún asaltante. Aceleró el pasó para alcanzar la avenida principal y tomar el bus. Quería caminar a su hogar, pero su instinto le pedía que desistiera de esa idea. Cruzó la calle, mirando a sus alrededores.

No había nadie.

Probablemente su cerebro se encontraba al borde del colapso, no había dormido nada en las últimas horas. Seguro era eso, sin embargo, la sensación de sentirse observado no desaparecía.

Continuó su camino, ya podía escuchar el bullicio de las personas y los claxonazos de la avenida principal. Si alguien lo seguía, podría perderse entre la multitud.

Mas no se percató del callejón oscuro ubicado media cuadra antes de alcanzar su anhelado destino. De la nada, jalaron de su brazo, arrastrándolo a la oscuridad de aquel estrecho lugar. Intentó forcejear, pero toda su cordura y el poco entrenamiento de MMA que poseía, se fueron al lastre cuando se encontró cara a cara con la sonrisa siniestra que le regalaba el contrario.

Su asaltante se acercó peligrosamente a él con un pañuelo en mano. Si quería regresar a su hogar tenía que pelear, pero estaba congelado, no podía mover ni un solo músculo de su cuerpo. Sus piernas comenzaron a retroceder hasta que su espalda chocó contra una pared.

No había salida, se había terminado.

Estaba ideando un plan para poder escapar, lanzó un golpe al rostro del sujeto, pero este lo esquivo con tal precisión que supuso que el tipo le había leído la mente.

Hasta que aquella voz que conocía demasiado bien, finalmente, pronunció con una sonrisa que le heló la sangre: ––Ahora es mi turno, le daré tus saludos a Mikasa.

Se paralizó y de pronto, la oscuridad le dio la bienvenida. Eran las 8:10 de la noche.

{...}

30 de octubre, 11:15 p.m.

Era un milagro que hubiese conseguido regresar a suhogar con no más que un pequeño golpe en su pómulo derecho que tenía una ligeratonalidad rojiza y morada. Nada de qué preocuparse. Todo estaba solucionado. 

Todo saldría bien.

Dentro de su hogar, Mikasa estaba absorta en sus pensamientos; Eren no acostumbraba a desaparecer de esa forma, no sin avisarle. Mas sus preocupaciones se fueron por la borda cuando escuchó la puerta principal cerrarse y los pasos acercarse cuidadosamente a su encuentro.

Estaba sentada en la pequeña isla de la cocina bebiendo un té para calmar sus nervios. No necesitaba ser adivina para saber que los brazos que la envolvían desde la espalda eran los de su marido. Poco a poco la fue pegando más hacia su pecho mientras depositaba algunos besos sobre su cabeza y mejillas. Se quedaron en esa posición durante unos minutos hasta que lo escuchó hablar.

––Estaba preocupada, debiste llamar.––dijo su contraria mientras acariciaba su mejilla.

––Lo siento preciosa, tuve un pequeño contratiempo y no pude avisarte.––pronunció con voz cansada.

La joven se soltó de su agarre para poder verlo de frente. Grande fue su sorpresa cuando se encontró con el golpe en su pómulo.

––Dios, Eren, ¿qué te pasó?––preguntó alarmada al tiempo que se levantaba de su asiento yendo al congelador para sacar una bolsa de guisantes y colocarla en la zona afectada.

En cualquier universo [One-Shots Eremika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora