El primer impulso que tuve fue el de dar la vuelta, pero sabía que era imposible.
En una rápida ojeada vi a mis compañeros y a los profesores. Todos en el avión me dirigían miradas repletas de odio. Incluso los viajeros que no me conocían. No sabía qué me hacía más daño: el peso de Aarón sobre la maleta o cada una de ésas miradas golpeándome en cada milímetro de mi piel.
Mi profesora de inglés vino corriendo hacia mí. Los ojos los tenía fuera de las órbitas.
—¿¡Estás loca!? ¿Dónde estabas? ¡Tenías el móvil apagado!
—Emmm… yo…
No me salían las palabras, había cometido una enorme estupidez. Me mareé.
—¡Casi nos quedamos todos aquí por tu culpa!—la profesora estaba roja de ira, y los ojos se me llenaron de lágrimas. Todas las personas del avión miraban el espectáculo que habíamos formado.
—Yo… Lo siento mucho.
—¡No nos vale un lo siento! ¡Que sepas que vamos a tener que tomar medidas una vez volvamos al centro, y que sepas que tus padres ya están avisados de todo! ¡Y siéntate, que vamos a despegar!—dijo, con un chillido que me reventó los tímpanos.
Joder. Mis padres. Les había dicho que les iba a llamar justo al llegar al aeropuerto, pero con lo de Aarón ni siquiera me había acordado. Ahora lo único que pensarían de mí sería que era una maleducada y que estaba ida de la cabeza.
¿De verdad me merecía yo todo eso?
Me deprimí, porque sabía que sí. Había sido mi culpa. Todo por mi culpa.
La profesora de inglés volvió a su sitio gritando y criticando mi comportamiento ante los demás profesores, que además asentían con la cabeza y hacían gestos. Lo que me faltaba, que me tuvieran aún más manía.
Empujé la maleta por el pasillo buscando mi asiento. Sentía las miradas de los pasajeros clavadas en mí. Algunos hasta se rieron. Imaginé el gusto que le estaba dando a Alba verme así.
Pero eso no era lo peor. Lo peor era recapacitar y pensar en lo que había hecho. Ahora mismo llevaba a un chico dentro de mi maleta de mano, que podía ser descubierto en cualquier momento. El pobre Aarón iba a ahogarse. Me imaginaba a mí misma abriendo la maleta y encontrándome su cadáver asfixiado. ¿Qué iba a hacer con la maleta? ¿Cómo iba a sacarlo? ¿De verdad iba a ir al baño del avión para sacarlo? ¿Y qué persona normal iba al baño con una maleta? Pero no me quedaba otra opción: era ir al baño ya o que Aarón se ahogara.
Busqué a una azafata y le dije que necesitaba urgentemente ir al baño. Esperaba una respuesta educada de su parte, pero se limitó a mirarme mal y a decirme que el avión iba a despegar ya, y que me aguantara unos minutos que ya era mayorcita.
Al parecer me odiaban hasta las azafatas.
Humillada, intenté buscar mi asiento a través del pasillo, pero no veía nada, tenía los ojos inundados de lágrimas. Tropecé con uno de los asientos y casi me pegué un buen golpe, pero justo antes de caer me apoyé en el respaldo de otro asiento.
En ése momento, me sentía la persona más gilipollas del universo.
34, 35, 36… C.
Y mis ojos se llenaron aún de más lágrimas cuando miré hacia mi asiento y vi junto a él a Evelyn, arrojándome desprecio.
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Tras la cristalera - Incompleta
Teen FictionUna chica. Un vuelo a Londres. Un chico. Un vuelo a Hungría. Se encontraron por casualidad en un aeropuerto. Pero no quieren olvidarse. ________________________________ Novela registrada en SafeCreative