Capítulo 4

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            Nuestro embarque iba a comenzar en cuarenta y cinco minutos.
            Estábamos esperando en una fila de sillas que había enfrente de la puerta desde la que íbamos a coger el vuelo. Yo estaba sentada al lado de Evelyn, y de Peter, que se entretenía escuchando música. Evelyn estaba leyendo un libro que había traído, y de vez en cuando, miraba el móvil, escribía algo, y volvía a seguir leyendo.

            No podía creerlo. Era el primer flechazo que había tenido en mi vida  y estaba a punto de, literalmente, irse volando. Quería volver a verle, al menos, saber su nombre. Pero ya no podía, ahora estaba con mis compañeros de clase esperando a que saliera el puñetero avión de las narices. Estaba cabreada.

            Y como no podía aguantar más, salté.

            —Evelyn, me voy. Estoy harta de esperar aquí sin hacer nada.
            Mi amiga levantó la cabeza del libro que estaba leyendo.

            —Tía, no podemos irnos, el avión va a salir en nada.

            —Falta todavía mucho. Si no quieres venir, me voy sola.

            Dejando a Evelyn sin poder decir palabra, cogí mi maleta de mano y me fui corriendo con rumbo desconocido. Los profesores empezaron a gritarme pero me daba absolutamente igual. Tenía que verle como fuera.

            Quince minutos más tarde, estaba agotada. Había buscado en todos los lugares que pude, pero finalmente, me di por vencida.

            Nunca más vería al chico de mis sueños, y la primera y última vez que le vi siempre sería en un mugriento McDonald's de aeropuerto.

            Era súper romántico.

            Volvía a donde estaban mis compañeros mirando al suelo y con una tristeza enorme. Me sentía mal por Evelyn, la había abandonado y no le había dado la oportunidad de protestar. ¿Qué más podría pasarme en un día como aquel?

            

Tras la cristalera - IncompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora