Capítulo 5

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                Me choqué con una figura y detuve mis cavilaciones.

—Perdón—dije casi automáticamente, pues me había chocado con bastantes personas mientras buscaba al chico.

—No te preocupes. No pasa nada.

            Yo aguardaba a que se apartara pero no lo hacía.

            Entonces le miré a la cara.

            Era él y su sonrisa.

            El corazón me latía con fuerza. Me quedé sin palabras. Pero el tiempo pasaba, y faltaban poco más de cinco minutos para que saliera mi avión. Debía decir algo, pues su sonrisa no parecía dispuesta a decir ninguna palabra.

            —¿Qué... Qué haces tú aquí?

            —Voy a coger un vuelo, lógicamente—dijo, y sonrió más aún.

            —Mi vuelo sale en cinco minutos. Te había visto antes en la hamburguesería.

            —Y yo a ti —Acercó una mano a mi cabeza y me tocó el pelo. Te estaba buscando. No quería irme sin poder verte de nuevo.

            Mi corazón palpitaba ahora con tanta fuerza que creía que me iba a desmayar.

            —Yo... Me ha pasado algo igual, me acababa de rendir y ahora has aparecido aquí y...—No pude seguir hablando. Me puse roja y me tapé la cara de emoción.

            Él se río.

            De repente me di cuenta de que aún no sabía su nombre.

            —¿Cómo te llamas?

            —Aarón. ¿Y... tú?

            Aarón. Qué nombre tan precioso. Dios, me encantaba. Pero me tenía que ir. Tenía que irme, no podía quedarme a no ser que quisiera vivir en un aeropuerto. No lo soportaba.

            —En fin, tengo que irme, voy a perder el vuelo.

            —No, no te vayas aún, por favor. —Esta vez sonó realmente preocupado.

            Y en ése momento se oyó por megafonía el anuncio de que el embarque de mi vuelo iba a comenzar. Y Aarón me miró. No quería que ésa fuera la última vez que nos viéramos. Y yo tampoco.

            Noté mi móvil vibrando en el bolsillo. Era Evelyn. Iba a contestarle, pero, Aarón, en cuanto notó mis intenciones, pasó su dedo por la pantalla de mi móvil y colgó.
            —No contestes. Sígueme.

            —¡No puedo! ¡Voy a perder el avión!

            —¿Prefieres perder un avión o perderme a mí? —dijo ofreciéndome un brazo.

Mi móvil volvió a sonar, Evelyn probablemente estaba enloqueciendo.
            Y, sin pensarlo, colgué, apagué el móvil, cogí el brazo de Aarón y me fui con él.

Tras la cristalera - IncompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora