Sin dudar.

Capítulo 15: No puedo.

Armando:

En cuanto Fernando y yo reaccionamos por la acción de Erika, ambos nos arrojamos a la piscina para rescatarla, él la sujetó del cabello sacándola del agua y recostándola en el pasto, mientras que yo oprimía su estómago intentando que respire, ella abrió los ojos y se sentó sin dejar de toser, estaba furioso pero agradecido de que no le ocurriera nada, Fernando fue el primero en hablar.

—Te has ganado un gran castigo y esta vez no pienso ser piadoso.

Yo también quería castigarla, lo que hizo fue irresponsable y peligroso pero deseaba más poder abrazarla, besar su mejilla y decirle que me moriría su algo le sucediera.

—¿Por qué lo hiciste Erika? —Acaricié su mejilla mientras esperaba su respuesta.

—Ya no soportaba el ardor de mi piel, el gel que me aplicó me quemaba de una insoportable manera.

Observé su piel y efectivamente estaba roja e irritada, el gel debió generarle una reacción alérgica a su irritable piel.

—Ese no es un pretexto, debiste decir tus palabras de seguridad —Fernando levantó el rostro de ella para que observara su oscurecida mirada.

—Tenía miedo de que ambos se enojaran con migo y pensaran que soy débil.

—¿Enojados? Fúricos Erika, si no soportabas la sensación, tu obligación es informarlo, ¿Cómo vamos a cuidarte si tú no lo permites? —Los gritos de Fernando asustaron a mí sumisa, quería interrumpirlo y decirle que la perdonaba pero él tenía razón, ella se había puesto en peligro, además de ocultar su malestar.

—Lo lamento señor, perdón, yo solo quería aliviar el dolor, sé que merezco un castigo y lo aceptaré sin reprochar.

—Fernando, ¿Podemos hablar en privado?

—Claro Armando, sígueme —Ambos entramos a la casa y nos sentamos en el sillón.

—No creo que sea apropiado castigarla, su piel está muy sensible.

—Exacto, sufrió una reacción alérgica, ella debió decir lo que sentía, Armando, puedo darme cuenta de tus sentimientos por Erika y me alegro por ambos, yo nunca me he opuesto al amor en una relación D/S pero debes ser imparcial cuando se trata de los castigos.

—Estoy enamorado de ella, pensé que no me afectaría, creí que podría seguir siendo el Amo exigente y firme pero cuando se equivoca, cuando comete un error, yo solo quiero consolarla para evitar su tristeza.

—Puede ser difícil, solo tienes la necesidad de protegerla, de primordializar sus necesidades y eso es perfecto, pero debes recordar que la disciplina es parte de esta relación, por lo que en este momento, Erika necesita un castigo.

—Tienes razón pero debe ser uno muy fuerte, ella jugó con sus límites y puso en riesgo su vida por segunda vez.

—¿Segunda vez?

—Es una larga historia que después te contaré.

—Bien, esperaré a escucharla pero ¿qué pasará con el castigo?

—Cierto, te decía, debido a que debe ser un castigo importante, necesito pedirte un favor.

—¿Quieres que la castigue yo?

—No me siento capaz de hacerlo y temo que si lo intento, pararé a la mitad y ella notará mi debilidad.

—Lo comprendo y no tengo problema con ejecutar el castigo, ¿Cuánta libertad tengo?

—La que necesites, confío en ti.

—Es un honor tener tu confianza, Armando.

—Cree cuando te digo que hasta ahora me has demostrado ser un excelente Amo.