VIII

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Autora: Scarlet Raven.

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Universo alterno, con mafias, drogas y menciones de violaciones de por medio. El contenido puede llegar a ser explícito y perturbador para personas especialmente sensibles: muertes, dolor, drama, pero con final feliz. Amor para el mundo, cómo no.

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Pero los momentos de paz que tiene tienden a nunca ser duraderos.

Una carga perdida, un tratado violado, una traición. Razones y excusas que lo obligan a salir de la burbuja mental, revelándole la verdad como un balde de agua helada cayéndole desde la cima de la montaña más alta.

Mientras la luna se eleva, se esconde entre las nubes y sale de ellas para volver a ocultarse, en un baile que imita al de los huéspedes de La 'Ndrangheta, Sam y Dean se separan de aquel abrazo; Castiel y Gabriel no son la excepción. Se estrechan con fuerza, más tiempo del que lo han hecho los hermanos Winchester.

Vagamente, Dean observa la forma en la que Gabriel susurra algo a Cas, pero el sonido de la orquesta es intenso, y Sam está contándole lo preocupado que estaba por ellos, así que no les presta más atención, enfocándose completamente en su hermano.

—... ¡fue una verdadera locura lanzarse desde ese puente! ¿En que estabas pensando, Dean?

—También estoy feliz de verte, Sammy.

—Dean...

—¿Dónde está Bobby, Sam? ¿Kevin, Garth? ¿Hay sobrevivientes a la explosión?

Hay un deje de aflicción en su rostro, poco profundo que no le alerta.

—Algunos chicos fueron gravemente heridos. Tras la explosión, nos dirigimos al territorio de Lucifer— Dean quiere protestar porque, claro, Lucifer es un demente que no dudaría en matarlos en un parpadeo, pero Sam sacude la cabeza en negativa; el antifaz oscuro resalta sus ojos multicolor. — Lo sé. Gabriel y yo tampoco deseábamos ir, pero Bobby insistió en que Crowley le debía decenas de favores. Fue sorprendente, como imaginarás, que de hecho tenía razón y Lucifer nos recibió con los brazos abiertos. Nuestros heridos fueron atendidos, alimentados. Al parecer, fuimos invitados de honor.

Difícil de creer, pero no imposible. Después de todo, como Dios y el Diablo harían, Miguel y Lucifer, pese a ser hermanos, harían todo por destruirse uno al otro; si la Camorra le ofrecía una oportunidad para fastidiar a su hermano, Lucifer no la desaprovecharía. Chasquea la lengua, acomodando el antifaz sobre el puente de su nariz.

—Pero en nuestro escape— continúa Sam, y Dean casi está sorprendido por la tranquilidad que su rostro posee— Bobby fue uno de los gravemente heridos.

El estómago de Dean se comprime. Traga duro, inspira hondo y espera las terribles noticias. A su lado, Gabriel y Castiel se han separado, quizás tras intercambiar sus relatos, y les prestan atención.

—No podrá volver a caminar. Al menos, eso es lo que dice el médico de Lucifer.

La ira de Dean crece de forma espontánea. Una chispa que se convierte en un incendio e inunda su ser. Percibiéndolo, Sam retrocede un paso, aclarándose la garganta. Lentamente, agita la cabeza de un lado a otro, y solo por precaución, da un trago a la bebida que lleva en su mano. Después de un par de segundos, en los que Dean anhela tener a Miguel enfrente y poder acabar con él, Sam vuelve a hablar.

—No— dice con calma, tan bajito que Dean apenas puede escucharle por la cacofonía del sitio. Continúa antes de que pueda protestar. — Si venganza es lo que quieres, la tendrás. Pero Bobby ha dado su veredicto, y como vocero, es mi deber informártelo: como cabeza de la Camorra, Bobby te ordena que guardes la calma. Ha tomado renuncia, y ahora, la Camorra es tuya.

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora