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Autora: Scarlet Raven.

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Universo alterno, con mafias, drogas y menciones de violaciones de por medio. El contenido puede llegar a ser explícito y perturbador para personas especialmente sensibles: muertes, dolor, drama, pero con final feliz. Amor para el mundo, cómo no.

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El sonido atronador se desliza en su mente como el eco de aquello le fue arrancado y no puede recuperar. La bruma que le envuelve cuando despierta súbitamente le recuerda todos aquellos rostros que él, con una sonrisa burlona, ha observado del otro lado de un ventanal en alguna habitación oculta, listo para torturar hasta la muerte. El eco de sus voces y súplicas llenando las habitaciones que Dean tenía que limpiar meticulosamente para no ser descubierto por un sencillo desliz. Y él, sin poder detenerse, cumpliendo una orden más en su caótico mundo.

Ahora, al igual que todos ellos, en el instante en el que abre los ojos se siente atrapado en una avalancha de sentimientos encontrados; las memorias llegan una a una, tomando forma, buscando orientarle después de aquella explosión. El recuerdo es como una bomba misma, que dispara su adrenalina, que le lleva a moverse con brusquedad. El movimiento le envía una oleada de dolor casi imposible de soportar, y por un instante, se vuelve imposible concentrarse en otra cosa que no sea la luz blanquecina sobre su cabeza y el zumbido en sus oídos.

A medida que recupera el control en su cuerpo, va volviéndose plenamente consciente de los detalles a su alrededor. Está en medio de una lúgubre habitación de tapiz amarillento, con vigas de madera roídas que parecen a punto de caerse en cualquier segundo. Vacía, a excepción de la camilla oxidada en la que él se encuentra tendido, y esposado, lo que no le sorprende. Tira del metal, que tintinea, pero no es aquello lo que causa el pánico de Dean. Su traje está desgarrado de diferentes puntos, manchado de sangre y tierra. Y sus manos, desnudas, reciben la caricia de un par de dedos que le recorren la piel.

Aparta la mano con brusquedad; los músculos de su cuerpo protestan doloridos ante la tensión y rigidez que la provoca el contacto, el metal de las esposas dañando su piel. La carcajada cínica que recorre la habitación le confirma que no está solo. A su lado, con ambas manos levantadas en signo de rendición, un hombre de piel oscura le observa.

—Henriksen—sisea, molesto. El hombre parece complacido de ser reconocido. La jaqueca de Dean empeora potencialmente. Y se dice así mismo que nadie puede juzgarlo por la ira descomunal que le recorre cuando ve que es precisamente él quien le mantiene esposado.

—Y tú, si bien recuerdo, eres Dean Winchester. Sam me ha contado maravillas de ti.

Pese a la furia que siente, las comisuras de sus labios se elevan como el inicio de una sonrisa tranquila. No puede decir que las palabras de Henriksen no le calman. Sam contando cosas de su familia es la mayor imposibilidad que podría existir. Aún así, decide participar en su juego.

—¿Dónde está él? Déjame adivinar. ¿Poniéndose lindo para ti antes de que le pidas una cita?

La sonrisa en el rostro de Victor Henriksen no flaquea. Pero Dean lo conoce lo suficientemente bien para notar la molestia en sus ojos, el cambio sutil en su respiración cuando se da cuenta de que Dean se burla de él. El investigador de la Federación Antimafia baja los brazos, comenzando una lenta caminata por la habitación. Sus pasos no logran acallar los sonidos que provienen del otro lado de las paredes, cuya única posible explicación, piensa Dean, es que hay más de un agente escuchando su conversación. La sutileza de Victor para avisarle de ello le complace.

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora