III

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Autora: Scarlet Raven.

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Universo alterno, con mafias, drogas y menciones de violaciones de por medio. El contenido puede llegar a ser explícito y perturbador para personas especialmente sensibles: muertes, dolor, drama, pero con final feliz. Amor para el mundo, cómo no.

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—Finalmente me honras con tu presencia, Winchester. ¿Qué ha causado que demoraras tanto en buscarme?

Dean, por supuesto, comienza a reír. Ríe por el tono lastimero de Kathryn. Ríe, porque las miradas están sobre él, y sabe perfectamente que bajo cada mesa de aquel lugar hay armas apuntándole; ríe porque no hay más que hacer.

Mientras levanta su vaso de whisky, intenta no pensar en el chico que le ha advertido de su presencia, enfocado más bien en buscar las palabras adecuadas para explicarle porque él, precisamente, se ha atrevido a pisar su territorio.

Ella, por supuesto, es encantadora con él. Encantadora como lo ha sido desde años atrás, donde ambos eran un par de chiquillos que habían huido de vidas caóticas, siendo acunados en el seno de familias poderosas, rigiendo y evolucionando Italia de una manera que muchos considerarían poco ortodoxa, convirtiéndose en leyendas de un mundo lleno de traiciones y agonías.

Afortunadamente, él no necesita decir nada; adelantándose, Kathryn reemplaza el vaso de Dean con su mano, llevándola a sus labios; en el dorso de Dean, sobre la tela del guante que cubre su mano, la marca de labial es lo único que queda.

—Tranquilo— pide ella, sonriendo inverecunda—. Aun recuerdo que no toleras el toque de alguien, ni siquiera un amante del pasado.

—¿Amante? ¿Eso es lo que eres ahora?

Su risa, Dean nota, aun es encantadora; no intenta apartar su mano, a pesar de que todos sus sentidos se ponen en alerta. Unos metros  la lejanía, las personas han dejado de prestarle atención a Gabriel y el circo que ha armado. El aun grita, intentando desesperadamente volverse el centro de atención, aun cuando todos lo saben: que es Dean Winchester, sonriendo con coquetería, quien se ha vuelto el blanco de todas las miradas y la madriguera donde se ha metido anhela volverse su tumba.

—Alguna vez lo fui, ¿acaso lo olvidas?

La sonrisa de Dean  se ensancha, mientras ambos se sumergen en un reto de miradas que Dean interrumpe al soltar su mano, rodear su cintura y girarla entre sus brazos. Su cuerpo se mueve al compás de la música de fondo, y Dean sabe que ha ganado aquel juego.

—¿Por qué no me dices que estas haciendo aquí, Kathryn?

—¿Acaso saludar a un viejo amigo es un pecado?

Su carcajada es estruendosa. Levantando la mirada, Dean finalmente se topa con el investigador; cruzado de brazos, recargado en el marco de la puerta, espera por él. Sus cejas se fruncen ligeramente, impaciente, un gesto que no queda en la cara bonita que tiene, y combina menos con azul eléctrico de sus ojos.

—Será mejor para ti y los tuyos que me digas donde se esconde.

—¿Acaso crees que te lo entregaría tan fácilmente?

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora