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Autora: Scarlet Raven.

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Universo alterno, con mafias, drogas y menciones de violaciones de por medio. El contenido puede llegar a ser explícito y perturbador para personas especialmente sensibles: muertes, dolor, drama, pero con final feliz. Amor para el mundo, cómo no.

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Las guerras, por supuesto, jamás serán limpias, sin importar la magnitud, el alcance, o si se limitan a países o simples rencillas entre las bandas de un callejón en el rincón más apartado del mundo. En momentos como aquel, puede ser difícil para Dean recordarlo.

—¿En qué estabas pensando, caminando por la calle con tal arrogancia?

Él se pregunta exactamente lo mismo. Sacude la cabeza. O al menos, lo intenta, para mantenerse despierto. La sangre que escurre de su frente no ayuda demasiado a que mantenga los ojos abiertos, pero lo intenta.

—De verdad pensabas que podrías mantenerte oculto de mí, ¿no es así?

No responde. Incluso si quisiera hacerlo, el dolor en sus brazos por soportar tanto tiempo las cadenas de las que cuelga lo distrae, imposibilitándolo. Tomándolo como una silenciosa protesta, la sonrisa de Miguel se borra. Permanece sentado frente a Dean, en una silla metálica que se ha convertido en su lugar favorito desde el momento que le capturaran desde... ¿horas? ¿Días atrás?

El cuarto en el que le han metido tiene el espacio suficiente para que tres personas se muevan con libertad alrededor de Dean: Miguel, sonriente desde el momento en el que lo apresaran, aunque siempre prudente, tomando la distancia necesaria para que Winchester no le alcance en caso de que pudiera estirarse; y dos hombres que, si los informes de Lucifer son correctos, son los más leales que posee: Rafael y Metatrón, hombres corpulentos que le miran con asco. Pero el sitio no tiene ventanas que le orienten sobre el día y la noche. Los horarios de comida a los que ha sido sometido difieren del lapso de uno a otro, e incluso el otro lado de la puerta por la que Miguel cruza para verle siempre permanece oscuro. Sin embargo, Dean sabe que no puede haber pasado mucho tiempo si el "Arcángel" aún tiene paciencia para soportar su silencio.

Según los rumores que recorren las calles, Miguel se distingue por ser un hombre elegante, de cálida sonrisa, ojos fríos y un control de sus emociones que a cualquiera le parecería envidiable. Pese a ello, cuando la respuesta a sus preguntas no llega, Dean nota el momento exacto en el que la paciencia de Miguel se rompe; después de todo, son los sentimientos y emociones en pleno esplendor lo que llevan a las personas a cometer errores.

Los puños de Miguel se cierran con fuerza. Recobra la sonrisa, poniéndose de pie. Rodea su cuerpo, sin darle el tiempo suficiente para prepararse para el nuevo latigazo en su espalda. Los dientes de Dean se aprietan con fuerza por el dolor. Aferra sus manos a las cadenas, sin poder contener el grito al sentir el dolor recorriendo su cuerpo. La risa de Miguel es escalofriante.

—Por un momento pensé que eras completamente mudo. Así que, ¿Por qué evitas responderme, Dean? Ni siquiera estoy pidiendo nada difícil. Metatrón, ¿estoy pidiéndole algo difícil?

—No, señor.

—¿Escuchaste, Dean? Sé que no eres estúpido, y yo tampoco lo soy. Lo único que exijo, como mi derecho natural que me fue impartido por dios, y por mi padre, es que convenzas al resto de nuestras familias para que se disuelvan y entonces todo el poder será nuestro.

—¿Nuestro? — escupe las palabras con rabia. — Tuyo, querrás decir.

—Es cierto, sí. Pero nadie lo hará por las buenas si no es porque el primogénito del fundador de la mafia lo exige.

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora