Serendipia.

II

Autora: Scarlet Raven.

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Universo alterno, con mafias, drogas y violaciones de por medio. El contenido puede llegar a ser explícito y perturbador para personas especialmente sensibles: muertes, dolor, drama, pero con un final feliz. Creo. Amor para el mundo, como no.

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"En el sentido mas bíblico
estoy más allá del arrepentimiento;
fama de prostituta, mujer puta, vomita sus mentes.

Pero en el sentido cultural,
solo hablo en tiempo futuro.
Judas, bésame si te he ofendido,
o usa un condón en tus oídos
la próxima vez".

Judas; Lady Gaga.

Trento, Italia; 1970.

El viento sopla, frío, despiadado. Luz de la luna alumbra las calles de una ciudad esplendorosa que yace dormida. Calles que permanecen vacías, a excepción de dos o tres hombres de trajes y armas escondidas que vigilan que los trabajos nocturnos vayan en orden.

En la lejanía, cruzando la puerta de una casa de placer, un hombre medio borracho sonríe, aferrando su brazo a la cintura de una muchacha que ríe por compromiso.

Ambos caminan por la calle, sin ser del todo silenciosos. Pronto, se detienen; el hombre gira, observa el techo de una casa, y se inclina disimuladamente en una reverencia.

Continúa caminando, viéndose más respetuoso con aquella chica, sabiendo que es observado por un hombre al que todos temen en aquella ciudad. Da vuelta en una esquina, sin saber que Dean Winchester no le ha prestado la mínima atención.

Está distraído, ensimismado en sus pensamientos y el tormentoso recuerdo que se ha vuelto la pesadilla más constante de su vida. Su mente aún no disipa la neblina caótica que ha tenido durante toda la noche.

Un sueño.

Ha tenido un sueño. La misma pesadilla que lo persigue desde hace más de una década. La misma historia de siempre: él, de niño, huyendo pero sin poder escapar. Sus recuerdos arremolinados tomando forma en la tierra de Morfeo, recordándole la etapa de su vida que ha decido dejar atrás desde hacía años, especialmente aquella noche en la que él cedió y Sam y él terminaron entrando a un punto sin retorno en una vida que jamás deseo para ninguno.

Suspira apesadumbrado, girando su cabeza en círculos para aliviar la tensión que se ha acumulado en su cuello y atrofia sus músculos. Echa un vistazo al perímetro; la ciudad parece tan tranquila como cada noche.

—Volveré adentro— anuncia, a nadie en particular. Los hombres a su alrededor no dicen nada, pero uno de ellos ocupa el lugar de Dean cuando este da media vuelta y entra por el hueco en la pared. Cruza el edificio en silencio, saliendo del otro lado. Camina por la calle, sacando la caja de poros de su pantalón. Lo enciende y da una larga calada.

Se detiene frente a la puerta de una casa en ruinas, y tras asegurarse de que nadie le siga, se inclina y desprende del suelo la puerta de madera pintada como tabiques. Entra en el hueco subterraneo, parpadeando para acostumbrarse a la poca luz que ofrecen las farolas. Camina hasta toparse con un nueva puerta de madera. Toca dos veces, se detiene y vuelve a golpear. Escucha un golpe de regreso, y enseguida la puerta se abre.