IX

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Autora: Scarlet Raven.

Parejas: Destiel, Sabriel.

Derechos: Los personajes no me pertenecen, naturalmente y para mi desgracia. Únicamente la historia es imaginación mía.

Disclaimer: Universo alterno, con mafias, drogas y menciones de violaciones de por medio. El contenido puede llegar a ser explícito y perturbador para personas especialmente sensibles: muertes, dolor, drama, pero con final feliz. Amor para el mundo, cómo no.

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—¡¿Acaso estoy gritando?!

Aunque Dean sonríe por la forma en la que Lafitte se golpea el oído derecho, no se siente feliz. Es todo lo contrario. Ansiedad le causa hormigueo por todo el cuerpo, de una forma desagradable y desgastante que le recuerda la deplorable sensación del toque de Azazel.
A pesar de pasar la mano por su rostro, tallándolo para quitarse la sensación, esta no desaparece.

Reunidos en un círculo dentro de la sala de reuniones de la mansión de Lucifer, nadie le observa; un gesto que Dean agradece, aunando al hecho de que todos han marcado su distancia con él. Dean agradece la consideración. También quiere golpear algo. Vuelve a tallar su rostro. Se inclina hacia adelante, recargando los brazos sobre sus rodillas; con la cabeza gacha sigue la línea de las diminutas fisuras en el suelo; un vano intento de distraer su mente.

—Sí, querido— responde Rowena, quien es la única que parece tranquila en aquel ambiente de tensión. Ella bebe una taza de té, aunque probablemente sea solo alcohol en porcelana. — Después de todo, ¿qué esperabas, con Sam disparando como lunático por todo el jardín?

Sam parece realmente avergonzado, aunque no arrepentido. Aun así, tiene la cortesía de mirar a Benny, y alzar la voz para que este le escuche claramente.

—¡Lo siento! Realmente pensé que los matarían.

Cualquiera de ellos lo habría hecho. La única razón por la que se detuvieron fue porque Sam, en un acto desesperado, desenfundó su arma y disparó al cielo en busca de llamar la atención y calmar el caos. Haber disparado tan cerca de Lafitte provocó que este quedara con un tímpano lastimado, no de forma permanente. Aunque fue lo único que causó, pues un instante después todos seguían discutiendo sobre lo que harían con los Novak. Y, cuando todos apuntaron contra ellos, los cuerpos de los Winchester fue lo único que se interpuso en su camino a la muerte.

Pensar en ello solo aumenta la ansiedad de Dean. Inhala hondo, contiene la respiración, y exhala lentamente. La tensión en el ambiente es algo que debe disipar. Después de todo, están jugándose el cuello por los Novak. Pero no solo eso. Es toda su gente, su familia, la que estaría en peligro si aquello es realmente un acto de traición.

—Por cierto, Crowley— interviene Charlie. — ¿Dónde está tu amo?

—Lucifer no es mi amo— refunfuña. Pero de igual modo, responde. —Ha tenido que ir a atender asuntos a otro lado. Una de sus mujeres ha dado luz a un hijo suyo y el rey de la maldad no quería perdérselo. Yo soy su representante.

Dean no se imagina a Lucifer como un buen padre, ni siquiera como un padre. Pero no dice nada. Levanta la cabeza, analizando detalladamente el rostro de cada uno. Benny aún se golpea la oreja. Charlie y Jody conversan animadamente con Claire; ninguna de ellas le ha puesto el seguro a su arma. Rowena y su hijo, Crowley, compiten sobre cuál de ellos tiene el mejor rango. Cada uno ocupa su puesto en la sala del consejo. Dean intenta no pensar demasiado en que la silla en la que ahora está sentado le pertenecía a alguien más. Es una sensación incómoda, como todo ahí. Inhala hondo de nuevo, consciente de que es momento de enfrentar sus demonios. Ahora que Bobby se ha retirado, es su trabajo lidiar con el paradero de la Camorra y su puesto con los demás. Por ello, es el primero en tomar la palabra.

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora