Mozzafiato

V

○Ozaki Koyo○

Cada noche esa mirada venía a mi cabeza.

¿Qué hubiese cambiado si la hubiese salvado?

¡No!

¿De qué putas hablas?

Recuérdalo, pedazo de idiota. Si la salvabas se le clavarían millones de espinas al día... ¡O incluso más! No importa por más que lo controlaras. Es imposible.

—Estoy... sola... por favor. Te lo ruego, Dios.

La lluvia comenzó. Elevé mi mirada al cielo para sentir unas pocas gotas caer en mi rostro mezclándose con mis lágrimas.

—Sálvame. Ya no quiero estar sola.

○•••○

Los días pasaron y lo único que logré fue abstenerme de salir de mi "cueva".

—¿Estás bien?

Alzando mi vista la percibí. Era una chica de pelo rosado y ojos rojos muy tiernos a mi parecer.

Dos espinas han sido clavadas.

—Si te alejas de mí no será tan doloroso. Así que vete—ofrezco hostil.

Una espada rozó mi mejilla quitando las espinas que se habían clavado en ella.

Cero espinas han sido clavadas.

—¿Te referías a esas pequeñeces?

—Pues... sí pero.

Diez espinas han sido clavadas.

Tres han sido quitadas.

Total: doce espinas clavadas, cinco retiradas.

—Mientras más me hables, más se irán clavando—advierto.

—¿Y no te sientes sola en ese laberinto tan asqueroso?

—Es mejor que uno con espinas. Y sangre. Nunca me ha gustado lastimar a los demás.

Veintiséis espinas han sido clavadas.

Seis han sido quitadas.

—¿Acaso no estoy quitando poco a poco ese peso en tus hombros hablándote por más de tres minutos?

—No has sido la primera y tampoco serás la última.

—Qué descortés.

—Lo siento pero así podré dejar vivir a los demás. No por nada hay menos muertes por espinas, todas fueron por mi culpa después de todo.

—Ozaki Koyo.

—¿Y eso qué?

Treinta y nueve espinas han sido clavadas.

Trece han sido quitadas.

—Es mi nombre.

—Sí, lo capto. ¿Qué quieres que haga con él?—vete por favor. No quiero herirte más. Ya estás sangrando.

—Dame el placer de conocer el tuyo. ¿Serías tan amable?

—Sonozaki (T/n). ¿Contenta? Ahora fuera.

Cincuenta y dos espinas han sido clavadas.

Veintisiete han sido quitadas.