-El bar-

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Se sentía tan estresado que incluso un dolor punzante en las sienes le hizo enojar más.
Para su suerte ya era hora de salir de su trabajo, y agradeció a los cielos que así fuera, no creía aguantar un minuto más en esa pequeña oficina simplemente leyendo papeles que parecían no acabar nunca.

A camino al elevador Kazuto fue interceptado por su mejor amigo de toda la vida y compañero de trabajo, Eugeo Yujio.

       — ¡Kirito! ¡Que bueno que te veo! — Lo llamó usando el diminutivo de su nombre y le abrazó por los hombros acompañándolo en su camino. Kazuto gruñó ya que el grito de su amigo le trajo una nueva punzada a la cabeza.

       — ¿Para qué? Que sepas que no estoy de humor para salir a ningún lado así que ni lo pienses, esta noche no me convencerás e iré a dormir.

Dijo de inmediato a sabiendas de la insistencia por parte del rubio para que “deje la rutina y se divierta” y sí, entre comillas porque realmente nunca se divierte cuando le hace salir de su apartamento.

Eugeo soltó una risa una vez que estuvieron dentro del elevador y Kazuto puso el número al piso uno.

       — ¿Cómo sabías que te diría eso? – Kazuto lo miró como si fuera lo más obvio del mundo y Eugeo de inmediato recordó que puede que haya dicho eso mismo toda esta semana, incluso cuando Kazuto ya estaba en su apartamento — Bueno, está bien ya entendí, pero te aseguro que esta vez estarás de acuerdo, además ya es sábado ¿Qué más da? No te afectará en nada.

       — Pero estoy demasiado cansado como para querer salir a saber donde. Otro día será.

“Otro día” esa misma frase le llevaba diciendo por más de tres meses. Y esta vez ya no se la iba dejar pasar.

       — No, no, no y no, saldremos hoy y no quiero réplicas, estás muy joven aún y te saldrán canas antes de tiempo por tanto estrés que te cargas, esta noche me acompañarás a salir sí o sí.

Kazuto suspiró al ver el rostro serio de su amigo. Cuando se ponía de esa manera hacía hasta lo imposible por lograr su objetivo.
Sin querer discutir con él el mismo tema asintió y se lamentó en silencio el no poder ir a descansar como tanto deseaba.

El rubio curveó una enorme sonrisa en su rostro y habló visiblemente emocionado.

       — Te aseguro que no te arrepentirás.

«eso espero...»
Pensó. Soltó un último suspiro antes de salir del elevador y se resignó a no poder descansar ese día.

[…]

       — ¿Puedo irme de una vez? No me da la gana estar en un lugar como este hoy.

Se frotó las sienes sintiendo nuevamente ese dolor punzante molestarle con más intensidad aún que  cuando estaba en el trabajo.
No podían culparlo, el estrés lo consumía entero y estar rodeado de personas le irritaba de sobremanera, ansiaba con todo su ser estar en la soledad de su apartamento y descansar lo que no ha podido las últimas semanas.

       — Vale, lo entiendo, no estás cómodo aquí, sólo... quédate al menos una hora más y si sigues sin divertirte te prometo que yo mismo te llevo a tu hogar, ¿si?.

Pidió casi rogando lo último, quería que su amigo no estuviera solo por esta noche.

Sabía que la muerte de su amada esposa, Asuna Yuuki, fue un duro golpe para él, y por eso mismo pensó en que si le conseguía una nueva pareja con quien estar podría sanar ese dolor oculto que sabía aún cargaba en el alma.

De tantas copas a Eugeo le dieron ganas de ir al baño, estando repleto de personas ese bar fue un reto llegar a la otra punta sin mearse encima.

Kazuto una vez solo suspiró pesadamente y dejó su tercer copa de vino en la barra. Quería que se pasara la hora rápido, se sentía fuera de lugar en ese ambiente animado y pintoresco, totalmente contrario a su estado de ánimo en esos momentos.

       — ¿Mal día? – Preguntó una voz desconocida a su lado.

Levantó la vista de sus manos y vió a una mujer desconocida pero indudablemente atractiva a su lado mirándolo de reojo mientras se sentaba donde antes estaba su amigo.

       — Quizá.

Respondió con pesar, la mujer sonrió levemente y pidió al barman un trago, Kazuto pensaba en que tal vez y sólo tal vez no haya sido tan mala idea quedarse después de todo.

       — ¿Puedo saber por qué?

Preguntó ella, se quedó pensando en qué contestar por unos segundos, alzó los hombros moviendo su copa en su mano decidiendo decir lo que pasó, el alcohol ingerido hace ya dos horas estaba haciendo efecto, no demasiado pero sí lo suficiente.

       — Un amigo me trajo en contra de mi voluntad a este lugar, a decir verdad preferiría estar descansando ahora en vez de esto.

La chica a su lado rió un poco, y él pudo jurar que es el sonido más hermoso que haya escuchado jamás.

       — Te entiendo, a veces Liz también me hace eso, puede llegar a ser entretenido algunas ocasiones, tampoco está mal disfrutar de vez en cuando.

Le contestó ella sonriendo, Kazuto no podía apartar su mirada de esa mujer, no sabía si eran efectos del whisky que se había tomado esas últimas horas pero la veía muy, muy atractiva y simpática, algo que no había pasado desde que murió su esposa.

       — Lo sé, ahora agradezco a que me haya sacado de la rutina porque tengo el placer de conocerte...

Se dió cuenta que no sabía el nombre de la chica, ella sonrió entendiendo y le extendió su mano.

       — Shino, un gusto.

Kazuto tomó su mano apretándola un poco antes de atraerla a su boca y dejar un casto beso en ella haciendo que Shino se sonrojara.

       — Kirigaya Kazuto.

Y ese fue el inició de una amistad que con el tiempo pasó a un noviazgo y más tiempo después se convirtió en un bonito matrimonio, cabe decir que Eugeo estuvo muy contento cuando se enteró que su amigo al fin había conocido a una chica y no falta aclarar que estuvo molestándolo por no haber querido salir esa noche pero que ahora gracias a él tenía una novia.

Kazuto no lo admitiría en voz alta pero estaba muy agradecido con su amigo por haberlo sacado esa noche, no se imaginó que conocería a alguien después de Asuna pero se alegra de que haya sido así.

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『𝙳𝚞𝚕𝚌𝚎 𝙼.』

 ❝Historias cortas❞  𝐾𝑖𝑟𝑖𝑛𝑜𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora