Capítulo 1. El gran descubrimiento

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"I used to think you were like me,

you were attracted to the darkness

but, tate you are the darkness"

Aún quedaban unas horas para que sonara el despertador. Ese sería el último día de clases, pero eso no hizo que Anastasia tuviese la más mínima ilusión.

Se asomó a la ventana, contemplando las oscuras calles de su barrio que, como era lo normal a la hora que se encontraba, estaba vacía. De repente, a lo lejos, apareció una figura que andaba con calma hasta la casa de su vecina. Se distinguía la silueta de un chico, no tendría más de 25 años, y parecía siniestro. Empezó a escalar por la pared, algo que a Anastasia le parecía casi imposible y entró por la ventana. Bajó las persianas y ya no pudo verle. Pensó en avisar a su vecina, pero también rondó por su cabeza la idea de que pudiera ser su hijo. Sabía que vivía con ella, pero hacía años que no le veía. Los Ainsworth siempre habían sido una familia extraña, pero la madre era simpática y se llevaba muy bien con la suya.

La brisa matutina hizo que Anastasia volviera dentro de su habitación y cerrara la ventana. Quedaban pocos minutos para el amanecer, pero seguía sin poder conciliar el sueño. Fue a su armario, sacó la camiseta naranja oscuro de manga corta que acababa de comprar y se la puso, combinándola con sus vaqueros rotos por las rodillas y las zapatillas negras y blancas. Se colocó frente al espejo y empezó a mirarse por todas partes. Estaba segura que si esa camiseta la tuviera puesta su hermana, le quedaría mejor. Se llamaba Epiphany, tenía 23 años, uno más que ella y Anastasia tenía claro que era una enviada por los dioses. Decían que la perfección no existía, pero su hermana sí que lo era. Tenía un pelo largo, brillante y negro como el carbón. Sus enormes ojos, también negros, poseían unas grandes pestañas. Los labios eran carnosos, su piel era suave. Aunque normalmente llevase tacones, era alta y tenía unas largas piernas. Solía vestir de negro, pero a veces alternaba los colores, con ropa ajustada a su figura y algo de escote para que su pecho se notase, era realmente sexy. Aparte de todo esto, también era una chica amable, con un corazón enorme dispuesto a ayudar a todo el mundo. Era muy inteligente, sacaba matrículas en todas las asignaturas y sabía ser graciosa con su toque particular de sarcasmo. A pesar de todo, no la tenía envidia, solo sentía admiración y un gran orgullo.

Anastasia era totalmente distinta, unos centímetros más bajita que su hermana, su ropa más bien se basaba en camisetas y vaqueros o pantalón de chándal con zapatillas, su pelo era rubio con mechas californianas rosas, sus ojos eran color chocolate y tenía estilo de malota. También sacaba buenas notas, no tan altas como las de su hermana, pero también era estudiosa. Se consideraba buena chica, pero admitía que con algunas personas perdía los nervios y no era tan simpática. Sentía que en su interior tenía una oscuridad oculta, pero seguramente fuera cosa de su imaginación.

Sonó el despertador, era el momento de prepararse para ir a clase. Anastasia admiraba todo el paisaje que rodeaba la universidad; desde los verdes árboles que se alzaban enfilados a su paso, hasta los bancos, el césped y los pájaros que revoloteaban alegres. Otro curso terminaba y aunque le costaba reconocerlo, echaría de menos el poder contemplar todas las mañanas la belleza de aquel edificio.

La mañana se pasó rápida, a pesar de que no hicieron gran cosa y estuvieran todo el rato hablando de lo que harían en todo ese tiempo mientras la profesora repasaba toda la lección.

Después de despedirse de todos sus compañeros, las dos hermanas volvieron juntas a casa. Epiphany subió a su habitación, pero Anastasia se quedó en la cocina con su madre.

-Cariño, haz el favor de llevar estas galletas a la vecina. Sé que a su hijo le gustan mucho y he hecho unas cuantas para dárselas- Rhosyn dio una bandeja a Anastasia con un montón de galletas. Su madre era una mujer realmente preciosa. Tenía el pelo y los ojos negros, un cuerpo increíble y era una buena mujer. Era la versión de Epiphany, pero con varios años más.

La Reina de los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora