Epílogo

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Pasaron dos años desde que las chicas volvieron a la normalidad. La relación de Epiphany y Aislynn se consolidó, estuvieron teniendo varias citas y conociéndose mejor durante el primer año. Ya en el segundo, justo en el primer día de enero, la chica de pelo afro con diadema siempre luciendo en su cabeza, hizo un regalo especial a su chica que jamás olvidaría. Fueron a cenar a la pizzería más cercana, donde hacían las mejores pizzas de la ciudad. Podría parecer un lugar cutre para un momento importante, pero ellas preferían un sitio simple a cualquier otra cosa. Cuando terminaron de cenar, junto al brownie de chocolate con nata que Epiphany pidió de postre, había un sobre con su nombre. Lo abrió extrañada, en su interior había dos billetes de avión a Ámsterdam y una hoja con una reserva en un pequeño hotel durante tres noches.

Apenas llegó a la ciudad, Aislynn encontró trabajo de entrenadora personal y estaba muy solicitada por grandes celebridades. Todo el dinero que ganaba, lo fue ahorrando para este instante. Epiphany empezó a llorar, se lanzó hacia ella para abrazarla y estuvo a punto de tirar la mesa por la emoción. La gente de alrededor, testigo de todo, aplaudía feliz por las dos chicas.

Pero eso no fue todo, en uno de sus paseos visitando las calles de Ámsterdam, cuando empezó a anochecer y apareció la puesta de sol, Aislynn sacó una cajita del bolso para pedir a Epiphany si quería ser su novia. Esta aceptó encantada, dándose el beso del siglo.

Por su parte, Anastasia terminó sus estudios de monitora infantil en París, donde aprendió a hablar francés hasta ser bilingüe. En aquella universidad se habían interesado mucho por ella, ya que sus calificaciones eran excelentes y no dudaron ni un momento en ofrecerle una beca para que estudiara allí. Ella no lo pensó y aceptó, no sin antes hablar con su hermana.

-Es una oportunidad única, debes ir sin duda- dijo Epiphany emocionada.

-Lo sé, pero no quiero separarme de ti otra vez y dejarlo todo atrás. No sé si podré enfrentarme a esta nueva vida yo sola- suspiró.

-Chica, has superado una guerra para salvar al mundo, ¿en serio crees que no podrás con esto?- la morena escuchó la risa de su hermana a través del teléfono. Al final, consiguió convencerla.

Alastair estaba sentado en el césped de un parque, enfrente de un lago donde una familia de patos nadaba tranquilamente. Abrió de nuevo la carta para leerla otra vez. Se la sabía de memoria, en aquellos dos años la leyó cada día. Era el último recuerdo que le quedaba de ella.

A mi ángel:

He estado una hora intentando encontrar una forma de empezar, o al menos, de buscar las palabras correctas. Pero creo que el mensaje va a ser el mismo, no importa cómo lo exprese.

Lo primero de todo, quiero disculparme por no tener la suficiente valentía de decirte esto a la cara. Sí, soy una cobarde por huir, pero no soy capaz de mirarte como si nada hubiera pasado. Estás aquí por mi culpa, tú no lo deseabas, Aislynn tampoco y yo lo sabía. Aún así, conseguí hundiros y de verdad, necesito volver a mi vida para dejar atrás el pasado.

Me voy lejos, desactivaré todas mis redes sociales para no saber nada de nadie y no me verás hasta que haya finalizado mis estudios. Olvídame, crea una vida nueva para ti y busca a alguien que consiga hacerte feliz de la manera que yo no pude. Es lo que quiero, necesito esa sonrisa en tu cara, aunque no la vea.

Estaré bien, algún día seremos un simple recuerdo y ya no doleremos.

Te quiere, Anastasia.

Una lágrima cayó por su cara. Alguien se sentó a su lado y colocó la mano encima de la de él. El chico giró su cara hasta encontrarse con los ojos de ella. Ambos sonrieron.

-Dime que eres feliz- dijo Alastair, mirando de nuevo al lago.

-Lo soy. He aprobado todo, tengo nuevos amigos y he vivido momentos increíbles junto a...- dejó de hablar. Sabía que lo que diría ahora le destrozaría, por lo que quería ahorrarse los detalles.

-Puedes decirlo, tienes novio, ¿verdad?- sonrió, aunque sintió como si le clavaran un puñal en el corazón.

Anastasia le agarró la mano con más fuerza y con la otra, le giró la cara para poder ver de nuevo aquellos ojos de color avellana, más bonitos que el mismísimo cielo.

-Tenía. Lo dejamos hace unos meses, no estaba enamorada de él- admitió por fin y la tristeza se apoderó de su mirada.

-Lo siento, todo volverá a estar bien- acarició la cara de la chica con delicadeza y ella cerró los ojos para sentir más el calor de su tacto.

-Ahora sí que está todo bien- se fundieron en un abrazo inmenso, aquel que recordaba toda su historia, el que no pudieron darse dos años atrás y el mismo que en ese momento, les hizo descubrir que ya estaban en casa.

Epiphany esperaba sentada en su sitio de siempre. Ya habían pasado quince minutos desde la hora en la que quedó con su hermana. Se levantó para pedir su merienda cuando alguien le abrazó por la espalda. Era Anastasia, que por fin apareció. Volvieron a sentarse y en unos minutos, el camarero apareció con dos platos de tortitas con nata, sirope de chocolate y helado. Después, les llevó los batidos que habían pedido. Alzaron los vasos para brindar por ellas. Por fin eran felices, estaban juntas de nuevo.

FIN

La Reina de los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora