Capítulo 14. Encuentro desafortunado

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"And those who are heartless

once cared too much"

Epiphany esperó a que la guarida se quedase vacía para ir al lugar de encuentro con su hermana. Cogió un par de navajas y se las guardó en el cinturón. Suponía que no pasaría nada, pero nunca estaba de más llevar protección, por si acaso. Aquellos seres estaban muy locos, no actuarían de buena manera si descubriesen que ella se veía con gente de fuera, y más si venían del Reino de los Cielos. Tomó aire, después salió sin hacer mucho ruido, por si todavía quedaba algún vampiro merodeando por allí. Se acercó a la valla y esperó. Tan solo un par de minutos después, vio cómo una luz caía del cielo hasta postrarse delante de ella, como si de una estrella fugaz se tratara. Era Anastasia, que tambaleándose, ya había aterrizado. Para sorpresa de Epiphany, estaba ella sola. Se acercaron rápidamente para darse un fuerte abrazo. Intentaban no hablar muy alto para no ser descubiertas, pero eran incapaces de ocultar la ilusión de estar juntas de nuevo.

-Odio que nuestros encuentros tengan que ser tan cortos, pero no hay otra manera. Ten, este es un botecito con agua bendita, es más potente que cualquiera que puedas encontrar en otro lugar. Con tan solo una simple gota, puedes acabar con la vida de un vampiro. Úsalo con responsabilidad, en tus manos lo dejo- se lo dio con cuidado, como si fuese lo más delicado del mundo.

-Gracias, me vendrá bien- dio un beso a su hermana en la mejilla.

-He encontrado un cofre con mi nombre y dentro había unos cristales de color amatista. No los he traído por precaución, pero son realmente bonitos. ¿Qué crees que pueden ser? Podría preguntarlo, pero no quiero que sepan que he vuelto a husmear sus cosas- dijo con un suspiro.

-¿Un cofre con tu nombre? Qué curioso, la verdad es que no tengo ni...- un grito cercano a ellas se escuchó y las dos se giraron rápidamente.

Vieron cómo una sombra iba corriendo hacia ellas. Al acercarse más, Epiphany pudo distinguir su silueta, era Alöis.

-Sabía que no se podía confiar en ti. Al resto has conseguido engañarles, pero a mí no- gritando, se abalanzó sobre ella y la dio con una piedra en la cabeza.

La morena no tuvo tiempo de reaccionar y cayó al suelo, sintiendo una punzada de dolor en la cabeza, con la sangre brotando a borbotones. Se quedó ahí tirada, inconsciente, bajo la mirada de Anastasia.

-La has matado... ¡LA HAS MATADO!- el odio que sentía en ese momento era como veneno hirviendo en su piel.

Saltó encima de él, agarrándole de la garganta y cerró las manos alrededor de su cuello, apretando fuerte. Alöis intentaba quitársela de encima como podía, pero cayeron, golpeándose ambos violentamente contra el suelo. El vampiro encogió las piernas sobre su pecho y las estiró con fuerza, lanzando a Anastasia por los aires, a unos metros de distancia.

Cogió aire y se levantó tambaleante, sin apenas poder respirar. Como pudo, fue hacia él y apretando las manos hasta que crujió un hueso por debajo de sus nudillos, le golpeó en la cara con el dorso de su mano. Debido al golpe, Alöis giró la cara. Cuando volvió a su estado normal, la agarró de la muñeca y se la retorció hasta rompérsela. Anastasia lanzó un grito ahogado, el dolor le estremeció la columna vertebral. Su ropa estaba surcada de sangre y no podía parar de gritar de dolor.

-¡Alöis para!- dos sombras se acercaron corriendo hacia donde estaban ellos. La chica fue rápidamente a ayudar a Epiphany y el otro, no dejaba de gritar al otro vampiro.

Anastasia reparó en aquel chico y le reconoció al instante, era Drayce. Los ojos empezaron a llamearle furiosos, él era el culpable de que su hermana ahora estuviera así. Sacó fuerzas de su interior, la rabia podía más que cualquier dolor que pudiera sentir. Drayce tenía intención de ayudarla, pero ella se lanzó sobre él y con un cuchillo, atravesó su garganta hasta sacarlo por la boca. Empezó a derramar sangre como si de una cascada se tratara y clavó sus rodillas en el suelo, hasta caer del todo. Alöis enfureció, todo su cuerpo se llenó de ira, por lo que decidió acabar con ella. Anastasia le esperaba preparada con su arma y cuando este estaba a punto de atacar de nuevo, una esplendorosa luz cubrió el cielo, mostrándose ante ellos. Aislynn se detuvo en seco, dejando paralizado al vampiro, que no se esperaba volver a verla.

-Alöis para, esto es una locura. Tú no eres así- intentó tranquilizarlo.

-¡Tú me convertiste en esto! Ya que no puedo acabar con el dolor que dejaste en mí, al menos acabaré con ella para devolverte mi sufrimiento- gritó enfurecido, con las lágrimas a punto de salir por sus ojos.

Sacó todo su odio contenido, se dirigió a Anastasia con intención de clavarle una navaja. Se lanzó encima, tirándola al suelo y se preparó para el golpe final. Ella gritó esperando el impacto, esperando lo peor. Pero en el último momento, giró sobre sí misma para echarse a un lado y esquivar la puñalada. El vampiro clavó la navaja en el suelo, Anastasia se levantó corriendo, fue hacia el lugar que estaba ese monstruo y le pisó la cabeza mientras él intentaba sacar el arma de aquel agujero donde la había incrustado. Notó tras de sí que alguien la agarraba hasta cogerla en brazos. Estaba asustada, empezó a patalear hasta que sus pies dejaron de tocar el suelo y se elevó por los aires. Paró al darse cuenta de lo que sucedía, su ángel la estaba poniendo a salvo.

Epiphany recobró el conocimiento, el golpe no llegó a acabar con su vida, pero se sentía bastante mareada. Se pasó la mano por la cabeza y después vio que la tenía bañada en sangre. Estaba débil, apoyada en las piernas de Nilsa. Se giró y vio que Drayce yacía en el suelo, desangrado, más pálido que nunca, a punto de morir. Arrastró su cuerpo hacia el de él, le acarició. Era incapaz de respirar, apenas una bocanada de aire entraba en sus pulmones y estaba cansada, pero en ese momento lo que más le importaba era que aquel chico sobreviviera.

Alöis había ido corriendo a la guarida a por sangre, pero no habría suficiente hasta por la mañana, cuando todos estuvieran ya allí reponiendo nuevos paquetes. Como pudo, Epiphany acercó el brazo hasta sus labios para que se sirviese a su gusto, era la única manera que tenía de seguir con vida.

-Muérdeme la muñeca- suplicó con voz ahogada.

-No lo haré- los colmillos salieron de sus fundas al sentir el olor de la sangre, pero se contuvo.

-¡Hazlo!- ordenó. Acercó tanto su brazo que estuvo a punto de metérselo en la boca de golpe.

Drayce lo sujetó y empezó a morder. Un pequeño grito salió del interior de Epiphany mientras una lágrima recorría su rostro. Tuvo una sensación de dolor, tan fuerte que se le paralizó la articulación. El vampiro empezó a recuperarse, pero ella se debilitaba todavía más al quedarse sin sangre, su cara también empezó a palidecer y cayó sobre el pecho de Drayce, agotada. Recuperado, él soltó su brazo, la cogió para llevarla hasta el interior de la guarida, para dejarla tumbada en su cama y que pudiera descansar.

Enseguida, apareció Nilsa con una poción curativa para que Epiphany recuperase la energía cuanto antes. Se encontraba mareada, sin fuerzas y sin aire, agotada. El chico curó la herida que tenía en su cabeza y le quitó la ropa con cuidado. Estaba empapada de sangre, la dejó en el suelo y fue al armario a coger un pijama limpio. Antes de ponérselo, se acercó a ella y la besó, después se tumbó en su pecho y escuchó los latidos de su corazón. No sonaban con ritmo normal, si no se daban prisa, en unas horas podría morir por la conmoción. La pelirroja llegó corriendo y le dio la pócima, haciendo que un potente estruendo recorriera el cuerpo dañado de Epiphany. Agarró la mano de Drayce con fuerza, la pócima era bastante fuerte y a su cuerpo le costaba mantenerlo. Se desvaneció, su mano ya no apretaba la del vampiro. Su pecho subía y bajaba con una velocidad por encima de lo normal, como si acabara de correr una maratón y estuviera cansada. Tenía el pulso normal, todo estaba saliendo bien. Drayce besó su mano fría y Nilsa hizo lo mismo con su frente. Ambos salieron de la habitación para dejarla descansar.

La Reina de los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora