Capítulo 3. Vivir en la celda

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"Oh sweetie, monster are real

and they look like people"

Epiphany volvió a despertar encerrada. Era el tercer día que estaba allí abajo, pero parecía una eternidad. Quería gritar, llorar, pero el dolor era tan grande que no era capaz de hacer nada. Sentía algo líquido recorriendo gran parte de su cuerpo y apenas era capaz de abrir los ojos. Intentó ponerse en pie, pero se dio cuenta de que tenía una pierna encadenada al suelo. Tiró con todas las fuerzas posibles, aunque no fue capaz de soltarse. Le costaba respirar, pero no era momento de rendirse. Estirándose desde el suelo, llegó como pudo a los barrotes de la celda. Agarró fuerte uno y se abrasó la mano, era imposible salir de allí. Gritó retorciéndose de dolor en el suelo. Tenía la ropa destrozada y con la mano izquierda, tiró de un trozo de la camiseta hasta arrancarlo. Con ayuda de la boca, consiguió atárselo a la mano para intentar no desangrarse. Se puso boca abajo con intención de conseguir levantarse algo, pero dejó de moverse en cuanto oyó unos pasos acercarse.

Escuchó la puerta de la celda abrirse y los pasos sonaban cada vez más cerca, hasta que dejaron de resonar. Esa misteriosa persona a la que no quiso mirar por miedo a recibir otra paliza, se agachó a su lado y muy despacio, agarró su cabeza por ambos lados, girándola para poder ver su cara. Epiphany sintió cómo su corazón daba un vuelco al ver de quién se trataba. Aquel ser salió corriendo, impaciente, hasta que en unos minutos volvió con agua, paños y alcohol. La agarró de la cintura, tirando de ella hasta conseguir dejarla sentada. Apartó el pelo sucio de la cara con delicadeza, pasando un paño mojado por ella para quitar las manchas de sangre y curar sus heridas.

Puso todas sus fuerzas en no abalanzarse a su cuello, la sangre que brotaba del cuerpo de la joven tenía un olor delicioso. Sus afilados colmillos no tardaron en aparecer y aunque lo último que quería era aprovecharse de su debilidad, su hambre consiguió ganarle la batalla, por lo que se lanzó hacia ella. Epiphany empezó a gritar, intentando empujarlo para que la soltara, pero era imposible. Sacando fuerzas de donde no las tenía, cogió una de sus navajas y se la clavó en el abdomen. Con un fuerte grito, el vampiro se echó para atrás colocando la mano donde había sido herido. Consiguió ser rápida, aunque parecía imposible, no salió sangre de su cuello.

Epiphany sabía que la venganza de Drayce sería mucho peor que todos los golpes que había recibido hasta entonces, pero no le tenía miedo. Agarró con más fuerza su navaja esperando el ataque. Vio cómo lentamente se iba curando, ya que esa era una de las cualidades de los vampiros. Se acercó a ella con mala cara, recuperándose del navajazo para darle agua y comida. Le miró sorprendida, aceptando su gesto, pero no bajó la guardia porque no se fiaba de él, podía ser una trampa.

Mientras veía cómo se cerraba el tejido dañado de su piel, Epiphany terminó de comer y siguió limpiándose las heridas. Ya se encontraba mejor, todavía estaba cansada porque no había conseguido dormir desde que la capturaron y los golpes todavía le dolían, pero notaba que había mejorado. Sin duda,  recuperó fuerzas después de alimentarse. Observó cómo Drayce la miraba, algo que hacía las pocas veces que estaba con él. Su mirada era calmada, no había ira en sus ojos.

-¿Cómo has podido hacerme esto? He estado tres días aquí abajo encerrada sin comer ni beber, recibiendo palizas y sin saber si mi hermana sigue viva. Luego apareces para morderme el cuello- gritó enfurecida y Drayce dio un paso atrás.

-Lo siento, no sabía que eras tú ni que te estaban tratando de esa forma. Hay dos vampiros encargados de los prisioneros, pero jamás pensé que actuarían así con una terrestre. Soy el jefe del clan, hablaré con ellos para que no vuelva a ocurrir. Además, esta es la primera vez que vuelvo a la guarida después de aquel día- sus palabras sonaban sinceras, pero no eran suficientes. La chica le miró con mala cara, nada de lo que dijera le haría confiar tan fácilmente.

La Reina de los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora