Capítulo 33. La espada Rayo de Luz Azul

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"Angel face, devil thoughts"

Lo que quedaba de noche pasó rápido y aunque la chica no había logrado dormir nada, había estado entretenida leyendo el libro que llevaba tiempo escondido debajo de su almohada. Había un apartado muy interesante sobre algunas armas celestiales, pero hubo una página que le llamó especialmente la atención y decidió leerla con tranquilidad, dejando que cada palabra se introdujera en ella para no perder detalle alguno.

LA ESPADA PROTECTORA DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL.

"La espada que porta el Arcángel Miguel es el símbolo del Poder y la Fuerza Divina como señal de autoridad y confianza que Dios le dio.

La Espada es una Divina Arma contra todo egregor, "fuerza siniestra" y sus ataques, defensa que se debe realizar de forma enérgica y con potestad. Es también señal del "Buen Combate" y de la Palabra de Dios.

Esta espada es conocida como "La Flamígera Espada de Luz Azul" que tiene la misión y el poder de destruir el mal y preservar la justicia en todo el Universo Manifiesto.

Es un símbolo reservado al Arcángel Miguel, defensor de las Fuerzas de la Luz contra las tinieblas, ya que la espada es su "Patrón Electrónico" y además se la asocia con el Poder de la Purificación Instantánea. Esta Espada de Luz Azul no se puede envainar porque es de Fuego Electrónico y por ser de Protección, debe estar al alcance de todo aquel que la necesite.

Es también regeneradora de la vida que destruye la injusticia, la ignorancia y establece la paz y la justicia; tiene el poder de CORTAR Y LIBERAR de toda atadura que aprisione, retrase e impida volar al reino de LA LUZ DE DIOS QUE NUNCA FALLA.

La Espada tiene características muy especiales para destruir a las fuerzas siniestras, las aniquila, cada vez que serpenteante surca el espacio, estallando con un estruendo sobre todo lo malvado y funesto, cortando con su flamígero filo, sin posibilidad alguna de que estas energías se curen o regeneren. Su Poder y Fuerza no puede ser neutralizada por las "fuerzas siniestras" porque tiene el poder de mil relámpagos".

Leyó esa página una y otra vez, pesando cómo o dónde encontrarla. Si lograba tener esa espada en su poder, conseguiría acabar con todos los demonios y la victoria en la batalla estaría asegurada. Podría preguntar la manera de localizar al Arcángel Miguel, pero levantaría sospechas, sería mejor investigar por su cuenta. Ya había amanecido hacía unas horas, seguramente serían las nueve de la mañana. Sacó del armario una camiseta gris desgastada con el dibujo de una rosa roja en el centro, se puso unos pantalones negros y se calzó sus zapatillas, igual de sucias que siempre. Entró al baño para hacerse el eyeliner, se pasó el cepillo por el pelo y metió el libro en su mochila. Las chapas que tenía de adorno iban haciendo ruiditos según iba caminando hacia la cocina. Allí, cogió un par de donuts de azúcar y un zumo de piña que se tomaría por el camino. Después, salió del Gran Palacio intentando no hacer mucho ruido por si todavía algún ángel dormía. Por lo general solían despertarse justo al amanecer, eran gente muy ocupada aunque Anastasia nunca sabía qué hacían exactamente, pero tampoco le importaba demasiado. En aquel lugar vivían varios ángeles que nunca se había molestado en conocer y que después de todo lo ocurrido con ella, cada vez que se cruzaban en un pasillo, se alejaban como si fuese a pegarles alguna enfermedad. Nunca le importaron los actos de aquella gente, con saber que Alastair la quería ya era feliz.

Al cruzar la puerta, notó el calor del sol en la cara, estaba segura que en un par de minutos estaría roja porque su piel era muy sensible y enseguida se quemaba, pero se preguntó si el sol de allí también lo haría. Supuso que sí, era el mismo para todos, pero puede que aquel no fuera igual de potente. Dejó a un lado sus absurdas teorías y miró a los lados, pensando qué camino elegir para empezar con la búsqueda. Decidió comenzar por la izquierda e inició el recorrido. Todo estaba tranquilo, apenas había gente por la calle y se escuchaba la melodía de los pajaritos. Recordó que ni siquiera se había duchado, estaba tan ilusionada con encontrar al Arcángel Miguel que ni lo había pensado. Cogió la camiseta y tiró de ella hacia la nariz, olía a suavizante. Siguió andando con uno de los donuts casi terminado cuando alguien la llamó. Miró hacia un lado, donde vio a Aislynn corriendo hacia ella. Se paró en seco y esperó a que llegara.

La Reina de los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora