Capítulo 31. Lo hemos conseguido

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"Y si hablamos de infiernos, tú siempre fuiste la salida de emergencia al cielo" (David Sant)

El rostro de Anastasia estaba transido de agotamiento, se había quedado sin fuerzas pero hizo todo lo posible por ir junto a su hermana. Sentía su cuerpo como si todos los huesos se hubiesen roto como un cristal. Sostuvo a Epiphany sobre sus brazos, aún respiraba pero necesitaba descansar. Paseó la mirada por la estancia para encontrar a Alastair. Vio que estaba tirado como si fuera un despojo y no se movía. Apoyó despacio a su hermana en el suelo para salir corriendo hacia él. Dio la vuelta a su cuerpo dejándolo boca arriba, tenía la cara llena de heridas y moratones, como si le acabaran de dar una paliza. Pasó su mano por su pelo, dejó que un par de lágrimas cayeran por su rostro.

-Te dije que eres más fuerte de lo que pensabas, solo tenías que confiar en ti- apuntó con una expresión de satisfacción y alegría.

Anastasia le miró asombrada y le abrazó con fuerza. Alastair se levantó del suelo y entre los dos, sacaron a Epiphany de allí.

Todos estaban agotados, habían gastado mucha fuerza ayudando a la chica y necesitaban un descanso. El ángel se estaba recuperando lentamente, su poder de sanación no funcionaba tan rápido como otras veces cuando tenía la energía bajo mínimos, pero era cuestión de tiempo que estuviera bien del todo. Anastasia era la que más necesitaba descansar, pero no hizo ni el amago de sentarse un momento. Su mayor preocupación era el bienestar de su hermana y Alastair, echarse a dormir un rato no era buena idea, en cualquier momento alguno de los dos podría necesitar su ayuda y tenía que estar preparada. Contemplaba a Epiphany dormir encima de su cama, había caído rendida pero se la notaba tranquila después de sacar todo el mal que se había implantado en su interior. Ya no tenía cara de temor ni su cuerpo temblaba, por fin descansaba con calma y en paz después de tanto tiempo. Parecía una muñequita de porcelana, sus largas pestañas creaban una pequeña sombra debajo de los ojos y sus labios estaban un poco curvados hacia arriba, como si estuviera sonriendo. Anastasia le acarició el pelo suavemente para que no se despertara, por fin la tenía de vuelta.

Alastair la agarró por la cintura y besó su hombro. Ella puso sus manos sobre las de él, después se apoyó en su pecho.

-Has sido realmente valiente- dijo orgulloso.

-He hecho lo que cualquiera haría por sus seres queridos, no tiene ningún mérito- Alastair le agarró del brazo y le giró hacia él.

-No, no todo el mundo arriesgaría su vida por otra persona. Hay gente que tiene demasiado miedo a morir como para ni siquiera intentarlo. Pero tú has traspasado esa barrera y los has hecho sin pensarlo, te has guiado por tu corazón- su tono era serio, pero un pequeño brillo apareció en sus ojos.

Anastasia le abrazó, poniendo su cabeza entre el hueco de su cuello y el hombro. El ángel notaba su aliento cálido sobre la piel y le empezaron a temblar las manos. La chica se apartó un poco, empezó a recorrer su cuello con los labios. Alastair la cogió y se sentó en una silla, con ella encima. La rubia siguió con lo suyo, hasta llegar a su cara, que la llenó de pequeños besitos. El ángel se lanzó a ella y la mordió la barbilla mientras intentaba quitarle la camiseta, pero esta le apartó.

-Quieto, mi hermana puede despertarse en cualquier momento- le agarró las manos para que no las llevara de nuevo a su camiseta.

-Entonces, te besaré hasta que despierte. Y seguramente esté dormida varias horas- la besó sin parar, hasta quedarse sin aliento e hinchar sus labios. Como si cada momento que pasaran juntos fuese el último, porque dado como estaban siendo sus vidas últimamente, cualquier día podría ser el final. Y no querían desperdiciar ni un segundo, estar tan cerca de la muerte hacía que sus ganas crecieran.

La Reina de los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora