Capítulo 39. La batalla final

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"I swear she's a an angel"

La mañana siguiente empezó casi al mediodía. Anastasia seguía durmiendo, como si estuviera en coma, pero alguien agarró su brazo, moviéndolo rápidamente. Intentó que se despertara, pero no lo consiguió. Aislynn giró su cuerpo para ponerlo boca arriba. Siguió dándole golpecitos para intentar despertarla, pero esta no se movía.

-¡ANASTASIA!- gritó y la dio una bofetada.

La chica se despertó sobresaltada. Vio a su amiga muy cerca de ella y se puso la mano en la cara, aquel golpe le había dolido. Se restregó los ojos, Aislynn no paraba de hablar, pero ella no la escuchaba.

-¿Puedes repetirlo desde el principio?- dijo sin haberse despertado del todo.

-El Arcángel Raguel quiere verte. Van a juzgarte por volver a la Tierra sin permiso para llevarte la Espada Rayo de Luz Azul del Arcángel Miguel.

Anastasia se espabiló de golpe y abrió los ojos, impactada.

-¿Qué? Pero... Si fue él quien...- antes de que terminara de hablar, su amiga le agarró del brazo hasta levantarla de la cama de un tirón. Después, fue empujándola hasta el baño para que se lavara mientras ella buscaba su ropa. Cuando ya estuvo preparada, sacó uno de sus bollos y se lo dio para que lo comiera mientras iban de camino al juzgado. Al llegar allí, después de terminar aquel delicioso dulce, ambas entraron bajo la mirada de todos los asistentes, que contemplaban furiosos a la rubia mientras se dirigía al estrado.

-Señorita Anastasia Feyre. Está usted acusada de nuevo por escaparse a la Tierra sin permiso y robar la Espada Rayo de Luz Azul ayudada por su hermana, sabiendo que tiene antecedentes. También, y todavía aún más grave, por el asesinato de Cassiel- dijo el Arcángel.

La sala estaba llena de ángeles, como la vez anterior. En primera fila estaba Alastair, a su lado, se sentó Aislynn. Se miraron confusos al escuchar que la estaban culpando de asesinato a un ángel.

-Yo no robé nada. Fue el Arcángel Miguel quien me dijo que debería ir a por ella. Y yo no maté a Cassiel, seguro que su propia maldad acabó con él- dijo muy segura de sus palabras.

-¡Silencio! No tienes permiso para hablar. Hace lustros que nadie ve al Arcángel Miguel y usted asegura que fue él quien le dijo que fuera a por la espada. ¿Cómo explica que eso sea posible?- Anastasia se tensó por un momento. Cogió aire antes de comenzar a explicar.

-No lo sé, señoría. Pero en mi defensa diré que he leído sobre esa espada y según cuentan, nadie puede cogerla salvo la persona que está destinada a ella. Yo la tengo, por lo tanto, me pertenece su uso- contestó decidida.

Miró a Alastair. Estaba nerviosa por él, no quería que le acusaran de nuevo por no hacerse cargo de ella. Sus manos sujetaban las de Aislynn, que también parecía preocupada.

-¿Y qué me dice de Cassiel? Hemos confirmado que usted le envenenó. Tenemos pruebas, le ofreció magdalenas que contenían Adelfa y sabía que eso acabaría con él. Fue lo suficientemente inteligente como para asegurarse de que su plan funcionaría- su tono de voz cada vez era más tenso. Todo el mundo seguía en silencio, solo se escuchaba el latido del corazón de Anastasia, que aumentaba cada vez más.

-Sí, lo hice todo. He mentido, he robado, he matado a un vampiro y a un ángel, me he saltado las normas, he bajado a la Tierra... Póngame el peor de los castigos, sé que lo merezco. Pero sin mí no podréis ganarles, soy la única que puede usar esa espada-lo dijo todo seguido, sin apenas respirar. Pensó que era lo mejor, no tener tiempo para pensar y que eso se acabara cuanto antes.

Alastair volvió a pasar los dedos por su suave pelo moreno. Apretó la mano de Aislynn para sentir que seguía ahí. Ella le acarició el brazo.

-Lo sabemos- dijo el Arcángel- Y por ello todavía no recibirás tu castigo.

La Reina de los Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora