Capítulo 4

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Esteban tenia sospecha de que el atentado contra su esposa no había sido obra de cualquier maleante.  A su mente vino esa mujer con la que se había metido hace años, y que ahora no veía de que manera deshacerse de ella.  Últimamente solo le traía problemas, y ya no se divertía como al principio.  Si no tenía cuidado su indiscreción le podría terminar costando muy caro.

Departamento de Isabel...

La puerta retumbó con fuertes golpes incesantes y esa alta pelinegra salió corriendo de su recamara alarmada.

Isabel: ¿Que es ese escándalo? ¡Voy!

Al abrir la puerta se encontró a Esteban ahí parado, con una cara de enfado que le borró la sonrisa de su rostro.

Isabel: ¡Hola cariño! ¿Por que esa cara? (fingiendo consternación)

Ella trató de acariciar su mejilla pero Esteban la rechazó, entrando al apartamento azotando la puerta detrás de el, y la tomó bruscamente del brazo mirándola a los ojos.

Esteban: Dime que no eres tu la culpable del atentado contra Andrea. No serías tan estupida ¿verdad 'cariño'?

Isabel: ¿Y si fuera yo que? (contestó alzando su mentón desafiándolo)

Esteban alzó su mano, a punto de darle una bofetada, pero se controló en el último momento, corriendo la mano por su pelo desesperadamente.

Esteban: ¿Como se te ocurrió semejante estupidez? Es una legisladora, con un demonio. Van a estar investigando esto con mucho más interés. ¿Que pensabas hacer, matarla?

Isabel: Estebaaan, lo hice por nosotros, mi amor.  Ella solo estorba, quiero que seas solo mío.  Además me contaste que tiene un seguro de vida que vale millones.  Nos podríamos ir a otro país, comenzar una nueva vida..

Esteban: ¿Estas loca? ¡Está no es la manera, Isabel! Te dije que me esperaras.  Divorciarme de ella no es tan fácil, tenemos nuestros negocios juntos, y ella es figura pública ¿Pero matarla? Si descubren que tú estás detrás de esto los dos estamos acabados, podríamos terminar en la cárcel ¿puedes entender eso?

Isabel: Te he esperado cinco años, ya es suficiente. Tenía que hacer algo ya que tú no tienes las agallas para hacerlo ¡Nunca la vas a dejar si no hago algo! (gritó histérica)

Esteban: Sabias desde un principio que esto sería así.  No la iba dejar de un día para otro. ¡Coño, mujer! ¿Por que tienes que complicarlo todo?

Isabel: Bueno, pues.  Al final de cuentas no funciono ¿Ya perdóname, si? Yo solo quiero que estemos juntos, Esteban.

Ella lo abrazó, y el desganadamente correspondió. Definitivamente tenía que encontrar la manera de alejar a Isabel de su vida.

Mansión Cárdenas...

Después de un par de tragos en el bar, Andrea logro relajarse, y decidió que ya estaba lista para regresar a la mansión.  Entraron al vestíbulo, donde ella giró, quedando frente a Leonardo, sus miradas conectándose.  Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de el, y Andrea sintió un cosquilleo correr por todo su cuerpo.  Ya que se había decidido a no esquivar más su mirada no podía evitar perderse en esos tiernos ojos marrón.

Leonardo: ¿Se le ofrece algo más Sra Andrea?

Andrea: No, ya no voy a salir esta noche.  Que descanse, Cortez (volteó, comenzando a subir las escaleras)

Leonardo: Que tenga dulces sueños, bonita.. (dijo en voz baja, pensando que no lo escucharía y caminó hacia el pasillo)

Andrea paró a la mitad de las escaleras, y lo observó hasta que entró a la área de servicio.  Lo había alcanzado a escuchar, y su corazón se estremeció.  Solo lo conocía un día, pero ese hombre comenzaba a despertar sentimientos en ella que no se podía explicar.

Andrea: Que atrevido.. (sonrió terminando de subir las escaleras)

Al entrar a su recámara y encontrarla vacía supuso que Esteban no estaba, ya era tarde y seguro no llegaría a dormir, con la excusa de problemas en el trabajo, como siempre.

Se quitó los tacones de inmediato, y después de escoger prendas para dormir las dejó sobre la cama y se dirigió a su baño, dejando la puerta entreabierta.  Puso su celular en un blanquito al lado de la tina, música clásica emanando de el.  Llenó la tina con agua cálida, añadiendo burbujas, y prendió unas velas con olor a vainilla y lavanda.  Después de desvestirse y recoger su pelo en una alta cola, entró a la tina, recargando su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, y soltó un suspiro. 

Este era su ritual favorito de cada día.  Donde se olvidaba de todos sus problemas, por lo menos unos momentos.  Andrea respiraba profundo, relajándose, dejando su mente libre, tratando de no pensar.  Pero el rostro de Leonardo apareció de la nada, con esa sonrisa encantadora que le robó el aliento, esos ojos marrón que la hechizaban, esas manos fuertes que se moría por sentir sobre su cuerpo. Jamás había sentido una atracción tan fuerte hacia alguien como lo estaba sintiendo con Leonardo.

Andrea: ¿Que me pasa contigo? (Susurró a si misma)

Andrea agarro una esponja, y la comenzó a recorrer por su cuerpo. No podía dejar de pensar en Leonardo, sintiendo fuego correr por sus venas. Al llegar a sus senos, pasando la esponja sobre ellos, enjabonándolos, las sensaciones terminaron de desatar el poco control que le quedaba. Dejó de caer la esponja, y mordiéndose el labio acarició sus senos, jugando con sus pezones entre sus dedos, endureciéndolos. Un jadeó escapó sus labios, el deseo se estaba apoderando de ella, imaginando que eran las manos de Leonardo que recorrían su cuerpo. Una mano viajó lentamente sobre su vientre, hasta llegar a su intimidad. Andrea soltó un pequeño gemido, y comenzó a mover sus dedos, dejándose llevar por el placer.

En su habitación Leonardo recibió un mensaje de Luis. Habían acordado que cualquier comunicación entre ellos sería a través del celular de Leo. Después de percatarse de que Esteban aún no regresaba, decidió ir a enseñarle el mensaje a Andrea de una vez.

Leonardo: Sra Andrea. Necesito hablar algo con usted (tocó la puerta suavemente, sin recibir respuesta)

Puso su oído a la puerta y escuchó música. Lo pensó un momento, y decidió atreverse, entrando a su recámara. La música venía del baño, donde la puerta estaba entreabierta. Tomó unos pasos, y sobre la música escuchó unos gemidos, paralizándolo. Eran los gemidos más sensuales que había escuchado en su vida. Su mente quedó en blanco, no lo podía creer. En ese momento debió dar la vuelta y salir de ahí, pero esos sonidos lo hipnotizaron, sabiendo de quien venían, se acercó más, y la escena que vio lo dejó pasmado. Esa mujer era una diosa.

Andrea, aún con los ojos cerrados, perdida en su mundo, no noto que la observaban. Sus suaves gemidos no paraban, sus dedos se movían más rápido hasta que sintió ese sublime climax llegar.

Andrea: Leo.. no puede ser (cubriendo su rostro con sus manos)

Leonardo: Perdón señora, es que toqué la puerta y no contestó.. no pensé que estuviera.. (pensó que ella lo había descubierto observándola)

Andrea abrió los ojos horrorizada, mirándolo a él en la puerta de su baño ¿Leo vio lo que ella estaba haciendo y que llamó su nombre?

Andrea: ¡Lárguese! ¡Fuera de mi habitación! (gritó)

Leonardo salió inmediatamente, y Andrea sentía que moría de la pena ¿¡Como le fue a pasar esto!?

Andrea: Ay no, no, no ¿Que voy a hacer?

InalcanzableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora