Capítulo 10

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  Andrea lucía bellísima esa noche.  Con un vestido negro, pegado, de mangas largas. Su cuello adornado por un collar de diamantes, su pelo suelto en sus características ondas, un maquillaje sutil y elegante, con sus labios un color rojo.

Leonardo al verla bajar las escaleras se quedó boquiabierto. En realidad era la mujer más bella que jamás había visto. Ella sonrió al verlo en su traje negro formal, y lentamente caminó hacia el.

Andrea: Se ve muy guapo esta noche, Cortez. Pero su corbata está algo chueca..

La verdad eso era una excusa para acercarse a el. Su corbata estaba perfectamente puesta, como siempre. El lo sabía y sonrió levemente.  Pero para Andrea, la cercanía a ese hombre era una necesidad que no podía resistir. Con su corazón latiendo rápidamente "arregló" su corbata, y al alzar su mirada se encontró con los ojos marrón de Leonardo, mirándola con tanta adoración que le robó el aliento.

Andrea: Listo. Ahora si está perfecto. ¿No me va decir como me veo yo? (dando una vuelta)

Leonardo: Usted, señora, luce radiante. La mujer más hermosa del mundo (le acomodó un mechón de pelo atrás de su oreja)

Andrea: Bueno.. (aclaró su garganta) vámonos que se nos hace tarde..

Tomaron sus abrigos y salieron hacia el salón de eventos en el hotel. Cada momento que pasaba a su lado, Leonardo se enamoraba mas de Andrea, viéndola dar su discurso en frente de todos esos políticos, con esa seguridad, esa presencia que comandaba la atención y admiración de todos.  Era simplemente una mujer impresionante. 

  Durante la cena que siguió después de los discursos, David no perdía ninguna oportunidad, tratando de acaparar la atención de Andrea a todo momento.  Cosa que irritaba infinitamente a Leonardo.  Pero para su alivio en su mesa se encontraban otros diplomáticos con quien ella entabló conversaciones, ignorando a David la mayor parte del tiempo.

  La cena se vio acortada por la noticia de una tempestad de nieve que pronto llegaría a la área donde se encontraban ellos. Para no quedar atrapados en el centro de eventos, Andrea y Leonardo regresaron a la cabaña lo más rápido posible. Ella más nerviosa que nunca, pues cualquier tipo de tormenta la aterraba más que nada.

Al llegar, Andrea subió inmediatamente a su recámara a quitarse esos tacones altos que le mataban los pies, puso música para no escuchar los sonidos de la tempestad, y se metió a darse una ducha cálida para relajarse y calmar sus nervios.

  Leonardo se encontraba en la sala haciendo una llamada cuando de repente se fue la electricidad, quedando todo en completa obscuridad.  Al escuchar un grito viniendo del segundo piso, Leo subió corriendo y entró a la recámara de Andrea, iluminando con su celular, encontrándola aterrada, cubierta en solo una toalla, con el pelo aún mojado.  Al verlo ella corrió hacia el, abrazándolo fuertemente, escondiendo su rostro en su pecho, su cuerpo no paraba de temblar.  Sin la música, el agudo ruido del viento y la nevada eran imposibles de ignorar.  Andrea se aferro a Leo, quien era el único en el mundo que la hacía sentirse segura.

Leonardo: ¿Que pasa, bonita? (preguntó consternado)

Andrea: Tengo miedo, Leo. Tengo miedo. (exclamó con una pequeña voz)

Leonardo: No pasa nada, aquí estamos seguros.  Yo te cuidaré..

Andrea: Prométemelo (mirándolo a los ojos)

Leonardo: Se lo prometo, vamos abajo.  La chimenea está encendida, y necesita secarse el pelo.

  Leonardo la envolvió en sus brazos, besando su frente. Después de calmarse un poco, Andrea termino de vestirse y bajaron a la sala. Con la electricidad desaparecida, la temperatura adentro comenzó a bajar, y estar cercas de la chimenea era la mejor opción para protegerse del frío.

  Leonardo colocó cobijas y almohadas enfrente de la chimenea, y mientras Andrea se secaba el pelo con una toalla, el fue en busca de algo para tomar que la calmara un poco más.  Al regresar, Andrea no despegaba la mirada de la fuerte nevada visible a través de los ventanales.  Aún seguía temblando, con preocupación evidente en su rostro. 

  El se sentó a su lado, pasándole la copa de whiskey con hielo, y tomó el cepillo de sus manos.

Leonardo: ¿Puedo?

Andrea: Cortez.. ¿quiere cepillar mi pelo?

Leonardo: Si me lo permite

Andrea: Esta bien.. usted nunca deja de sorprenderme.

Leonardo: Sorpresas hacen la vida más interesante ¿no?

Andrea: No mucho me sorprende últimamente, solo usted.. pero debo de admitir que me encanta.

  Leonardo sonrió y se acomodó detrás de ella, pasando el cepillo delicadamente por el pelo, corriendo sus dedos entre el.  Andrea cerró sus ojos, y se estremeció, pero esta vez por una razón distinta. 

Leonardo: ¿Tanto le aterran a las tormentas? (susurró)

Andrea: Como no tiene idea. Desde que era niña.  Pero no le diga a nadie.  Es un secreto (sonriendo levemente)

Leonardo: Su secreto está a salvo conmigo entonces.  Pero, señora mía, no tiene por qué temer.  Esta cabaña está diseñada para soportar este tipo de tormentas.  Tenemos suficiente leña para resguardarnos del frío, y comida en la cocina.  Además me tiene a su lado, que jamas permitiría que algo le pase.

  Andrea suspiró, y tomó un largo trago del whiskey, sintiendo el calor correr por todo su cuerpo, relajándose al fin.

Andrea: Sus palabras, más que nada, me brindan paz y tranquilidad.. Gracias, Leo, no se que haría sin usted.

  Leonardo corrió su pelo a un lado, revelando su cuello, y sin poder evitarlo se agachó, inhalando su suave perfume, acariciando su piel blanca con su nariz, sus fuertes manos apretando sus hombros.   Andrea suspiró al sentir sus labios besar su cuello, recargando su cabeza hacia atrás, dándole mas acceso.  Leo siguió besando su suave piel, hasta llegar a su hombro, bajando el tirante de su camisón con sus dientes.

  De repente Leonardo la soltó, poniéndose de pie. Andrea sintiendo un hueco en el estómago lo volteó a ver confundida.

Andrea: ¿Que pasa? (preguntó con voz agitada)

Leonardo: Perdón.. Se me olvidó que no quiere que se repita lo que sucedió en el jacuzzi, pero estando a su lado no me puedo contener.  Quizá sea mejor conseguir un reemplazo para mi al regresar a Mexico.  Discúlpeme..

  Leonardo se fue hacia la cocina, dejándola sola en la sala, y Andrea no pudo evitar derramar esas lágrimas, abrazándose a si misma, sintiéndose rechazada.  Había llegado el momento de tomar una decisión.  O se olvidaba por completo de Leonardo, y conseguía ese reemplazo, o corría tras de él, a luchar por ese sentimiento que había nacido entre ellos.  Tirando a la basura todos los prejuicios y las inseguridades que le impedían ser feliz.

  Tomando la única y obvia decisión con la que podía vivir, terminó de tomar la copa de whiskey para agarrar más valor, y limpiando sus lágrimas se levantó, corriendo en busca de Leo, lista para luchar por su amor y vivirlo al máximo.

InalcanzableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora