Capítulo 5

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Ese día Andrea amaneció de mal humor.  La noche anterior casi no concibió el sueño, mortificada por ser descubierta en la tina en esa posición tan comprometedora. Después de pensarlo por mucho tiempo decidió no despedir a Leonardo. Lo necesitaba, mas de lo que ella quería admitir, y no quería a nadie más a su lado resguardando su seguridad. Una cosa si estaba clara, le tendría que dar una lección para que no cometiera más ese tipo de indiscreciones.

Bajó al comedor a desayunar, vestida como siempre, impecable de los pies a la cabeza.  Se encontraba tranquilamente tomando de su café, cuando Esteban bajó a acompañarla. Le dio un beso en la frente, y se sentó al otro lado de la mesa. El solo hecho de verlo la llenaba de irritación.

Esteban: Buenos días, Andrea. Te ves bellísima hoy.

Andrea: Con halagos no te vas a escapar de darme una explicación, Esteban (mirándolo fríamente)

Esteban: ¿Tan temprano quieres discutir? ¿No podemos desayunar en paz una vez tan siquiera?

Andrea: Así son las cosas, querido ¿Me puedes decir dónde pasaste la noche?

Esteban: Aquí, obviamente. Llegué tarde de mi reunión y dormí en la habitación de huéspedes para no molestarte.

Andrea: ¿Y tu crees que me voy a tragar ese cuento? (soltando una carcajada, enfureciéndolo más) Ya usa uno nuevo ¿no? Mira, si quieres te paso la lista de las excusas que ya as usado, para que no te confundas.

Esteban: No es una excusa, eso fue realmente lo que pasó. No tienes por que ser tan dura conmigo.

Andrea:  Seguramente estabas con una de tus mujerzuelas. Eso es. Pero sabes que, tu tranquilo, diviértete, enrédate con todas las mujeres que quieras. La verdad me importa un rábano lo que hagas o dejes de hacer.

Esteban: ¿Entonces si no te importa para que preguntas? Contigo no se puede, piensa lo que quieras, Andrea. Me voy a la oficina.

Andrea: Te vas por la sombrita, cariño.  Me saludas a la otra.

Andrea lo vio salir y rodó sus ojos. Ni para ser infiel servía. Nunca supo como ocultarlo, y cada vez que Andrea mencionaba algo al respecto el salía huyendo como un cobarde.  La verdad eso ya no le importaba, y era mejor para ella si andaba con sus amantes, ya que Luis lo estaba siguiendo para conseguir pruebas.  Ella solo quería desquitar su frustración y Esteban era el blanco perfecto esta mañana.

Andrea: Inútil..

Zarahi: ¿Quién es un inútil? Ya no seas tan mala con mi papi (dijo Zarahi entrando al comedor)

Andrea: ¡Zara! ¿Que haces aquí? (preguntó sorprendida, levantándose a abrazar a su hija)

Zarahi: ¡Hola mamá! Voy llegando del aeropuerto. Quise darles una sorpresa.

Andrea: Estoy feliz de verte, hija. Pero debiste avisarnos que ya regresabas, para tener tu escolta listo.

Las dos se sentaron, y Zarahi se le quedó mirando incrédula.

Zarahi: ¿Escolta yo? Ni loca mamá, no necesito niñera.

Andrea: No te lo estoy pidiendo, Zarahi.  Tendrás uno y punto.  Esto no es negociable.

Zarahi: Para ti nada es negociable ¿Cual es ese afán tuyo de querer controlar todo, mamá?

Andrea: No es ningún afán, Zarahi. Después de el atentado contra mi es necesario, quieras o no. No podrás salir de la casa hasta que tengas seguridad.

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