Capítulo 9

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  La noche anterior Andrea solo logró dormir un par de horas. Después de los momentos con Leonardo en el jacuzzi su mente estaba hecha un revoltijo. Tenía muchos sentimientos encontrados. Ese hombre la estaba volviendo loca. La atracción que sentía hacia el era innegable, pero más allá de eso, lo que sentía su corazón, eso no quería ni pensarlo, le entraba el temor.

  La siguiente mañana los dos salieron muy temprano hacia el aeropuerto.  En esta ocasión Garza no los acompañaría.  Andrea no le dirigió la palabra en todo el camino a Leo, y con esas gafas negras gigantes que traía puestas el no podía descifrar lo que pasaba por su mente.

  Para su gran alivio, Andrea y el estarían sentados juntos durante el vuelo y el pesado de David en unos asientos más adelante.  El avión despegó, y Leonardo ya no pudo más con el silencio.

Leonardo: Señora.. ¿le pasa algo conmigo?  ¿está molesta por lo que pasó anoche?

Andrea suspiró, y se quitó las gafas, volteando a verlo.

Andrea: No.. no estoy molesta.  En todo caso fui yo la que inició todo..

Leonardo: No entiendo entonces

Andrea: Cortez.. no quiero que se haga ilusiones.  O que piense que algo más va a pasar entre nosotros.  Lo de anoche no significó nada, fue un momento de debilidad solamente.  Uno que no se volverá a repetir ¿Esta claro?

  Leonardo no pudo evitar sentirse dolido por sus palabras.  ¿Como podía decir eso? El la sintió vibrar entre sus brazos, estaba seguro que ella sentía algo por el.  Pero si ella quería negarlo, está bien.  Seguiría su juego a ver hasta donde llegaba.

Leonardo: Más claro que ni el agua (se acercó a susurrar en su oído) Esos besos y caricias, ese deseo que sentimos, las ganas de hacer el amor, nada de eso significó algo para usted, pero para mi lo significó todo.  (se enderezó tomando sus auriculares) Y en algo tiene razón, lo de anoche no se repetirá, no le volveré a faltar al respeto (se puso los auriculares, cerrando los ojos, ignorándola por el resto del vuelo)

  Al escuchar eso salir de sus labios, Andrea sintió su corazón estremecer.  Lo que ella quería más que nada era eso, que le faltara al respeto, entregarse desenfrenadamente a esa pasión, ese sentimiento que el despertaba en lo más profundo de su ser.  Pero el miedo le impedía atreverse a vivir eso.  Miedo a enamorarse y que dañaran su corazón, miedo a los prejuicios, al que dirán por la diferencia de edades entre ellos.

  Horas después el vuelo llegó a ese mágico lugar, el estado de Colorado, con bellos paisajes, lagos, inmensas montañas cubiertas de nieve.  Un chofer ya los esperaba en el aeropuerto, y los llevo directo al complejo turístico donde se realizaría la convención de política extranjera donde Andrea y David darían unos discursos.  

  Con varias horas antes de que empezara el evento, Andrea y Leonardo se fueron a la cabaña que compartirían durante su estancia.  Era acogedora, con dos habitaciones, cocina, y una sala con chimenea y grandes ventanales con una bella vista del bosque cubierto de nieve.  Después de instalarse en las habitaciones, Andrea bajó a inspeccionar la cocina, se moría de hambre.

Andrea: ¿Cortez, que le parece si vamos a comer al restaurante del hotel antes del evento?

Leonardo: Como usted ordene, señora (contestó seriamente)

Andrea pauso su inspección, volteando a verlo.  Lo había notado diferente en la manera que contestó, algo frío.  Su actitud hacia ella más seria desde la conversación en el avión.  Ya no le regalaba esas hermosas sonrisas, estaba más  serio, y ahora era el quien esquivaba su mirada.  El se encontraba parado en la sala, rígido, con sus brazos cruzados. Andrea camino hacia el, parándose enfrente.

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