[] KATSUKI BAKUGŌ • ESCENARIOS []

ANDRÉS

Aquel nombre no dejaba de rondar por su cabeza todo el día sin parar. Y era la supuesta razón por la que ella le había estado ignorando estos dos últimos días.

Miraba con molestia y tristeza el vacío asiento en el que diariamente se encontraba su pareja, esperando a que se diera el aviso que indicaba la última hora.

—¡Oi, ojos de mapache!

—¿Hm? ¡Que ma llamo-!

—¡Me importa una mierda! ¡Díme qué le ocurre a esa idiota!

— ¿Eh?

—¿¡Qué mierdas le pasa a _____!?—preguntó desesperado haciendo que sus manos comenzaran a crear pequeñas explosiones.

—¿Por qué lo preguntas?

—Me ha estado evitando los últimos dos días—dijo extrañamente tranquilo.

—Hm...—apoyó su barbilla sobre su índice y pulgar—. No sé por qué pueda ser... ¿Y por qué me preguntas a mí?

— ¡PORQUE ERES SU MALDITA MEJOR AMIGA!

—Pero no grites, hombre—se quejó tapando sus oídos.

—Y... ¿¡QUIÉN DEMONIOS ES ANDRÉS!?

—¿Eh? ¿¡EH!?—tomó aire—. JAJAJAJAJAJA.

—¿¡DE QUÉ MIERDA TE RÍES, AH!?

—Ay... Bakugo—suspiró agotada por reir—. Deberías ir a hablar con ella, pero... Recuerda tener un poco de tacto. No vayas con el humor de siempre, porque... Estamos hablando de Andrés—dijo haciéndo énfasis en el "nombre".
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¿Y qué mierdas quiere decir con eso la estúpida ojos de mapache?

Joder. Toda esta situación es jodidamente frustrante.

¡Es ella la que debería decirme qué le ocurre! ¡Por qué lleva así estos días! Y por qué hoy no ha tenido los ovarios de venir a clases.

El cenizo detuvo sus pasos en seco. Su mente quedó en blanco antes de comenzar a pensar en la variedad de groserías por las que te podrías haber molestado, podría haberte herido o haberte hecho sentir mal.

—Mierda—refunfuñó aferrándose al asa de su bolso.

Pero... Ella no podría estar engañándole, ¿verdad? Aunque razones no le hacían falta para querer estar con otro chico o dejarle.

Las inseguridades de Katsuki iban aumentando a medida que se acercaba a casa de su novia.
Hasta que, finalmente, se encontraba frente a la puerta de la entrada.

Abrió sus ojos de par en par al ver que la puerta se abría repentinamente. A penas le dio tiempo a reccionar cuando una mujer, que conocía perfectamente, salió de la casa quedando frente a él.