SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

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Mi horario escolar daba a su fin, y era hora de regresar a casa. De muy mal humor a decir verdad, porque estaba menstruando y me dolía lo que no está escrito.

Solo quería llegar a casa, tirarme en mi cama y desaparecer, o dormir para que desaparezca el dolor. El gran problema que mi hermoso cuerpo no aceptaba eran los medicamentos, inútiles e ineficaces.

Terminé de despedirme de mis compañeros y me adentré entre la multitud. Lista para superar los empujones de todos esos animales.

Trataba de soportarlo, aunque podría haber esperado hasta que se calme el ambiente, pero tengo prisa por irme lo antes posible y soy impaciente.

Estaba a punto de gritar para llamar la atención de quien sea. Había sentido a alguien tomar demasiado contacto conmigo. Pensé que sería un acosador, pero el tacto pasó rápido, se deslizó de mi cintura a mi vientre. Esa persona había dejado su chaqueta del uniforme atada al rededor de mi cintura.

—No te detengas—su suave aliento golpeaba en mi cuello.

Traté de no quedarme petrificada en aquel momento. Podría reconocer esa voz tan irritante sin ningún problema.

—¿Bakugō, qué estás...?

—Tú sigue.

Confundida, te dejaste guiar por el rubio, quién te empujaba por la espalda con cuidado de no hacerte caer.

Una vez pasada la gran entrada principal y alejados de la gente, miraste a tu compañero de clase desconcertada.

—¿Qué sucede?

—Vete a casa—espetó—. Mañana tráeme la maldita chaqueta—comenzó a marcharse.

—¡Oye!—trataste de quitarte su chaqueta pero, al verlo, él lo impidió de inmediato—. ¿Me vas a contar o tengo que discutir contigo?

—Maldita cabezota.

Él nunca quiso hacerte sentir incómoda sacando el tema, y mucho menos que cualquier otra persona se percatara de la mancha de sangue en tu falda.

—Espera—levantaste la chaqueta para ver, en efecto, el motivo de esta—. No puede ser—tapaste tu cara de inmediato.

Por supuesto que era normal, pero resultaba vergonzoso que un compañero de clase te haya visto en tales condiciones, en especial Bakugō.

—¡Ten!—le devolviste su chaqueta de inmediato.

—¿No me has oído? Me la devuelves-

—No importa. Gracias, en verdad. Me cubriré con el bolso—te temblaba la voz.

—¡He dicho que te la lleves, cabezota!

—¡No quiero que me la prestes! Podría mancharla.

La última frase fue desvaneciéndose poco a poco. Bakugō te miró con los ojos bien abiertos, contemplando un fuerte sonrojo en tus mejillas, por la vergüenza del momento, y el ceño fruncido. Te veías demasiado hermosa para él, cosa que no pudo evitar sentir demasiado en su corazón.

Con la cabeza agachada, se acercó a tí con cuidado y volvió a colocar su chaqueta al rededor.

—Bakugō, te que dicho que-

—¡Me la llevarás tú!—levantó lo cabeza con un pequeño sonrojo que no lograste notar—. No te la estoy dejando prestada. Me la llevas hasta tu casa y vuelves con ella mañana, a clases. Así no tengo que cargar con ella.

—Bakugō...—levantaste la cabeza a punto de reír por la excusa tan ridícula que se había inventado.

Le miraste por unos segundos, segundos que se hicieron eternos para los dos. Nunca te habías fijado en lo atractivo que se veía de cerca, ya que nunca tuviste la oportunidad de acercarte a él lo suficiente como para analizar sus rasgos faciales. En clases daba miedo y era irritante, se peleaba con todos
—aunque era el único que buscaba enfrentamiento— y no dejaba de gritar.

Entonces, ¿qué era esto que sentías tan de repente al tenerlo así de cerca? Tal vez jamás imaginabas una acción cómo esta de su parte, y lo admirabas por ello.

Bakugō consiguió salir de su trance y alejarse de tí lo antes posible antes de ser impulsado a hacer cualquier estupidez.

Estaría todo lo enamorado posible, pero sabía que tú no lo veías de esa forma y no te forzaría a nada.

Sin embargo, lo que él no sabía era que, desde ese momento, con esa acción había conseguido ocupar una pequeña parte en tu corazón, parte que definitivamente se haría más grande con el paso del tiempo.

[] KATSUKI BAKUGŌ • ESCENARIOS []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora