💥GRITA MI NOMBRE💥

8.3K 483 89
                                    

—¿Qué mierdas acabo de hacer?

Esa pregunta rondaba infinidad de veces por la cabeza de Bakugo mientras miraba sus dedos. Moviendo la mano para verla desde diferentes perspectivas, contempló el resultado de aquello que causas en él.

—Joder—se levantó de la cama para busca algo con lo que poder limpiarse —. Soy un puto cerdo.

Sus pensamientos siempre le causaban una mala pasada en cuanto te metías en su mente, y después se arrepentía de ello. Definitivamente masturbarse pensando en tí se estaba convirtiendo en una adicción.

—¡Maldita sea!—bramó enfurecido y lleno de frustración.

De nuevo, estaba teniendo una incontrolable erección. Maldecía ser hombre y tener tantos problemas para este tipo de situación.

Como debíais quedar para hacer un trabajo en parejas, claramente no podía presentarse en estas condiciones, así que volvió a recostarse sobre la cama. Esta vez con una caja de pañuelos preparada.

—Creo que voy a enloquecer—acarició la punta de su pene para ir envolviéndolo poco a poco con su mano—. _________... Voy a volverme loco.

¿Como se sentiría dentro de tí? Seguro que tu boca era mil veces mejor que su áspera mano, y seguro que otra cosa también...

—¡Mierda!—enterró su cara en la almohada—. ¡________...! Te quiero... Te quiero para mí...

Las palabras que salían de su boca lo alentaban a querer seguir, pero sus pensamientos casi nublados seguían siendo conscientes de todo, sin embargo, ya se arrepentiría después.

Enterró sus dedos en las sábanas antes de soltar un último suspiro lleno de alivio al notar cómo salía todo.

—Maldición...—fue incorporándose poco a poco hasta quedar sentado—. ¿Hm?

Su rostro fue incapaz de expresar todo el horror posible, sus ojos se ensancharon lo suficiente como para mostrar su impresión y sus labios temblorosos no le permitían pronunciar palabra.
De todas formas, ¿qué podría decirte ante esta situación?

Por tu parte, agachaste la cabeza de inmediato, en cuanto salió de aquel estado de shock.

—¡N-No t-te presentabas p-para el trabajo...! ¡N-No sabía si vendrías! ¡ME VOY!

Entraste en pánico al ver cómo se levantaba de la cama, tirando un pañuelo arrugado al suelo antes de dirigirse hacia tí.

Pensándolo bien, en cualquier momento del día te hubiera parecido divertido. Imaginarte a Bakugo viniendo hacia tí desnudo, pero este momento no estaba para ese tipo de intervenciones. De hecho, desde tu mentalidad más perversa, verle así te parecía incluso erótico.

—Tú...

No pudiste evitar dejar escapar un pequeño grito de tus labios al ver su brazo a uno de tus costados. Había apoyado su mano en la puerta que se encontraba detrás de tí.

—¡Tú no has visto nada!

—Y-Ya... S-Solo me iré y-

—Pero tendrás que pagar las consecuencias—tomó un mechón de tu pelo para comenzar a jugar con él—. No has tocado la puerta.

Te perecía casi admirable cómo se estaba tomando la situación con tanta calma. Tragaste saliva con todas tus fuerzas y dijiste tus próximas palabras.

—Yo...—He llamado varias veces, pero...—apartaste la mirada completamente avergonzada—parecías bastante ocupado.

—Maldición—ahora sus mejillas parecían estar más rojas que las tuyas.

—Bukugō—hablaste antes de que se formara un silencio sepulcral—. Tú...—escondiste tu rostro sin pensar mucho en lo que dirías—. No hace falta que lo hagas tú solo.

Los ojos de Katsuki se fueron agrandado poco a poco, cada vez que analizaba lo que acababas de insinuar.

—¡S-Somos pareja! Si tienes alguna necesidad...

—Serás...—suspiró con una sonrisa en sus labios—. Tonta—acarició tu cabeza.

Sus dedos se deslizaron por tu mejilla hasta tomarte del mentón y levantarlo para poder besar tus labios.

Aceptaste encantada, pasando tus dedos por sus alborotados cabellos y pegando tus caderas a él. Su erección volvía a subir y tu intimidad se sentía húmeda.

—Katsuki...—suspiraste al sentir sus dientes clavarse en tu cuello—. ¿Tienes condones?

—Tranquila...—te cargó en sus brazos para llevarte a la cama—. Hoy no los necesitaremos.

Comprendiste sus palabras al sentir sus dedos rozando tu intimidad sobre tus bragas. La falda que llevabas resaltaba tus piernas, cosa que a Bakugō no lo impidió marcarlas.

—Idiota—tiraste de las sábanas—. Ahora tendré que llevar pantalones por un tiempo.

—Déjalo así—jugueteó con tus bragas haciendo que se rozaran contra tí—. Me pone ver mis marcas en tu piel.

Pasó su lengua por tu entrada, sin embargo, la fina tela de tu ropa interior impedía la experiencia al completo. Tal vez Bakugō quería torturarte.

—Katsuki—jadeaste—. Quiero...tus dedos...

Soltó una carcajada, levantándote del colchón, recostándose él y sentándote sobre su pecho, dándole la espalda a su cara.

—¿B-Bakugō?—miraste por encima del hombro, confundida.

—Este es tu castigo—empujó tu espalda para ponerte en cuatro.

Exclamaste, tu rostro se encontraba a escasos centímetros de su erección, y ya sabías la posición que pretendía.

—¿Ya no quieres usar las manos?—preguntaste divertida.

—Déjame ver qué puede hacer esa boquita tuya—bajó tu trasero hacia él.

Hizo tus bragas a un lado, dejando ver cómo tu entrada se encontraba ansiosa por recibir atención. Esta vez su lengua pasó por tu intimidad mojada dándote todo el placer.

Mientras, tú luchabas por no ahogarte con el atribuido tamaño de tu novio, quién gemía completamente excitado por sentir tus paredes bucales y no su áspera piel.

Sentías cómo Katsuki parecía conocer a la perfección cada rincón de tí. Golpeaba tu trasero, dejando marcas rojas en él, a la vez que estimulaba tu clítoris. Estabas a punto de terminar en su boca.

No querías quedarte atrás, así que hiciste todo lo posible por estimular su glande con tu lengua. No pasó mucho tiempo para que soltara una gran cantidad por la punta que terminara en tu boca y parte de tu rostro.

—¡Joder!—maldijo al sentir cómo le faltaban las fuerzas.

No estabas satisfecha, te recostarse al lado de Bakugō, mirándolo a los ojos con deseo y tomando una de sus manos para bajarla hasta tu entrada.

—Tendrías que estar castigada—se colocó sobre tí—. Me haces sentir tan débil...

Metió dos dedos en tí, como deseabas, querías correrte tanto como tu pareja te lo permitiese.

El trabajo podía esperar.

[] KATSUKI BAKUGŌ • ESCENARIOS []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora