"𝑻𝒖 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊𝒂𝒏𝒛𝒂 𝒆𝒏 𝒎í 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒎á𝒔 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒏𝒕𝒆, 𝒂𝒔í 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒂𝒔 𝒂 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒐 𝒍𝒖𝒄𝒉𝒂𝒔 𝒔𝒐𝒍𝒐."
—Toma.
Youngjo depositó nuevamente su cuaderno de notas y una lapicera sobre su banco.
Sinceramente no pensaba rendirse tan fácil.
Hwanwoong negó, mirándolo con sorpresa, tomando su mochila e indicándole al azabache que dentro de este había un cuaderno para sus apuntes, el cual usaba todos los días, quiso devolverle el regalo al azabache pero este se lo impidió.
—No— Dijo, apoyando su mano sobre la del castaño, quien de inmediato cortó el contacto al sentir sus mejillas arder.
A Youngjo le pareció un poco extraño aquello pero no dijo nada, volvió a entregarle el cuaderno a Hwanwoong.
—Ese cuaderno es para clases— Aclaró—Este es para ti, para que escribas lo que quieras decirme —Lo miró con media sonrisa— No entiendo lenguaje de señas, pero se leer.
Hwanwoong se sentía extraño, simplemente no podía explicar lo feliz y al mismo tiempo triste que se sentía en ese momento, por si fuese poco aquello se fusionaba con el hecho de sentirse halagado por el regalo del mayor.
Youngjo le había regalado un cuaderno para que tuviera una voz, y eso era algo con lo que le estaría eternamente agradecido al castaño.
Los días habían pasado convirtiéndose en semanas y estos mismos llegando a convertirse en meses, meses en los cuales Hwanwoong había logrado considerar a Kim Youngjo como su mejor amigo.
El mayor no era tan terrible como aparentaba ser.
Aunque el castaño era tan dulce como lucia, tenía cierta aura pesimista.
Youngjo siempre se preocupaba por él, lo cuidaba mejor de lo que podía darse cuenta y era muy detallista con Hwanwoong, notaba cada vez que el chico estaba teniendo un mal pensamiento solo por su expresión y él se encargaba de subirle el ánimo comprándole algún dulce para que se sintiera mejor.
El azabache ya sabía el gusto del menor por las cosas de fresa y como segunda opción, las de vainilla.
Por su parte, el castañito ahora sabía que Youngjo no era de gusto dulce, que prefería cualquier bebida con café antes que cualquier caramelo.
Podían pasarse todo el día escuchando música en la cafetería, compartiendo un audífono de los auriculares que el azabache había comprado especialmente para compartir con el menor, dejando los cascos tranquilamente en su casa.
Caminaban juntos por los pasillos y cada empujón que Hwanwoong recibía, Youngjo se encargaba de devolverlo.
El menor estaba más que feliz con eso.
Todo el día escolar se la pasaban juntos y aunque no eran de hablar mucho por mensajes de texto a través de Kakao, solían hablar durante el fin de semana donde no se veían, aunque Youngjo le llegó a comentar al menor que prefería hablar con él en persona porque era "Lindo verlo".
El castaño seguía feliz por estar junto a Youngjo, aunque ahora comenzaba a dudar sobre si sus sentimientos eran reales o solo eran engañados con una linda amistad.
Hwanwoong volvió a mirarse en el espejo del baño escolar, haciéndose señas a si mismo con el ceño levemente fruncido.
"¡Ánimo, solo hazlo, escríbelo!"
Aguantando la respiración para evitar que su valentía se extinguiera, sacó el cuaderno de su mochila escribiendo rápidamente lo que planeaba decirle al castaño.
No sabía por qué le ponía tan nervioso invitar al mayor a su cumpleaños.
Dios debería estar agradecido, ¿cuántos doramas no ha visto donde a la protagonista le cuesta hablarle a su crush? Al menos él tenía esa libreta.
"¿Yeo Hwanwoong en que diablos piensas? Youngjo es solo bueno contigo."
Quizás la verdadera razón era porque hablar con el mayor siempre le ponía nervioso, aunque se estaba acostumbrado a ese nerviosismo.
La puerta del baño fue abierta dejando escuchar claramente cómo aquellas personas venían riendo, chicos que conocía bastante bien.
Frunciendo los labios el azabache tomó su mochila y guardó el cuaderno con rapidez mientras iba a la salida del baño.
Error.
Quizás debió encerrarse en un cubículo.
—Hey, es el cerdito mudo.
Sintió un empujón que lo hizo trastabillar hasta soltar el bolso, de este el cuaderno que anteriormente había tratado de esconder se liberó en el suelo dejando ver páginas y páginas escritas de conversación.
Hwanwoong se adelantó al intentar tomarlo pero otro empujón lo hizo caer de trasero al muy conocido suelo donde esos idiotas lo maltrataban y humillaban.
—¿Qué? ¿Lo quieres?
El castañito quiso volver a gritar como hace mucho hubiese querido hacerlo, pero la impotencia al no poder hacerlo provocaba que sus ojos se llenaran de lágrimas.
—Oh, va a llorar, el gordo va a llorar—Se burló otro mientras el más alto empezaba a hojear su cuaderno, viendo todas sus palabras, todo lo que había dicho.
—¿Es tu cumpleaños?— Preguntó divertido, cerrando el cuaderno y poniéndolo bruscamente en el pecho de su compañero para que se encargara de este.
Quién anteriormente tenía la libreta tomó las manos del castaño alzándolo sin cuidado.
—Felicidades ¿Cuántos tienes ya? ¿Quince verdad?—Golpeó bruscamente con una sonrisa burlona su codo contra su brazo—Déjame darte un regalo, pequeño.
Hwanwoong negó, queriendo largarse, queriendo correr de aquel lugar, pero el chico lo tenía inmóvil al sujetarlo con demasiada fuerza en sus brazos.
Un grito mudo escapó de sus labios cuando el muchacho pisó su pie con fuerza y sin piedad empezó a moverlo lastimando el suyo, ante ello aquel cínico solo sonrió más.
—No sé quién era esa idiota que te defendió aquella vez pero ten en claro cerdito, tú vas a pagar todo lo que esa perra me hizo— Murmuró con la misma brutal sonrisa, provocando que las piernas de Hwanwoong empezarán a flaquear.
Deseó dejar de sentir tras recibir el primer golpe.
Deseó con todas sus fuerzas solo conocer la oscuridad y el silencio.
Al menos, conocer lo que era la calma.
¿Acaso quería morir?
Tal vez.
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MUTE
Romance"¿Cómo le dices a alguien que lo amas si no siquiera puedes hablar?" Eso es algo que Kim Youngjo y Yeo Hwanwoong estaban dispuestos a averiguar Porque el amor no conoce de reglas, raza, estado social, género o enfermedad... Solo llega y espera flor...