IV

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"¿𝑺𝒐𝒚 𝒖𝒏 𝒊𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅? 𝑷𝒆𝒓𝒅ó𝒏𝒂𝒎𝒆, 𝒎𝒆 𝒆𝒔𝒇𝒐𝒓𝒛𝒂𝒓é 𝒍𝒂 𝒑𝒓ó𝒙𝒊𝒎𝒂 𝒗𝒆𝒛"

Con el labio roto y sangrando, un ojo que con los minutos empezó a tomar un color morado, con el abdomen y las costillas adoloridas, sus pulmones luchando por la encontrar aire y sus orbes derramando una cantidad constante de lágrimas, Hwanwoong solo se concentraba en volver a respirar a pesar de todo.

Vió a los chicos destrozar su cuaderno y con él, su autoestima y sentimientos, era el regalo que le había dado su único amigo en aquella escuela tan cruel, y verlo ser destruido hoja por hoja, solo aumentaban sus lágrimas.

Los muchachos también urgaron un poco las pertenencias en su mochila, tomando básicamente todo su dinero y el almuerzo entero, así que al ver que ya no había nada más que tomar, lanzaron la mochila al adolorido cuerpo del castaño, como si se tratase de un perro callejero.

Una vez que ya no se encontraban con él, Hwanwoong se permitió llorar, desahogando todo lo que podía.

Que desgracia y qué rabia no poder gritar.

-Hwan...-Youngjo se congeló ante lo que estaba viendo, el menor nervioso intentó alejarse tratando de levantarse, pero solo consiguió trastabillar y caer de rodillas frente al azabache.

No quería que Youngjo lo viera así.

-No, no,no, no-Youngjo se acercó hasta él, haciendo que se sentara por completo en el suelo, notó como el menor temblaba, así que con delicadeza y de forma lenta tomó su rostro entre sus manos-Puta madre- Murmuró el azabache para luego abrazar a Hwanwoong. Las mejillas del menor se tiñeron de un suave color carmín, le avergonzaba la situación, se sentía inútil, apenas se había separado del azabache por diez minutos y ya estaba todo magullado, luciendo horrible-Voy a matarlos-Dijo irritado el mayor levantándose de su lugar para ir a romperle la cara a cara esos desgraciados.

Estaba por irse pero la mano de Hwanwoong atrapó la tela de la remera del mayor, tironeando de ella suavemente, Youngjo se detuvo para mirarlo, aunque el estado del chico le rompía el corazón.

El menor negó e hizo unas señas que sabía que Youngjo no iba a comprender, pero las hacía de todos modos para decir.

"No me dejes."

Youngjo volvió a arrodillarse frente a él y el castaño agradeció aquello, rodeó el cuello del mayor con sus brazos dejando su rostro sobre el hombro del azabache.

Unas lágrimas de impotencia se acumularon en los ojos de Youngjo, había prometido proteger a Hwanwoong y no lo había cumplido.

Acercándose más al chico, se dignó a hacer lo único que podía, pasó uno de sus brazos por debajo de las rodillas del menor mientras esté se sostenía por la espalda, cargandolo de forma nupcial, salió del baño dispuesto a llevarlo a la enfermería.

El castaño no había sacado el rostro del hombro de Youngjo en todo el camino, pero tenía oídos y podía escuchar las expresiones de los demás al pasar.

Él siempre era "el chico mudo" y para hacerlo incluso más desagradable a veces solían llamarle "gordo mudo", odiaba llamar de esa manera la atención y más si eran de esas personas tan crueles.

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