ーMío por contrato.ㅣ 🐯🐰ㅣ

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-Niños, hoy se incorpora un compañero nuevo a la clase, espero que lo traten bien y lo hagan sentir como en casa, sean amables con él por favor, Kim puedes pasar

Un niño algo desaliñado y cabizbajo cruzó la puerta, se ubicó al lado de la maestra y la miró, ella le sonrió con confianza.

-Preséntate lindo

-Yo...

Miró a sus compañeros, todos prestaban atención, menos un solo niño que estaba dibujando.

-Soy Kim Taehyung... Cuarto príncipe del inframundo se podría decir... Em... No duraré mucho aquí ¡Pero les quiero caer bien! Así que por eso traje dulces para todos

Sonrió y todos los niños comenzaron a chillar de la emoción por las golosinas

Tae veía que el niño que dibujaba no le tomaba importancia, ni siquiera a los dulces.

-Profe ¿Puedo empezar a repartir los-?

-¡Tengo una pregunta Kim!

Un niño alzó la mano para preguntar.

-¿Sí?

-¿Tienes corona por ser príncipe?

-Em... No

-Entonces no eres un príncipe

-Si lo soy

-No

-Sí

-No

-¡Que sí!

-Maestra, ¿No los puede hacer callar? Trato de concentrarme

-Jeon, ven

-Estoy ocupado

-Ven niñoo~

Jeon suspiró, se levantó del asiento y caminó hasta su maestra.

-¿Qué se le ofrece maestra?

-¿Puedes presentarte a-?

-Cuarto príncipe, soy Jeon Jungkook, un gusto blablabla, si quieres socializar conmigo, búscame en mi asiento, adiós

Se quiso largar de ahí pero su tutora lo tomó del brazo.

-Jungkook, ayuda a Tae a repartir los dulces

-Pero-

-Sin peros, hazlo

Jungkook se quejó silenciosamente y miró al recién llegado por un largo tiempo.

-¿Tengo algo en la cara?...

-Lo único que tienes en tu rostro es perfección ¿Cómo dices que te llamas?

-K-Kim Taehyung, ¿Por -?

Jungkook lo había tomado de las mejillas, impidiendole modular.

Los ojos de ambos estaban abiertos de en par en par, Tae los había abierto por sorpresa mientras que Kook los abrió por emoción y sonrió.

-Sé mi amigo... No, mi mejor amigo, podríamos presumir nuestra belleza juntos, seamos hermanos inseparables ¡Seamos almas gemelas muy hermosas!

Taehyung intentaba despegar las manos del niño feliz con todas sus fuerzas y aún así no podía.

-¡Duedle! ¡Maedstaa!

La joven profesora los despegó.

-¿De donde sacaste tanta alegría ahora Kookie?