Capitulo 3

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- Pero a ti que coño te pasa?!? - dije en voz baja.

- Eh, mujer, relájate. - dijo el maldito peliverde. - Qué te pasa?

- No me pasa nada. Déjame en paz.

Me levanté rápidamente y salí del bar corriendo como pude. "Mierda, me he dejado la katana", pensé. Seguí medio corriendo hasta adentrarme en el bosque, rumbo a mi casa. Iba lo mas rápido que podía pero aún así oía al pirata del pelo verde pisándome los talones. Se me enganchó la manta en una rama e intenté tirar de ella para liberarla, pero no pude y decidí dejarla allí. Me sentía muy débil, cada vez más, pero no me arriesgaría a parar y que aquél tipo me atrapara. Me desvié del camino para que le fuera más difícil seguirme. Seguí y seguí corriendo pero tropecé con una rama. Cerré los ojos y esperé el gran porrazo que iba a darme contra el suelo. Pero no me dolió nada. ¿Qué demonios? El peliverde me había sujetado justo antes de que me diera contra el suelo.

- Pero ¿que haces? Suéltame!

- Encima que te salvo del hostión que ibas a darte... - dijo él.

- No necesito tu ayuda. ¿Qué quieres de mi?

- Saber qué te pasa. No te he visto muy bien en el bar... - contestó.

- No me pasa nada. Déjame. - me deshice de su agarre y empecé a caminar hacia casa pero me mareé y caí de rodillas al suelo.

- Eh... Te encuentras bien? Oye! - fue lo ultimo que oí antes de desmayarme.

Desperté en una cama. En MI cama. ¿Como he llegado hasta aquí? Me levanté y noté algo en mi cuello. Eran unas hojas que cubrían mi herida. Me las quité y me miré en el espejo. El tajo estaba menos rojo y casi no supuraba. Me sentía sucia por todo el sudor así que me metí en la ducha. Empecé a preguntarme como había llegado a mi casa. La voz del peliverde fue lo último que oí. Terminé la ducha y decidí ir a buscarle al puerto. Fui a través  de un atajo por el bosque pero cuando llegué el barco pirata ya no estaba. ¿Se habían ido? Fui a preguntarle a Misa y me contó que sí, que se habían ido hacía un par de días hacia el oeste. "Pues si que he dormido", pensé. Me sentí extraña, una sensación como de frustración por no poder irme igual que ellos, donde me diera la gana. Sin pensar en nada ni en nadie. Volví a casa con esa sensación rara y estuve varios días así.

- Basta! - me dije a mi misma - Me largo de aquí. No hago más que trabajar y trabajar para nada! Me voy ya!

Dicho y hecho, me puse a hacer la mochila. Cogí lo básico: una manta, un jersey, comida y bebida y mi trapo para limpiar la katana. Y, por supuesto, mi bolsa con los ahorros. Al salir por la puerta de mi casa eché un vistazo hacia atrás y miré la que había sido mi morada durante tanto tiempo. Echaría de menos este sitio, lo tranquilo que era y la paz que se respiraba aquí. Dejé una nota encima de la mesa del comedor con mi nombre y la fecha en la que estábamos y me fui definitivamente. Me dirigí hacia el oeste y caminé sin parar.

Pasaron las semanas y yo seguía yendo hacia el oeste, rodeando el gran acantilado interior, cuando llegué a un pueblo costero. Era parecido a la villa de donde yo venía. Paré a descansar en la taberna, donde pedí un gran vaso de limonada bien refrescante. Cuando salí fui a la plaza central del pueblo y divisé el puerto. Tal vez aquí alguien me vendiera un barco. Caminé hacia allí y le pregunté a un hombre que encontré si sabía de alguien que pudiera venderme una embarcación. Él me dijo que tal vez al mejor pescador del pueblo le sobrara una barca vieja y me indicó como llegar hasta su casa. Estaba algo apartada del pueblo, más cerca de la playa que cualquier otra casa. Al llegar toqué la puerta y me abrió un hombre mayor que tenía un puro en la boca y olía a mar.

- Disculpe, ¿es usted el mejor pescador de este pueblo? - pregunté.

- Jojojo es muy posible, niña. ¿Qué te trae por aquí?

- Verá, me gustaría comprarle un barco.

- Un barco? Para qué? - preguntó ese hombre.

- Pues para pescar, navegar y llegar adonde nunca he estado - respondí.

- Mmmh... Veamos si tengo algo que te pueda interesar...

Nos dirigimos hacia donde tenía todas sus barcas. Había una grande, una mediana y una más pequeña y vieja. El hombre se quedó mirando las barcas mientras pensaba en algo, yo me limitaba a observarle. De repente, fue hacia otro lado y quitó una lona que había encima de algo grande.

Era el barco mas hermoso que había visto nunca.

Piratas (One Piece)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora